La historia de la Virgen de Fátima se remonta a 1917, cuando tres pequeños pastores, Lucía dos Santos, de diez años, y sus primos Jacinta y Francisco Marto, menores que ella, afirmaron haber visto una aparición de la Virgen María en un lugar llamado Cova da Iria, en la región de Fátima al centro de Portugal.
El 13 de mayo de 1917 los tres niños vieron a la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos meses, todos los días 13 a la misma hora.
La Madre de Dios también reveló a los niños, en su segunda aparición, que Francisco y Jacinta morirían pronto y que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones.
La última aparición de la Virgen tuvo lugar el 13 de octubre de 1917. Según explican testigos aquel día, fue después de una llovizna y que el Sol emitió una luz distinta a la habitual, tanto así que muchos quedaron muy impactados.
Por otro lado, también hubo quienes relatan que aquella tarde, la ropa húmeda por la lluvia se había secado de manera milagrosa.
La muerte de Francisco y Jacinta
Una pandemia de gripe española arrasó en Europa en 1918 y mató a cerca de 20 millones de personas. Francisco y Jacinta contrajeron la enfermedad ese año y fallecieron en 1919 y 1920, respectivamente. Mientras que Lucía ingresó al convento de las Hermanas Doroteas.
El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy (España), Lucía tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María.
La devoción a la Virgen de Fátima
Cerca de una década más tarde tras su primera aparición, el Papa Pío XI concedió una indulgencia especial a los peregrinos de Fátima, el 1 de octubre de 1930.
En 1942, Pío XII consagró la humanidad al Inmaculado Corazón de María y fue Juan Pablo II quien visitó el lugar de las apariciones en tres ocasiones.
De hecho, en una de ellas acudió a dejarle a la Virgen la bala que le dispararon en la Plaza San Pedro, en lo que fue un intento de atentado contra el sumo pontífice.