Reinaldo Gómez / Nuevamente, los llamados ‘colectivos sociales’, es decir, grupos de choque afines a las diferentes instancias de gobierno, volvieron a hacer ayer de las suyas, o al menos lo intentaron, contra nuestro reportero gráfico Emmanuel De Souza y, al mismo tiempo, contra el autor de esta crónica.
Ello ocurrió durante la cobertura de la visita al Urbanismo ‘Alí Primera’, de esta ciudad, de los miembros de la comisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente aquí en Venezuela.
Para ofrecer todos los detalles de este craso abuso de poder, tal vez nos faltaría espacio.
Pero, en resumen, esto fue lo que ocurrió:
Ya cerca de la 1:00 de la tarde de ayer, en el vehículo del periódico, abandonábamos la respectiva urbanización antes citada, mientras frente al Liceo Boivariano ‘Luis Beltrán Prieto Figueroa’ se montaba una bien organizada concurrencia de gente, con la presencia, además, de grupos bailables y bandas de guerra,
Un poco más allá, frente al bloque 12 de dicha urbanización, entre 20 y 25 habitantes –hombres y mujeres– de varios de esos bloques, a la vez que cerraron el tráfico de vehículos con pipotes de plástico vacíos de diferentes tamaños, manifestaban a viva voz en reclamo de agua, “que hace como cinco años que dejó de llegarnos permanentemente, y ahora nos llega es un chorrito cada dos meses, por lo que tenemos que comprar el preciado líquido a los cisterneros, que nos cobran tres mil bolívares o más por una pipa”.
–Lo que nosotros queremos –apuntaban– es que la comisión de la ONU vea nuestra tragedia, a lo que se suman el hambre, la inseguridad, la pésima atención de salud, etc., y que no se quede en lo que le muestre el gobierno.
Cuando el colega De Souza captaba las gráficas correspondientes, ante la mirada indiferente de varios policías estadales allí plantados, se aparecieron en el lugar unos cinco o seis sujetos, no mal vestidos, por cierto, aun cuando de camisa, y algunos con cachuchas, quienes con palabras firmes lo conminaron a que borrara las imágenes que había captado, a la par que se abalanzaban sobre él para tratar de despojarlo de su cámara fotográfica, y no sabemos si hasta de su teléfono celular.
Cuando quien esto escribe se da cuenta de lo que ocurría, se acercó raudo también al sitio del forcejeo, y, con voz firme, les manifestó a los individuos que eso no podía ser porque ello era el trabajo de él como reportero gráfico, aparte de que estábamos en un sitio público.
Y en dos oportunidades, uno de ellos, señalando al autor de esta crónica con el índice derecho, expresó más o menos: “Mira, nosotros somos colectivos, y te conozco. Yo sé quién eres tú y dónde te podemos localizar. Así que mejor borren las fotografías”.
Por fortuna, De Souza logró escabullirse y penetrar al vehículo nuestro, e igual hizo quien esto escribe, y pudimos salir avantes de este nuevo atropello de esos tales ‘colectivos’, que no son más que las mismas bandas armadas de otras épocas que parecían ya superadas, pero que ahora es cuando están más vigentes que nunca, y, por lo que se ve, con pleno apoyo gubernamental.