El grave problema causado por la falta de agua potable en Carora, capital del municipio Torres del estado Lara, acumula varios años, a lo largo de los cuales ninguna gestión de gobierno ha podido solventarlo, mientras la población sufre las consecuencias.
En enero de 2014, El Informador publicaba en su entonces edición impresa, el reporte sobre la reparación de siete filtraciones en la aducción del embalse Los Quediches, a la altura del sector La Coposa, para recuperar 100 litros de agua por segundo.
Asimismo, sobre el mantenimiento a los sedimentadores de la planta de tratamiento Ciudad de Carora y a los motores de rebombeo de Los Quediches, así como eliminación de tomas ilegales en la tubería.
Para ese mismo momento, Hidrolara informó al Ministerio del Ambiente la necesidad de sustituir en su totalidad dicha tubería de concreto. Cinco oficios fueron remitidos al referido despacho “sin haber obtenido respuesta alguna”, aseguraron a El Informador, representantes de la hidrológica, por aquel entonces bajo la gestión de Henri Falcón.
Casi 10 años han transcurrido y, al día de hoy, la segunda ciudad más importante de la entidad larense sigue sin recibir agua con regularidad, y al parecer seguirá así durante unos días más, luego de que los trabajos que se estaban realizando en la aducción del embalse Los Quediches, no tuvieran el resultado esperado.
Gutiérrez: afectada hasta 65 % de la población
Julio Gutiérrez, presidente encargado del Colegio de Ingenieros del estado Lara e integrante del Movimiento Unidos por el Agua, estima que entre un 60 y un 65 % de los habitantes de Carora resultan afectados por la situación, pero desde ahora mismo, por cuanto desde hace 29 días no les llega una gota de agua por tubería.
Según Gutiérrez los trabajos que ejecutó Hidrolara, por demás costosos, tenían varias fallas técnicas, que dieron al traste finalmente el pasado viernes 7 de julio.
Dichos trabajos, apuntó, consistían en eliminación de filtraciones, de roturas, etc., en un tramo del alineamiento entre los caseríos El Aceituno y Burere, de la entidad torrense.
¿A su juicio, qué ocurrió con dichos trabajos?
– Hubo improvisación, en lugar de una previa y exhaustiva planificación de los trabajos a realizar sobre una tubería de vieja data. Se hicieron “en directo, en caliente, o en vivo, como se le quiera llamar, y de paso, sin utilizar plomo, que es lo que se requiere en estos casos”.
Gutiérrez sostiene que el material utilizado no se comportó como un verdadero sellador de las “juntas tipo campana”, es decir, de la unión de una tubería con la otra.
Por ello, cuando abrieron las compuertas y el agua corrió, las juntas no soportaron la presión y colapsaron, debiéndose cerrar nuevamente el flujo de agua, culminó Gutiérrez, destacando como corolario de la situación, la pérdida de unos 30.000 dólares (840.00 bolívares) que aparentemente costaron los trabajos.
Tiempo de reparación
Mirando hacia las soluciones, el ingeniero considera que el tiempo para alcanzarlas depende de la consecución de los recursos para reiniciar el plan de reparaciones, así como de la calidad de las mismas.
Gutiérrez reconoce que la información que maneja está basada en observación y versiones de quienes estuvieron de alguna u otra forma, cercanos a la ejecución, razón por la cual, dice, es necesario escuchar la versión de Hidrolara.