Al fallecer este domingo 15 de febrero, a los 85 años de edad, Johnny Pacheco sencillamente entró al mundo de los inmortales de la música afrolatina, de la que fue –y lo afirmamos sin ningún temor a equivocarnos- un verdadero coloso.
Quizás como él, muy pocos podrán exhibir el legado que dejó a todos aquellos amantes del género que él más cultivó, y al que contribuyó de manera fundamental a hacer conocer mundialmente: La salsa, o, tal como antes se citó, la música afrolatina, como prefieren llamarla algunos.
Breve biografía
Realmente, se necesitaría un libro para escribir con detalles la vida de Johnny Pacheco.
Modestamente, nos vamos a permitir señalar que el nombre de pila de este gigante dela música era Juan Azarías Pacheco Kiniping, y que nació en Santiago delos Caballeros, República Dominicana, el 25 de marzo de 1.935, lo que quiere decir que estaba próximo a cumplir los 86 años de edad.
Su deceso tuvo lugar en un centro de salud privado de Nueva York, Estados Unidos, este 15 de febrero, tal como ya se sabe en todo el continente americano, a consecuencia de una pulmonía severa, tras dos días de reclusión.
Su padre era, en su ciudad natal, clarinetista y director, además, de la Orquesta Santa Cecilia, factor que, desde la niñez, lo familiarizó con la música.
Cuando contaba con 11 años de edad, su familia emigró desde su país a Nueva York, ciudad en donde, siendo bastante joven, aprendió inicialmente a tocar la percusión, en una academia musical de la urbe norteamericana.
Pero, paralelamente, aprendió también a ejecutar la flauta de forma magistral.
Así, ya a finales de los años 50, formó parte de la orquesta de Charlie Palmieri.
Su propia banda
Pero su mente creadora y su espíritu emprendedor en ese mundo melódico lo llevaron a que se decidiera a formar, en 1.960, su propia agrupación musical, a la que denominó “Pacheco y su Charanga”.
Esta banda tuvo una inmediata aceptación, por la calidad de sus interpretaciones, pero también por la forma cadenciosa y enormemente candente de interpretar la música bailable, que, por encima de todo, no dejaba de tener sus genes en la música cubana.
Fue entonces cuando salió a la palestra el tema que marcó un antes y un después en la historia de la música bailable latinoamericana: “Acuyuyé”, una melodía que le dio la vuelta al mundo, y que –pudiera afirmarse- todo el mundo bailó en esa década, y en otras subsiguientes.
Por cierto, este tema ha sido versionado por numerosas orquestas de música latinoamericana, y hasta por la misma Fania.
Con su novedosa agrupación, Pacheco grabó cuatro discos de larga duración, todos de mucho éxito, y en los cuales sus excelentes y rítmicos solos de flauta enriquecieron cada una de sus interpretaciones.
Por supuesto, comenzaron a llover los contratos, por lo que esta banda cumplió giras por varios países latinoamericanos, por Europa, por Asia y por buena parte de los Estados Unidos.
A tal extremo llegó su éxito en ese momento, que fue la primera agrupación de música latina en presentarse en el Teatro Apolo, de Nueva York, en los años de 1.962 y 1.963.
A fines de ese mismo año, ya disuelta su agrupación, junto al empresario disquero y de espectáculos Jerry Masucci, crea la disquera Fania Records, que editaba discos de algunas de las bandas latinas de ese momento en los Estados Unidos.
El gran paso
Pero es en el año 1.968 cuando ambos se deciden a dar el gran paso: La creación de la orquesta Fania AllStars, que, traducida al castellano, quiere decir algo así como “Todos Estrellas de la Fania”.
Para conformar esta fenomenal banda, Pacheco –quien fue su sempiterno director- lo que hizo fue algo muy sencillo, pero genial: Reclutó precisamente a los mejores músicos y vocalistas de cada una de las orquestas de corte latino existentes en Nueva York,
Es más: Entre estos “reclutas” figuraron incluso algunos de los directores de tales agrupaciones.
Y, con todos ellos, Pacheco armó su tremenda “trabuca”.
