Laura Igarra, presidenta del Colegio de Licenciados en Educación del estado Lara, expresó que en los planteles públicos del estado Lara solamente hubo 30% de clases presenciales, el 70% del contenido académico se le asignó a los estudiantes como tarea para resolverlo en el hogar.
En contexto, el Ejecutivo convocó a clases presenciales en marzo de este año cuatro meses y medio, antes de que culminara el año escolar 2021-2022 que contempla 200 días de clases.
El esquema para impartir clases consistió en dividir las secciones en dos grupos, los cuales fueron atendidos dos días a la semana cada uno. Aunque los primeros 15 días de julio los escolares están presentando proyectos.
En esos cuatro meses que se suponía las clases serían presenciales, los estudiantes asistieron ocho veces al mes. Es decir, que en estos cuatro meses solamente estuvieron en el salón de clases 32 días, explicó Igarra.
Con el agravante de que no todas las familias cuentan con teléfonos, tablet, wifi para cumplir a cabalidad con el contenido académico, expresó.
Los niños con mejor desempeño escolar es porque asistieron a tareas dirigidas. No todos pueden costear clases particulares, añadió
Vale acotar –dijo Igarra- que en zonas foráneas especialmente agrícolas la situación educativa empeoró por falta de docentes en materias como matemática, química, física, biología se quedaron sin profesores
Desinversión y calidad educativa en declive
A juicio, de Igarra la calidad educativa es “deficiente”, porque el proceso enseñanza-aprendizaje presencial es fundamental, ya que el alumno además de conocimiento debe desarrollar herramientas para socializar con sus pares, dijo.
“Es que la educación debe ser integral”, coincidió -con ella- Raquel Figueroa, especialista en políticas educativas y dirigente sindical de la Federación Colegio de Profesores de Venezuela, quien también considera que la educación debe trascender más allá de la formación, porque educación es ciudadanía, pedagogía… manifestó.
Pero lamentablemente, la calidad educativa ha venido en declive debido a la desinversión que como secuela acumuló innumerables carencias que se profundizaron con la llegada de la pandemia por covid-19 que supuso un reto de la educación a distancia, expresó.
Según ella, un desafío gigante en medio de una crisis de servicios de electricidad problemas de conectividad de internet. Amén, de que buen porcentaje del estudiantado no cuenta con teléfono inteligente o las familias no tienen internet en sus casas, acotó Figueroa.
Llamado a clases presenciales
Tras un año fuera de clases el gobierno convocó a clases presenciales en el país. Sin embargo, la deficiencia de servicios de agua y electricidad han comprometido el nivel de aprendizaje, concordaron Igarra y Figueroa.
Pero es que además, los centros educativos no han sido dotados de material didáctico ni tampoco para prácticas de laboratorio, situación que se repite a escala nacional, acotó Figueroa.
Aunado a que los comedores no funcionaron en la mayoría de los planteles educativos. Asimismo, en 80% de la infraestructura educativa presentan deterioro, algunas fueron simplemente “maquilladas”.
Tampoco se garantizó al personal equipos de bioseguridad. Entonces, todos esos factores han impactado el proceso educativo y es el resultado de una calidad educativa “mediocre”, aseveró Figueroa.
Desprofesionalización docente
En palabras de Raquel Figueroa, el Gobierno no cumplió con su responsabilidad de garantizar una educación de calidad, comenzando por la desprofesionalización de la carrera docente”.
Aseveró que 56% de los profesores que se vieron forzados a migrar o renunciar a sus cargos tras la crisis salarial, han sido sustituidos por personal no graduado o bachilleres a través del programa gubernamental “Chamba juvenil”.
El Estado tampoco a cumplido con el principio de gratuidad de la educación contemplado en la Constitución de la República cuando al estudiante debe llevar productos de higiene paral limpiar, papel sanitario, agua…
Eso ocurre, cuando 80% de la población venezolana vive en “pobreza extrema”, subrayó Figueroa.