A muchos católicos venezolanos no les ha caído muy bien la postura que mantiene el papa Francisco en torno a la actual situación política de Venezuela.
Veladamente o en público le han exigido una posición más dura y frontal.
El cardenal venezolano Baltazar Porras salió el miércoles en defensa del papa tras la divulgación de una misiva que le envió a Maduro en la que expresó que no estaban dadas las condiciones para una mediación del Vaticano en la crisis política, según lo reportó el diario italiano Corriere della Sera.
Porras dijo a @UniónRadioNet que la Iglesia católica no está en contra de ningún sector político en Venezuela, y que no debe asumirse su postura (de no estar con ninguna de las partes) como que «nos estamos lavando las manos».
En una postura que dista diametralmente de la que tradicionalmente ha manifestado la jerarquía eclesiástica venezolana, Porras agregó su labor es buscar la unión y que se alcance una solución pacífica.
Algunos analistas y periodistas especialistas en temas del Vaticano han reconocido que para el papa Francisco el caso venezolano se ha vuelto una crisis difícil de manejar aunque trabaje silenciosamente para lograr una salida pacífica.
Desde 2016 el Vaticano se involucró más en la crisis luego de participar junto a los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, de España; Martín Torrijos, de Panamá, y Leonel Fernández, de República Dominicana, y Unasur, en un proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición que fracasó por la falta de acuerdo entre las partes, aunque cada uno de ellas tenga una versión diferente.
La postura del pontífice ha desatado algunas críticas dentro de la iglesia. Recientemente el padre jesuita José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, dijo a una radio local que «quisiéramos de parte del papa una postura mucho más contundente, mucho más clara».
El fraile capuchino Edwin Fernández fue más condescendiente y dijo a The Associated Press, a la salida de un acto en la estatal Universidad Central de Venezuela al que asistió Juan Guaidó, que el pontífice debe ser visto no sólo como un líder religioso sino también como un “líder político» que mantiene relaciones con todos los gobiernos.
También la posición crítica que han mantenido los obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana contra Maduro, quien ha llamado a algunos purpurados «diablos con sotana», y dijo que los sacerdotes son tan ciudadanos como cualquiera y pueden dar libremente sus opiniones porque sufren las mismas penurias que el resto de la población.
Con información de AP