Cambio Perdurable
La humanidad aun continúa sumida en la oscuridad de la guerra, sin duda aún estamos muy lejos de una paz duradera.
Sobretodo si la paz no reina dentro de nosotros como individuos, y a tal respecto siempre he apoyado la idea de que la suma de cada acción o pensamiento de odio, deriva en última instancia, en un conflicto bélico.
Si analizamos lo anterior con mucha atención, en mi opinión, podemos notar que en cada sociedad a través de la historia, se enseña la cultura de la violencia a través de la tradición oral, textos, canciones, filmes, a través del ejemplo (por imitación) y más recientemente, por medio del Internet.
Ello es confirmado por el hecho de que vivimos en guerra contra nosotros mismos y los demás, y las elites promueven las confrontaciones armadas, mandando al frente a los más jóvenes, en la mayoría de las ocasiones para defender intereses egoístas de unos pocos, encontrando para ello alguna justificación que apela a la emocionalidad de los pueblos.
Tal como un enjambre de abejas obedeciendo una orden cifrada de su reina, así vamos de guerra en guerra, enriqueciéndose algunos y muriendo muchos otros, bajo la bandera del deber patriótico.
No ha sido mi intención al escribir estas líneas, hacer una valoración moral de lo anteriormente planteado, sino ir a la causa más que al efecto, y es que si queremos un cambio debemos convertirnos en este, cada quien tiene el poder de cambiarse a sí mismo, de cuidar de la parcela de su mente, y en consecuencia de sus emociones, viviendo ese trayecto de la agitación a la paz o al menos transitar el viaje de crecimiento personal sin centrarse en los resultados.
De esto, cabe destacarse que cada persona o pueblo tiene derecho a defenderse, es algo natural, y es un tema diferente a las ideologías fundamentalistas o a los interéses geopolíticos qué ocasionan que se pierdan innumerables vidas y bienes.
Al respecto pienso que todo cambio perdurable se da de adentro hacia afuera, de manera gradual, comenzando por cada persona, porque independientemente de la raza, religión, nivel cultural o económico, todos tenemos una percepción del “bien” y del “mal” que nos dicta nuestra conciencia y es lo que finalmente nos diferencia de otras especias qué habitan este planeta, personificando tal vez la intención del creador de expresar un cambio a través de nosotros.