“Venezuela: memorias de un futuro perdido” el nuevo libro de Rafael Osío Cabrices es un relato íntimo y esclarecedor sobre la historia reciente de Venezuela. En una entrevista exclusiva con Verais de El Informador Venezuela, Osío Cabrices compartió detalles sobre el proceso de escritura del libro y los desafíos de abordar un tema tan complejo.
En el eco de las calles que ya no pisa y en las voces de un país que se ha vuelto recuerdo desde su exilio en Canadá, Rafael Osío Cabrices encuentra las palabras para contar la historia de un futuro que nunca llegó. Venezuela: memorias de un futuro perdido no es una novela, aunque en sus páginas la realidad parezca a veces más inverosímil que la ficción. Es el testimonio de un país que se desdibujó en las promesas incumplidas y las esperanzas rotas, una crónica escrita desde la distancia pero impregnada de la nostalgia de quien lo vivió en carne propia.
Osío Cabrices nos guía a través de las tempestades que arrasaron con la ilusión petrolera y trastocaron el destino de generaciones enteras. Su libro es, a la vez, el relato del periodista que presenció el derrumbe, del migrante que reconstruye su identidad entre dos orillas y del venezolano que creció creyendo en la democracia y vio, con asombro y tristeza, cómo se desmoronaba.
El resultado es un texto que, más que un análisis académico, se convierte en una conversación amena y profunda con un amigo que ha estado allí y que explica con precisión, pero sin solemnidad, cómo la historia de un país se filtró en la vida cotidiana de sus ciudadanos hasta cambiarlo todo.
Un recorrido por la historia reciente
¿Qué te llevó a escribir Venezuela, memorias de un futuro perdido?
“La editorial madrileña Los Libros de la Catarata me propuso escribir un libro que explicara sin extremismos lo que ha sucedido en Venezuela, con un enfoque personal. Yo estaba terminando una novela sobre Páez y paré todo para hacer esto. No sabía que tenía este libro en mí, pero luego me di cuenta de que lo he estado escribiendo en mi cabeza por años”.
¿Cómo defines el tono del libro?
“Es una mezcla entre lo periodístico y lo personal. Quería que fuera como sentarse a conversar con un amigo, tomando un ron, pero con precisión y rigor periodístico. No pretendo ser imparcial ni objetivo, porque esto me importa demasiado”.
¿Qué aspectos de la historia reciente de Venezuela crees que se entienden menos en el extranjero y quisiste abordar?
Lo que no se entienden son los matices. Lo mismo que nos cuenta entender a nosotros. No se ven los espectros de apoyo y desencanto de la población hacia los actores políticos, que han cambiado mucho con el tiempo y nunca fueron unánimes en ningún sentido, ni el rol de las fuerzas armadas, ni la cadena de acontecimientos que llevó a la decadencia de la democracia venezolana y la construcción de la hegemonía autoritaria chavista. La realidad siempre es más compleja de lo que parece y está hecha más de grises que de blancos y negros, y de acciones graduales más que de grandes acontecimientos que cambian todo de la noche a la mañana.
¿Qué fuentes o experiencias personales influyeron más en la narrativa del libro?
El trabajar en El Nacional, en mero centro de Caracas, durante los años de ascenso del chavismo, y el tener que seguir haciendo periodismo sobre Venezuela desde afuera, a partir de 2014. La primera me acercó mucho a los hechos; la segunda, me dio distancia para aprenderlos a contar mejor.
¿Hay algún capítulo en particular que te haya sido difícil escribir?
Lo más difícil fue hablar del futuro, la tercera parte del libro. Porque implica hablar de una gran incertidumbre, un horizonte borroso. Y ese es el futuro perdido al que alude el título: el chavismo nos robó la posibilidad de pensar en el futuro. Claro, debemos seguir haciéndolo.
¿Qué esperas que el público español o internacional comprenda sobre Venezuela al leer tu libro?
Que Venezuela es una nación viva, que no ha muerto, que necesita ser comprendida en sus peculiaridades, y no un tema de conversación superficial en una cena o un cliché que lanzarle al otro en una discusión política. Es una historia muy compleja llena de lecciones sobre la fragilidad de la democracia en todas partes y sobre la naturaleza del cambio.
