Reinaldo Gómez.- Para Ángel Ocanto, secretario general de Avanzada Progresista (AP) en el Estado Lara, “la gente ahora dedica gran parte de su tiempo a desforestar, a cortar árboles, para ver cómo encuentra leña para poder cocinar, por cuanto, ya desde un tiempo para acá, carece por completo del necesario gas para poder hacerlo, a pesar de que hace un mes la propia gobernadora Carmen Meléndez asumió directa y personalmente la distribución de tan necesario servicio, algo que, por cierto, no ha dado hasta ahora ningún resultado, o, en todo caso, lo ha dado en muy poca proporción”.
En términos generales, Ocanto, siempre enfilando sus baterías contra la primera mandataria regional, aseveró que “los larenses estaos indefensos ante los desmanes del régimen de Nicolás Maduro, y, al contrario de cuando gobernaba Henri Falcón aquí, no tenemos quién nos defienda ante tal situación, al extremo de que a nuestra entidad federal se le castiga con fuerza al hacerla víctima de dos y de hasta tres cortes eléctricos en un mismo día, cuando resulta que, en estados vecinos, como Portuguesa y Yaracuy, el servicio se ha mantenido más o menos continuo”.
-Lo más grave de todo esto –siguió diciendo— es que en Lara estamos sufriendo con una intensidad ya insoportable los males nacionales, y, así, mientras aquí las colas para surtir de gasolina con kilométricas, en Caracas y en los estados centrales usted no dura ni diez minutos en espera para hacerlo.
-Y, en otro orden de ideas, pero no menos grave, lo es el hecho de que, por si todo lo anterior fuera poco, la ciudadana gobernadora transformó a la policía regional, de ser amiga y protectora del ciudadano, como lo fue cuando Falcón gobernaba, en una fuerza letal de exterminio político especialmente a través de algo que ya ese convirtió en tenebroso en Venezuela, como lo es la Fuerza de Accione Especiales (FAES), y cuyas “ejecuciones” quedaron patentadas en el demoledor informe levantado por la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derecho Humanos, Michelle Bachelet.
-Y de la salud y del servicio de agua, mejor es ni hablar, porque ya nuestro estado depresivo podría llegar a niveles sencillamente insoportables.