La primera producción musical de la novedosa banda se denominó “Cañonazo”, con Pete (“El Coonde”) Rodríguez como cantante.
Pero por la Fania pasaron los mejores y más calificados vocalistas del género bailable –salsero, para mejor decirlo- de ese momento, y que fueron tantos que no nos atrevemos amencionarlos por temor a que alguno de ellos se nos pueda quedar por fuera.
Apenas nos atrevemos a mencionar, por el respeto que merece y por el sitial que ella ocupa, a la incomparable Celia Cruz.
La gran excepción
La gran excepción –tal vez- fue Oscar de León, quien nunca –hasta donde sabemos- formó parte del plantel de la Fania.
Y todavía tampoco sabemos por qué motivo, aun cuando el venezolano fue gran amigo de Pacheco, y participó –como invitado, suponemos- en varios de los conciertos de la Fania.
No obstante, los salseros del mundo entero saben quiénes fueron los demás vocalistas.
Por supuesto, desde el primer momento, la Fania empezó a cosechar éxitos, y fueron tantos que prácticamente le dio la vuelta al mundo en multitudinarios conciertos en las principales urbes, no solamente de América y de Europa, sino hasta del continente americano.
Obviamente, sus discos y, luego, sus videos, se vendieron a montones.
En Google, valga el señalamiento, encontramos una expresión que pudiera resumir todo lo que este Gulliver de la música concitó en torno a sí:
“Como ejecutivo de la empresas, director creativo y productor musical, Pacheco se encargó de apoyar y de lanzar las carreras de muchas –para ese momento- jóvenes estrellas que formaron parte de la Fania Records”.
La Fania en Barquisimeto
Con la ayuda del profesor Carlos Colmenárez, el muy bien documentado autor de la columna semanal “Salsa Escrita”, que se publica todos los viernes en este portal, valga señalar algo que quizás muchos de nuestros consecuentes lectores no recuerdan, o que, tal vez, por ser muy jóvenes, no conocen.
Y es que las Estrellas de Fania se presentaron en una ocasión en la capital larense, con casi toda su tropa de cantantes. Ello ocurrió en la tarde –y hasta en la noche- del día jueves 14 de agosto de 1.980, el Estadio Barquisimeto, hoy en día Estadio “Antonio Herrera Gutiérrez”.
Allí, las agrupaciones alternantes fueron el Clan de la Salsa y la Banda del Camión.
Posteriormente, en febrero del año 1.993, igualmente vino a Barquisimeto algo así como unas “derivación” de la Fania, encabezada por el mismo Pacheco, que se denominó ”Los Caballos de la Salsa”, por supuesto, con los mismos vocalistas de la afamada orquesta salsera.
El concierto tuvo lugar en el Coliseo Hípico Municipal del entonces Complejo Ferial, y alternó allí con los visitantes la orquesta cristiana “La Profecía”.
Pero nuestro personaje no solamente se distinguió como músico, sino que también fue un hombre bastante solidario con sus semejantes, al extremo de participar en varios conciertos y actividades a beneficio de enfermos crónicos y de víctimas de huracanes en Estados Unidos.
También en la República Dominicana, fue conocida su labor solidaria para con sus paisanos.
¿Cuál fue el secreto…?
Tal vez sería el mismo Pacheco quien podría decir cuál fue el secreto de su gran éxito.
No obstante, tal vez siendo un tanto irreverentes, se pudiera afirmar que el secreto de su éxito fue, en primer lugar, su innegable calidad como músico.
Luego, su también innegable calidad como creador.
Y, después, su tremendo olfato musical, para dar exactamente con el gusto de los bailadores, no solamente de América Latina, sino de buena parte de los Estados Unidos.
Por cierto que tal vez pudiera agregarse a ello la acertada iniciativa que tuvo él de montar excelentes arreglos de temas antiguos del son montuno cubano, para versionarlos con orquestas completas, es decir, con toda la moderna instrumentación del momento.
Descanse en paz este gigante del continente americano.
Su legado quedará vigente para la posteridad.
Reinaldo Gómez
Fotos: Archivo.