¿Crees que la situación en Venezuela aún tiene esperanza de cambio?
Sí. Las condiciones son dificilísimas y la reconstrucción sería lenta, complicada y desagradable, pero sigo creyendo que es posible. No segura, posible. El país está cambiando, no ha dejado de hacerlo: lo que necesitamos es que cambie para bien.
¿Por qué decidiste usar un enfoque más conversacional para narrar la historia?
Porque hay muchísimos libros sobre qué le pasó a Venezuela que tienen enfoques académicos o periodísticos más estrictos, y porque el enfoque conversaciones permite conectar las dimensiones de esta historia: todo está relacionado, lo político, lo social, lo cultural, lo histórico y hasta lo geográfico. Y también necesitaba ese enfoque para hablar de lo intangible: el daño que esto nos ha hecho no sólo en el PIB o las cifras de ACNUR sino en el corazón.
Con respecto al “futuro perdido”. ¿Consideras que todavía se puede recuperar ese futuro?
El futuro que nos prometieron a los chamos de los 70 no se puede recuperar, porque estaba basado en una ilusión. Tenemos que crear una nueva imagen de futuro, pero que sea creíble. Y en eso podemos participar mucho, pero sobre todo es responsabilidad de quienes aspiran a reemplazar al chavismo como élite.
¿Cómo ha influido tu trayectoria profesional en tu manera de abordar este proyecto?
En todo: esa trayectoria me permitió aprender a leer la realidad, a entender cómo los demás la ven y cómo debo tratar de explicarla, a escribir para un público amplio, y sobre todo me sometió a ella. Si no hubiera sido periodista no hubiera tenido acceso a los eventos y los personajes que me dieron una visión desde detrás del escenario, la que la mayoría de la gente tiene.
¿Qué tanto de tu propia vivencia forma parte del libro?
Mucho, porque esta historia es plural, y uno sólo puede vivirla desde su propia historia personal. No hay manera de contar una historia definitiva, universal de lo que nos pasó. Esta es mi manera de contarla, desde las cosas que hice, las personas que me rodearon, los lugares donde he estado, y las habilidades que tengo.
¿Qué aprendizajes crees que otros países podrían obtener de la experiencia de Venezuela?
Que la democracia nunca puede darse por sentada, que siempre está en riesgo. Que si perdemos el valor de la verdad, alguien se va a aprovechar. Que si todo nos da igual, alguien va a tratar de imponernos sus prioridades, y no para bien.
¿Cuáles han sido las principales reacciones o comentarios que has recibido de quienes han leído el libro hasta ahora?
De los lectores venezolanos, que pongo en orden una cantidad de eventos que uno ha confundido o mezclado o hasta olvidado. De lectores españoles, que la mezcla de crónica personal con historia del presente les funciona muy bien y les hace la lectura muy fácil y provechosa.
¿Tienes pensado traducir el libro a otros idiomas?
Depende de la oportunidad editorial que surja pero tal vez lo traduzca al inglés.
¿Estás trabajando en algún otro proyecto literario o periodístico en este momento?
Soy editor jefe de Caracas Chronicles, un medio independiente en inglés sobre Venezuela, y estoy escribiendo esta novela sobre Páez que sale en 2025.
Rafael Osío Cabrices
Osío Cabrices es caraqueño, nacido en 1973, ha sido editor y colaborador en diversos medios de comunicación dentro y fuera de Venezuela. Actualmente, es editor en jefe del blog Caracas Chronicles y consultor editorial. Entre sus libros previos destacan Apuntes bajo el aguacero: cien crónicas empantanadas (2013), El horizonte encendido: viaje por la crisis de la democracia latinoamericana (2006) y Salitre en el corazón: la vida cotidiana en la Cuba del siglo XXI (2003).
Para quienes quieran adquirirlo, el libro está disponible en librerías de España como Casa del Libro, FNAC y El Corte Inglés, así como en librerías independientes en Venezuela y Portugal. También puede comprarse en Amazon España y en formato ebook a nivel global.