La Divina Pastora y el 14 de Enero
Hoy es uno de los días más significativos dentro del ánimo de la Grey de este pueblo de acendrada fe católica y especialmente mariana. Hoy tiene lugar la visita anual y tradicional de la venerable imagen de la Divina Pastora en su arribo número 166.
Es así, que en este día se le dará continuidad a una de las tradiciones religiosas más imponentes no sólo del país, sino de América Latina. Es el más profundo sentimiento colectivo el que patentiza desde hace 166 años con la visita de la Divina Pastora, son hombres, mujeres y niños reconfortados por el vino de la fe, por la visión seráfica, por el convencido presentimiento de días mejores, mejorías de salud, tanto propias como de ajenos, hijos, familiares y amigos, de bienestar y prosperidad en fin, todo el inmenso Universo de cosas por las que puede atravesar el ser humano y que encuentran consoladoras esperanzas en la fe, así como el reconfortante ahínco, decisión, empeño y entereza para emprender empresas o sobreponerse a las vicisitudes.
Todo empezó en las postrimerías del año 1855, cuando Barquisimeto, al igual que los habitantes de la Provincia de Caracas, Aragua y Carabobo se sacudían entre los estertores de la muerte bajo la espantosa epidemia del mortífero cólera.
Desde la aparición de la terrible bacteria virulenta «Spirillum Choleroe» en la ciudad, la infección tenía en su haber innumerables víctimas de todas las clases sociales, calculándose que la población descendió un cincuenta por ciento.
Para los primeros días del mes de enero de 1856 ya las sajas del «dividive» luego llamado “los colerientos” y en la actualidad Barrios Simón Rodríguez, sajas destinadas para dar sepultura común a las víctimas, se encontraban repletas de muertos. Dado el atraso de la época, en materia de profilaxia social, y la naturaleza fulminante de la epidemia, la medicina de entonces resultaba totalmente ineficiente y la enfermedad continuaba propagándose.
En aquellos días uno de los hombres que mayor ascendiente moral ejercía sobre el conglomerado barquisimetano era el cura párroco de la Santa Iglesia Concepción, el padre José Macario Yépez.
Aquel prelado sobresalía significativamente por sus austeras costumbres, su ilustración excepcional, sus dotes de recio polemista, su fama de pulcro escritor, su verbo en la catedral sagrada. Su tenacidad lo llevó a levantar el templo de La Concepción a los 41 años de haber sido destruido por el terremoto del año 1812. Había organizado las carcomidas rentas de la vicaría, de la misma manera había dotado al templo de ornamentos y demás accesorios del culto. Lo habían contemplado fundando escuelas en medio de las estrecheces de la atrasada sociedad existente.
Un hombre de esta naturaleza que gozaba de tanto respeto y popularidad y revestido del hábito sacerdotal, se encontraba altamente angustiado ante los momentos que estaba viviendo el rebaño de almas de aquel pueblo, un conjunto humano al cual se había dado en cuerpo y alma.
El Padre Yépez, estaba sumido en las más tristes reflexiones que se traducían en súplicas a la divinidad. Así, pensó en estimular las esperanzas mediante la fe que representaba singular elemento en el ánimo de su grey. De tal manera que ideó la erección de una cruz, «La cruz salvadora», la cual se convino erigir y bendecirla en el histórico sitio de Tierritas Blancas el 14 de enero de 1856.
Para aquella época ya la imagen de la Divina Pastora de la población de Santa Rosa del Cerrito, ya gozaba de gran fama como milagrosa, fama que se había acrecentado cuando con el demoledor terremoto del 26 de marzo de 1812 el humilde templo de Santa Rosa había quedado reducido a un montón de escombros, menos la pared donde se encontraba el nicho que contenía a la imagen de la Divina Pastora.
Así, que para darle mayor significación divina al acto en Tierritas Blancas y ante la fama de la Sagrada Imagen, el padre Yépez dispone que la imagen de la Divina Pastora de Santa Rosa fuese traída procesionalmente desde aquella aldea, hasta el pie mismo de la cruz. El preocupado clérigo no busca otra cosa que por medio de la expresión sensible del símbolo cristiano en comunión con el mariano, reconfortaran el estado de angustia colectiva, estimulando así los recursos de la fe en el sentido de las más altas esperanzas.
Serían las 4 de la tarde del 14 de enero de 1856 cuando la imagen de la Divina Pastora llegó al pie de la cruz, donde estaba el grueso contingente humano que abigarrado esperaba con fe a la Virgen Santísima con su cayado pastoril y el niño en su regazo, con su rostro irradiando bondad y ternura, ante cuya presencia se cifraban las esperanzas y salvación ante el diezmante flagelo.
Caía la tarde cuando la sagrada imagen llegó a las puertas mismas de la Santa iglesia de la Inmaculada Concepción, que se encontraba también abarrotada de la multitud orante.
Aquella virgen con su sencillo atavío de Pastora, sentada en su dorado solio, con un manto pluvial, su sombrerillo de paja sobre la inclinada cabeza, con su cayado pastoril y su Niño Dios en el regazo materno, simbolizaban aquellos dramáticos instantes lo más vivo del sentimiento de la devota multitud.
El padre Yépez desde las alturas del púlpito de La Concepción exclamó en trance de generoso holocausto: “…Virgen Santa, Divina Pastora, por el bien y salvación de este, tu pueblo, te ofrezco mi vida y que sea yo la última víctima del cólera…”
Dice el hermano Nectario María, que fue creencia generalizada confirmada por los sobrevivientes de la epidemia, que la llegada de la Divina Pastora a Barquisimeto marcó el fin de tan mortífero morbo.
Hoy, nuevamente florece en todos los corazones con la llegada de la Divina Pastora, el consolador comentario y la esperanza se anida en las almas. Hoy, desde horas de la mañana será conducida procesionalmente una vez más nuestra Excelsa Patrona hasta la Santa Iglesia Catedral de Barquisimeto. El acto central como hace 166 años tendrá lugar en Tierritas Blancas, hoy Plaza Macario Yépez desde 1952, nombre inmortalizado en la dureza del bronce, justamente al lado de la cruz, que el inolvidable levita levantara y bendijera hace 166 años. Allí también estará, como lo ha hecho desde 1916 la Orquesta Mavare, la orquesta típica más antigua aún vigente en Venezuela, en manos actualmente de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado desde el 2001, con su tradicional recibimiento musical.
Será el reencuentro de una singular trilogía; la Divina Pastora y el Padre Yépez en Tierritas Blancas, encuentro que jamás cesará porque la visita de la Divina Pastora está destinada a perderse en el tiempo, pues la presencia año a año de niños en brazos, de adolescentes y jóvenes que crecen al candor de la tradición, determinan esa prolongación insoslayable, esa continuidad perpetua de fe, de nostalgia, de alegría, de regocijo y oración, de esperanza y salvación.
¡… Bienvenida Divina Pastora…!
Barquisimeto 14 de enero de 2024
Fuentes Consultadas:
Garmendia, H. (1955) Cien Años y la Divina Pastora. Tipografía Dinelli. Barquisimeto Venezuela.
Nectario, M. (1926). Historia de la Divina Pastora de Santa Rosa. Tipografía Casal. Barcelona. España.
Orellana, F. (1995) Reminiscencia de un Culto Arraigado en Barquisimeto. Impresos Orellana. Barquisimeto. Venezuela.