Jeanine Áñez causó sorpresa cuando anunció el martes por la tarde que asumía la presidencia interina de Bolivia en una sesión legislativa que no reunió quórum ni siguió los protocolos esperados.
Tras la renuncia de todo la cadena de mando y el vacío constitucional que derivó, la legisladora puso el reflector en ella al asegurar que como segunda vicepresidenta de la cámara alta le tocaba asumir como titular interina del Ejecutivo.
Ciertamente, podía serlo, pero siguiendo los preceptos estipulados en la constitución boliviana, lo que para muchos analistas, no hizo.
Áñez tenía primero que pasar a la presidencia del Senado, porque ese cargo es el tercero en la sucesión de mando, después del presidente y el vicepresidente.
Para que la nombraran se requería no sólo quóroum, sino los votos de la mayoría de la cámara, actualmente dominada por el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales.
Lo mismo ocurre en la cámara baja y es que, del total de la Asamblea Legislativa Plurinacional (Congreso), 2/3 o mayoría absoluta, la tiene el MAS.
Una sesión extraordinaria fue convocada para la tarde del martes, pero los legisladores no acudieron como se esperaba. Alegaron falta de seguridad y cuestionaron los procedimientos. sólo 20% de los 119 legisladores del MAS llegaron a La Paz.
No obstante Áñez -apoyada por la oposición- se declaró mandataria interina. Quien fuera conductora y directora de televisión en su natal departamento de Beni, alegó “la necesidad de crear un clima de paz social”.
Con ese lema y biblia en mano, ingresó al viejo Palacio de Gobierno sin que se diera el paso más elemental que era recomponer las directivas de las cámaras para pasara a presidenta del Senado (aunque se adjudicó dicho cargo también) y, ahí, sí nombrada interina, previa aceptación de las renuncias correspondientes, lo cual tampoco se hizo.
De allí que Evo Morales escribiera vía twitter: «el acto de autoproclamación de una senadora como presidenta viola la CPE de Bolivia y normas internas de la Asamblea Legislativa».
Pero la abogada de 52 años tiene un asidero legal, y es el pronunciamiento del Tribunal Constitucional boliviano «considerando la grave situación política y social» del país.
Según el encargado de velar por el cumplimiento de la Carta Magna, «el funcionamiento del órgano ejecutivo de forma integral no debe verse suspendido», por lo que el siguiente en la línea de sucesión asume «ipso facto» la presidencia, sin requerir una «ley o resolución» del Congreso.
Aunque manifestantes a favor del depuesto mandatario todavía siguen en las calles, los sectores que le adversan aparecen ahora alineados: Luis Fernando Camacho, quien le dio ultimátum para renunciar y encabezó durante semanas los paros, protestas y bloqueos, anunció el cese de los mismos.
Según la Constitución, el objetivo del presidente (a) interino(a) es convocar a elecciones en 90 días, pero Áñez está decidida a hacer más: ya removió el mando militar, incluyendo al jefe de las FFAA, Williams Kaliman, el mismo que recomendó la renuncia a Morales y quien justamente la acompañó este miércoles en «saludo protocolario».
Otra de sus primeras medidas ha sido reconocer -en un acto de reciprocidad- a Juan Guaidó como presidente (E) de Venezuela. Para este jueves tiene previsto elegir su gabinete.
La historia continúa….