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Por abrazar a su hija cruzó la frontera a pedal

José Zambrano es Barquisimetano, amante de los deportes extremos (paracaidismo, parapente, motocross, karting). Tiene tres hijos, dos hembras y un varón. La mayor se fue a Colombia hace dos años, allí lo hizo abuelo y eso aumentó sus ganas de verla. El 25 de diciembre le comentó a su segunda hija que estaba dispuesto a hacer el viaje en bicicleta y recibió el ánimo que necesitaba: “¡Papá, vaya y cómase el mundo!”

 ¿Por qué en bicicleta?

-En autobús era un gasto grande y no contaba con los recursos. Me dije: ¡Tengo dos buenas piernas, la bici y las ganas!

¿Cuál es la magnitud de esa travesía?

-Son 810 kilómetros, que una persona sin condiciones físicas los recorrería en 12 días, un ciclista promedio en 8 días y yo lo hice en cuatro días. Tenía que pedalear 200 kilómetros diarios para llegar el 31 de diciembre a Barranquilla, mi destino. Aún no creo lo que hice, fue sobrehumano.

¿Cómo te preparaste?

-Después que mi hija me dio el empujón que necesitaba, no dormí, nos quedamos soñando despiertos mientras preparé la bicicleta. Al día siguiente salí a buscar patrocinantes y no encontré por ningún lado. Fui a entrenar a Tintorero con 35 kilos de carga, ida y vuelta sin parar. De regreso, me topé con una empresa de marketing, les hablé de mi propósito. Allí estaba “El súper agente”, de la 99.1 FM, que de inmediato me respaldó y me ayudó a conseguir otros apoyos.

Fueron cuatro días intensos.

-Salí el 27 de diciembre desde El Obelisco, allí comenzó mi recorrido hasta el puente Pumarejo, ícono de Barranquilla, a donde llegué el día previsto, a las 4:30 de la tarde.

¿Qué llevabas en el equipaje?

-Dos mudas de ropa, enlatados, galletas, caramelos, herramientas, repuestos, agua, un poncho, un sleeping, una carpa, una cobija y muchas ganas. Eran 150 kilos: 90 de mi cuerpo, 10 de la bici y 50 de carga.

Dices que no sentiste miedo, pero yo lo dudo.

-El miedo que pude haber sentido fue tomar la decisión de irme, ese sustico, pero se disipó. Siempre supe que todo iba a salir bien. Dije: Dios, te coloco delante de mí para que me protejas de todo lo malo en el camino.

¿Qué encontraste, guerrilla, peligro?

-Nada de eso, hallé gente solidaria, hasta en los puntos de control del Ejército y la Policía Nacional colombiana me brindaron ayuda, me chequeaban sus paramédicos, me ofrecían un lugar para descansar. En todo ese tiempo dormía una o dos horas máximo. Encontré venezolanos orgullosos de mí y yo de ellos, porque yo andaba paseando y ellos luchando por su familia. Hasta los colombianos se admiraban por lo que hice. Jamás nadie me dijo “veneco” ni me trató mal Me alentaban: “Bienvenido, hermano venezolano” o “¡Este man es un berraco!”

¿En algún momento te arrepentiste?

-¡Sí, cómo no! En el camino libré una lucha conmigo mismo, con el desánimo, la tristeza. Cuando sentía ese dolor en las articulaciones llegué a pensar ¿qué estoy haciendo? y a decirme: ¡tírate ahí y que te recojan!. Me vi fatigado, derrotado. El enemigo me decía: ¡ríndete, no vas a poder, no vas a llegar! ese enemigo que siempre está al acecho para que un no alcance sus sueños,  pero mi papá me inculcó el espíritu aventurero, pensar en él y tomarlo como una aventura me dio nuevas fuerzas. El amor por mi hija me hizo vencer esas adversidades.

¿Cómo fue el encuentro con ella?

-¡Imagínate! No pude grabarlo porque ya el teléfono iba descargado. Fue muy emocionante, la Navidad pasada yo estaba un poco triste porque no estaba mi hija. Cuando nació mi nieto tocó mi corazón.

¿Lo volverías a hacer?

-Lo haría otra vez sin dudarlo, recorrería Colombia entera, iría más lejos, incluso, a Brasil, por ejemplo.

¿Y la bicicleta aguantó?

-Sí, caí en una zanja, le cambié un caucho, una guaya, los cambios. Se me aflojó el asiento y la herramienta que llevaba no me servía para eso, pedaleé así como tres horas hasta que llegué a un taller de motos y me lo repararon.  

¿Te llevó de vuelta a Barquisimeto?

-No, me devolví en bus, me dolió un poco dejarla, pero fue por una buena causa, mi yerno, que es casi como mi hijo, trabaja desde las 8:00 de la mañana y llega a las 12:00 de la noche. Con la bicicleta podrá regresar más temprano a casa y ahorrarse pasajes, un dinero que puede destinar al niño.

Por Yamilet Herrera Dudamel
@herrerayamilet

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