José Colmenárez, de 51 años, se dedica a la carga y descarga de gandolas en Barquisimeto, desde hace un año, tras renunciar en una fábrica de envases.
Prefiere el trabajo informal, por la misma razón que mucha gente en Venezuela: es más rentable –dice- mientras protege la carga con un encerado.

El pago depende de la cantidad de trabajadores. El dueño de la carga destina una cantidad específica de dinero y divide entre el número de caleteros. Se cobra no menos de tres dólares, detalla.

En un día puede haber entre 10 y 15 gandolas para descargar, comenta.
El tiempo de descarga puede variar. En este caso, se cargaron 650 sacos en 45 minutos máximo, porque participaron 20 caleteros.
Y cada trabajador carga en su cabeza un saco que pesa 45 kilos, para lo cual la principal recomendación de los expertos es: adoptar posturas correctas.

«La espalda debe estar completamente recta, pies separados y mirando en dirección al movimientos para lograr el equilibrio del cuerpo», según Mireia Arjona, ICE Salud (http://www.fundacionmapfre.org).
De los 20 trabajadore que descargaban una gandola, el viernes 14-M, en la carrera 21, solo uno usaba faja.

Los caleteros no tienen jefe de grupo, sino que el comerciante lo contacta y contratra para el trabajo, el cual se distibuye democráticamente entre ellos.
Unos prefieren trasladar la mercancía hasta la gandola y otros recibirla y acomodarla. Es un trabajo de equipo, expresó Colmenárez.
@auritarosacastillo
Fotos: Julio Colmenárez