Un grupo de biólogos encabeza un proyecto de conservación de delfines de río en el Orinoco y sus afluentes, como las toninas (Inia geoffrensis) con el fin de estimar su población e identificar las principales amenazas de la especie.
Lo que inició como una expedición para estimar la abundancia de estos delfines pronto se convirtió en un proyecto de investigación para determinar qué está afectando la población y el hábitat de los delfines de río, y cuáles zonas de su distribución natural ya no están ocupando.
Así nació el proyecto Sotalia. Yurasi Briceño, bióloga y directora del proyecto que ya tiene más de cuatro años de trayectoria, destaca que para la iniciativa de conservación de los delfines del Orinoco ha sido clave educar a las comunidades y a los pescadores sobre la función que cumplen estos animales en el ecosistema.
El delfín del Orinoco (o tonina) es una de las cinco especies de mamíferos acuáticos que habitan en la Orinoquia y la Amazonía venezolana. Además es el delfín de agua dulce más grande del mundo.
Las toninas garantizan el ambiente saludable del río, pues controlan la población de peces asegurándose de que solo sobrevivan los peces sanos y aptos para el consumo humano.
Entre serias amenazas
La pesca accidental, tala de árboles, emisión de contaminantes utilizados en la actividad minera y petrolera y la cacería ilegal con fines medicinales amenaza directamente a las toninas y degrada su hábitat natural.
La actividad humana -como la construcción de diques y represas- ha modificado el cauce natural de los ríos, lo que provoca que cada vez sea más frecuente que los delfines queden atrapados en brazos de agua donde no tienen espacio suficiente para moverse.
“Hay una reducción muy fuerte del hábitat de las toninas, lo más triste es que a veces los habitantes de estas zonas no saben cuáles son las causas. Hay áreas de su distribución natural que ya no están ocupando y sabemos que es por acciones humanas”, manifestó la bióloga.
La experta señala que la última vez que se hizo una estimación de población de las toninas en el río Orinoco y sus afluentes fue en 2014, por lo que el proyecto Sotalia pretende actualizar el censo y hacer una estimación poblacional de toninas en ríos pequeños donde nunca antes se ha hecho.
Actualmente están haciendo una estimación de abundancia de la tonina del Orinoco en los ríos Capanaparo, Cinaruco y Portuguesa, y una evaluación de la captura y el uso de las toninas del lago de Maracaibo (Sotalia guianensis).
“Tenemos que tener datos de al menos tres años de estimación de abundancia de las toninas. Por eso estamos haciendo expediciones en ríos donde nunca se ha estimado su población, y son ríos tributarios del Orinoco”, explicó Briceño.
La bióloga informó que el proyecto Sotalia también está enfocado en promover acciones para el rescate de los delfines de río involucrando a las comunidades. “Hemos registrado rescates en la zona de los llanos. Los llaneros rescatan a las toninas del caño donde quedan atrapadas y las trasladan al río, pero no se recaba información, nosotros queremos hacerlo”, dijo.
En 2018, el Estado venezolano publicó el Plan de acción de conservación de mamíferos dulce acuáticos en Venezuela 2017 – 2027. La tonina del Orinoco se considera una especie vulnerable y por lo tanto tiene una veda indefinida, es decir, prohibición total de caza, captura, uso y transporte de la especie.
“Queremos cubrir esos seis ríos para saber cómo está toda la población de toninas, y luego repetir la expedición para saber si está disminuyendo, se mantiene igual, o creciendo. También queremos seleccionar las áreas críticas que provocan que la población de toninas disminuya para saber cómo accionar”, expuso.
Mientras tanto, los biólogos actúan con datos preliminares para preservar la especie.
¿Cómo las acciones humanas amenazan la existencia de las toninas del Orinoco?
Briceño explicó que actualmente los delfines de río se enfrentan a graves amenazas por la actividad humana.
La tala de los árboles cercanos a los ríos, por ejemplo, provoca que se acelere la tasa de evaporación del agua porque el sol golpea directamente las cabeceras de los ríos, conforme se acelera la evaporación hay menos agua disponible.
Si las semillas que caen de los árboles al agua y alimentan a los peces, de repente dejan de estar disponibles, los peces se desplazan, y las toninas quedan con menos alimento disponible, por lo que migran a otros cuerpos de agua.
La construcción de diques, por otro lado, cambia el cauce natural del río, lo que a menudo provoca el varamiento de toninas.
“Se han reportado varamientos con frecuencia. Cuando llueve el río crece y forma brazos, las toninas entran a esos brazos para buscar más peces, pero cuando el río baja muy rápido, a ellas no les da tiempo de salir y quedan atrapadas porque no hay agua suficiente para que ellas estén”, dijo la bióloga.
Con información de Correo del Caroní