Desde hace rato huele a Navidad. Si paseas por las calles notas que todo está decorado con luces, si entras a los supermecados están las pilas de turrones y demás dulces navideños, y si pasas a las tiendas hay un montón de regalos que nos llaman para encontrar ese objeto especial que queremos entregarle a un niño. Entre todo, cabe la pregunta: ¿Nos estamos pasando un poco?
Cuando en Navidad nos dejamos llevar por el impuso de dar el mejor regalo a nuestros niños, o la mayor cantidad posible, realmente no nos pasamos un poco sino demasiado.
Vale destacar que la Navidad se divide en dos momentos: el material, que es el de los regalos, el del consumismo, el que nos incita a las compras; y el espiritual, que es “ese no sé qué tiene” la época que le hace tan especial y se promueven valores como la solidaridad, la generosidad o la humildad. Respecto a esto último, existen quienes consideran que lo espiritual de la época debería ser un estado que no solo se concentrase en uno o dos meses, sino durante los 12 meses del año.
La Navidad es muy buen momento para trabajar en los pequeños la parte emocional que tiene la época decembrina. Esto nos conecta con el principal valor a destacar: la generosidad, que no es más que dar algo sin pedir nada a cambio.
En la familia, quienes son padres o madres, saben lo que es realmente dar sin esperar nada a cambio. Incluso, hay quienes afirman que hasta que no tienes un hijo no entiendes lo que es verdaderamente no esperar nada. Es verdad que al final con tu esposo o mujer, incluso con tus padres, siempre esperas algo a cambio, pero de padres a hijos no. Y es ese estado tan placentero que debemos procurar que nuestros hijos también entiendan, es decir, el hecho de dar sin recibir.
No obstante, lo antes expuesto va en antítesis con la Navidad que también nos vende que tienes que recibir algo. Entonces, estamos obligados a conjugar ese dar y recibir sin esperar nada.
Expectativa vs. realidad
Es extraño que un niño de 4 años tenga ansiedad hacia los regalos. Sin embargo, cuando se da el caso, puede venir de una mala gestión educativa al no haber sabido enseñar al nuestros hijos la pausa, la paciencia, el no todo a la vez ni la inmediatez.
Es cierto que vivimos en un momento de inmediatez, que si el whatsapp, la redes sociales, entre otros, porque el momento siempre tiene que ser ya y no pensamos en el ir construyendo o sembrar en el día a día.
Como niño tienes derecho a pedir lo que quieras, en ese sentido todo vale, pero sí que los padres tienen que tratar que sean consecuentes, y que todo sea sostenible o proporcional a lo que pide. Y lo más importante: que no les genere ansiedad.
Cuando esperamos algo no puede convertirse en un estado de ansiedad. Esto le pasa mucho a los padres y los maestros cuando generan una expectativa o una ilusión a los niños preguntándoles: ¿Qué le vas a pedir al Niño Jesús, a los Reyes Magos o a Papá Noel?; y además les dicen: “vamos a hacer la carta”, y le dejan que pongan seis cosas o las que quieras, en vez de decirle quita tres, dos o una.
En conclusión, los padres tienen que gestionar el entender la sostenibilidad y la proporcionalidad.
Poco a poco
La idea no es que los niños pierdan la ilusión de que viene el Niño Jesús, los Reyes o Papá Noel, pero tampoco que no se centren en el duelo material de que entre más regalo reciba sería mejor.
Hay niños que tras recibir los regalos de Navidad empiezan a abrir primero el de los padres, luego el de los tíos, los abuelos, entre otros, y llegan un momento que entre abrir y abrir no hay ninguna ilusión para el resto de los días. Convendría que se les guarde en el trastero para después ir dándoselos poco a poco.
Ese de poco en poco es lo que deberíamos procurar durante todo el año, que no le falte a nuestros hijos durante todo el año, por un lado, regalos materiales, y por otro, regalos emocionales (mucho abrazo, mucho aplausos, mucha sonrisa y mucho cariño).
No hay que tener miedo
Un niño de unos seis años jamás va a perder la ilusión de navideña, porque es muy ilusionante recibir regalos, pero hay que tener cuidado para que no le genere ansiedad, lo cual le conecta con la depresión.
Con lo antes expuesto, provocamos que nuestros hijos se frustren poco, porque tenemos miedo a que lo hagan cuando eso es lo que le da aprendizaje. Solamente cuando te frustras es la manera que buscas estrategias y recursos y habilidades para crecer.
Hay que tener cierta finura emocional. No es lo mismo frustrarse que decepcionarse. La frustración es personal, nos frustramos con nosotros mismos, por algo que no nos ha salido como queremos, y por tanto tenemos dos opciones: dejarlo, y vemos el nivel de persona que somos, o armarte de valor y decidir buscar recursos para enfrentarte a esa situación en la que has fallado. En cambio, en la decepción te decepciona del que tienes al lado, tu padre, tu equipo de futbol, tu maestro.
Como padres no hay que tener miedo, y hay que poner a los hijos escenarios para que se frustren, porque es eso lo que dará la medida de si toman nota y van hacia adelante, o si toman la medida de no enfrentarse a esas situaciones que les pasa.
Las frustraciones no solo son básicas sino fundamentales, como parte del aprendizaje de cada uno.
¡Precaución!
En el caso de los niños que tienen rabietas por no recibir el regalo que pidieron, vale destacar que son propias de las decepciones.
La decepción quiere decir que la expectativa que tenías hacia ese regalo no coincide con lo que te has llevado. En cambio, cuando hay frustración te molestas contigo mismo pero no llega la rabieta.
Por tanto, a los niños hay que preguntarles y no dar las cosas por hecho: ¿Qué entiendes tú por Reyes? ¿Cuántos juguetes quieres que lleguen? ¿Qué tienes pensado para la noche de Reyes? ¿Cómo tienes visualizado la noche de Papá Noel?
Si el niño la visualiza como que estará por la noche en la cama y al levantarse recibirá un regalo, pues bien. Con que haya uno, expectativa cuadrada. Pero si dice: estaremos en casa, de repente se abre la puerta, y entran, y entran, y entran regalos… Como no haya regalos, su expectativa no va a coincidir y, por lo tanto, decepción y rabieta va a haber.
Fuente: AsíLoveCamila