La Cámara de Diputados de México inició este domingo 17 de abril un pleno especial para votar una propuesta de reforma constitucional sobre el sector energético que tiene pocas posibilidades de prosperar, pero, aun así, ha provocado un debate encendido porque podría echar por tierra la apertura del mercado que se registró en 2013.
La reforma busca esencialmente dar ventaja a la generación gubernamental de electricidad, que proviene mayoritariamente de plantas muy contaminantes, sobre las privadas, que se han centrado en energías renovables y gas natural. Además, permite revisar, o incluso anular, contratos suscritos con las empresas privadas, algo que los críticos del proyecto —entre los que se encuentra el gobierno de Estados Unidos— afirman que se viola la libre competencia y acuerdos internacionales suscritos por México.
Morena —el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador— y sus aliados no tienen la mayoría cualificada necesaria para sacar adelante los cambios en la Carta Magna y la oposición se ha declarado abiertamente en contra de esta reforma. La principal duda de la jornada era si llegarían los diputados necesarios para romper el balance de fuerzas.
Al menos hubo quórum. La sesión comenzó con 488 de los 500 diputados presentes y entre pancartas, banderitas de México y gritos cruzados con puños en alto. “Traidores”, coreaban unos; “No pasará”, contestaban otros. Salvo sorpresas, la iniciativa de reforma será rechazada.
Dada la polarización del debate —en el que tanto los opositores como los oficialistas tacharon a sus contrarios de falta de patriotismo— y el anuncio de manifestaciones en las afueras del Congreso que pudieran bloquear el acceso, la mayoría de los diputados de la oposición pernoctaron en la Cámara.
El Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, unidos bajo la coalición “Va por México”, insistieron en que se mantendrán firmes contra la propuesta del gobierno.
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