El ingeniero Giorgio Reni es un personaje singular, su máxima prioridad es su familia, su madre, su esposa, hijas y hermanos, luego está su trabajo, su empresa que es producto de un esfuerzo continuado de años y sacrificios. Con toda esta carga de responsabilidades saca tiempo para ser uno de los promotores del Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto y Coordinador del Movimiento DECODE para los asuntos económicos y empresariales, sin contar que es también directivo de la Cámara de Industriales del Estado Lara.
Como factor clave del Movimiento DECODE para los temas de la economía y la producción de manera constante mantiene informados al resto de sus integrantes y frente a la actual coyuntura donde se observa un repunte inflacionario a raíz de las turbulencias cambiarias afirma que debe mantenerse la esperanza y confiar en que las fuerzas desplegadas por el aparato productivo privado resistan estos embates y puedan mantenerse a flote, al igual que los centenares de emprendedores que están apostando al progreso de Venezuela. “No es fácil por supuesto, se requiere de un gran esfuerzo conjunto donde el Estado Venezolano está obligado a brindar confianza con reglas claras que le den viabilidad de futuro al camino que han tomado empresarios y emprendedores”.
CUMPLIR CON LA CONSTITUCION ES LA PRINCIPAL GARANTIA
El Movimiento DECODE se inscribe dentro del conjunto de fuerzas democráticas que lucha por buscarle una salida política a la crisis venezolana ,en tal sentido brinda apoyo decidido a todos los procesos de diálogo y entendimiento que permitan la aplicación efectiva de los dispositivos constitucionales que garantizan los derechos básicos del venezolano.
Consideramos que la confrontación violenta como instrumento de cambio ha sido causa eficiente del colapso sistémico que sufrimos y por ello debemos reorientar el esfuerzo nacional por una ruta que sin renunciar a los postulados principistas que inspiran a las vanguardias políticas y sociales, permita soluciones de corto y mediano plazo al drama existencial que vive el pueblo venezolano.
Dentro de este esquema proponemos que sin declinar ni postergar los objetivos electorales que son objeto de debate dentro del mundo partidista se produzcan entendimientos integrales para iniciar de inmediato y de manera profunda la recuperación del aparato productivo nacional mediante la restitución plena de las garantías económicas que protegen la actividad del empresariado nacional.
Estimamos que esta `propuesta es una puerta de entrada consensual para conectarnos con las expectativas de las grandes mayorías que reclaman como solución urgente respuestas a su drama existencial y para ello es urgente mejorar la plataforma real de sustentabilidad familiar, representada en una actividad económica que ofrezca trabajo dignamente remunerado y bienes y servicios que satisfagan requerimientos esenciales de vida.
VENEZUELA ES UN BASTION ESPIRITUAL
Giorgio Reni es un católico de raíces profundas y en sus análisis acude a reflexiones propias y prestadas sobre la espiritualidad del pueblo venezolano para cimentar sus esperanzas y llegar a la conclusión que nuestro país es un bastión de fuerzas espirituales que nos permitirán salir adelante a pesar de las graves dificultades que padecemos;
La palabra crisis se queda corta para explicar la devastación que sufrimos y por ello se habla de daño antropológico, para significar la profundidad de las alteraciones sociales, familiares e individuales que nos han convertido en conjunto humano únicamente atado por los impulsos primarios de la subsistencia.
Pero no obstante esta radiografía hecha sobre nuestra cotidianidad, en la cual se expresan líneas gruesas del comportamiento colectivo, también se observa en la conducta moral del pueblo venezolano un substrato de apego a la legalidad y sentimientos de piedad y solidaridad, entroncados en la matriz de valores cristianos que estructuran nuestra idiosincrasia como pueblo.
Es así que como en las zonas ocultas de nuestra alma colectiva también se libra una batalla entre los instintos primarios por la supervivencia y los impulsos espirituales que pugnan por hacernos solidarios y compasivos. Entonces para ganar la pelea contra la debacle que nos ahoga, primero tenemos que ganar esa batalla intima donde se enfrentan el amor y la rabia.
Para triunfar en los escenarios actuales tenemos que ubicar el origen de los males que configuran nuestro presente y así podemos descubrir con dolor que todo este desmadre económico tiene vinculación con las falsas ilusiones que durante el periodo democrático alimentaron un populismo que se montó sobre la idea que éramos un país inmensamente rico y que la tarea política era repartir esta riqueza entre los pobres. Con esta forma de pensar se hicieron leyes, se organizaron partidos, florecieron sindicatos y al unísono toda la sociedad se enfilo a presionar al Estado para que satisficiera sus particulares necesidades.
De esta forma de aprobaron leyes sin calcular sus costos, se firmaron contratos sin establecer su fuente de financiamiento, se otorgaron créditos a cargo de una deuda pública impagable y progresivamente fuimos alimentando el monstruo de esa ilusión de riqueza infinita que pensábamos protegería a nuestro país de manera i
Cuando se quiso aplicar correctivos mediante planes económicos de austeridad todo el país saltó en defensa de esa ilusión de riqueza y en su reclamo contra la disciplina económica sucumbió ante el canto de sirena de unos dirigentes que se vistieron de vengadores de los pobres.
Ubicados ante esta retrospectiva nos toca orientar el rescate de la Democracia cortando la maleza para que prevalezca el trigo. Nos toca reconstruir al país tomando como valores axiales el trabajo, el ahorro, el esfuerzo, la austeridad y la disciplina, para enaltecer la potencialidad humana como autentica riqueza de las naciones.
Para ello necesitaremos leyes que atiendan y se enfoquen a promover estos paradigmas, organizaciones políticas dentro de las cuales sus líderes obtengan y mantengan su autoridad por sus capacidades y no por sus habilidades como malabaristas de ilusiones, en el entendido que la política de ahora en adelante no será intermediación de favores que pueda recibir el ciudadano del Estado, sino promoción de soluciones colectivas que permitan levantar de sus cenizas a un Estado que se consumió en el fuego del populismo extremo.
Jorge Euclìdes Ramírez
Foto: Cortesía