La estrella mundial de salto triple, Yulimar Rojas, ganadora de dos títulos mundiales consecutivos y candidata de Venezuela al oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, inspiró la realización de un mural por un talentoso grafitero venezolano conocido como Badsura.
Para Wolfgang Salazar, la atleta es una musa y una fuerza de la naturaleza capaz de elevar el ánimo de sus compatriotas, incluso en uno los peores momentos de la historia de Venezuela.
Rojas -la primera venezolana y tercera latinoamericana en consagrarse como atleta del año, un galardón otorgado por World Athletics- es motivo de alegría y orgullo en esta nación urgida de buenas noticias mientras es azotada por una severa crisis política y social.
«Cada mural es una buena noticia, una linda noticia. Una nueva cosa que está pasando en la ciudad y la gente se alegra; todos quieren ir a tomarse fotos, compartir», dice Salazar, el artista del grafiti de 30 años de edad.
Por eso, explica que escoger como musa a la atleta de 25 años fue algo natural para él, pese a que no se conocen.
Dice que la eligió por ser «un personaje que ha alzado la bandera» venezolana «en lo más alto». Además es «un personaje actual y joven».
La inspiración, el motivo
El artista procura que la gente tenga algo que contar distinto a la lucha por sobrevivir del día a día o sobre los efectos de la cuarentena por la pandemia.
«Que puedan sonreír por un momento y que lleguen a su casa contando una historia distinta» es una gran recompensa, expresa.
«Badsura» ha pintado en muros a figuras como Simón Díaz, el afamado cantautor venezolano que conquistó al mundo con su clásico «Caballo Viejo» y falleció a los 85 años en 2014.
Considera que no se puede «solamente vivir del recuerdo»: la identidad del venezolano debe preservarse y construirse a diario, acotó.
Las propuestas artísticas de sus murales también abordan otros temas que agobian a millones de venezolanos, no obstante, en vez de lanzar puras críticas, explica que su intención es que las personas se vean reflejadas en sus obras y «reflexiones».
Por eso él muestra a las personas que salen a diario a las calles a ganarse la vida lidiando con los problemas que se han hecho cotidianos, y lo hace con el fin principal de que «la gente se vea reflejada en un muro y diga: «yo existo y lo que me pasa existe, soy real y me siento identificado».
Badsura se considera afortunado de poder vivir de su arte gracias a los admiradores que han aprendido a apreciar el grafiti.
Muchos de éstos le piden decorar con murales sus locales comerciales e incluso le ayudan a financiar la reparación de los muros para que sus pinturas resistan mejor el paso del tiempo.
Poco a poco, este venezolano se ha convertido en una fuente de inspiración para muchos niños que se acercan mientras trabaja colgado de un andamio.
También sueña que queden en el olvido los tiempos cuando el grafiti era visto como un acto de vandalismo y llegue el día en que «los más jóvenes puedan tener recursos de donde inspirarse para ellos crear, hacer nuevas propuestas y llegar más lejos de lo que uno pueda llegar».
Con información de AP
Versión: ICOLT
FOTOS: AP