Hasta nuestras oficinas de redacción se acercó el ciudadano Carlos Vásquez Abarca, trabajador jubilado de la empresa Corpoelec-Lara, para denunciar que, a 10 años exactos del trágico fallecimiento de un hijo suyo que recibió una poderosa descarga eléctrica mientras laboraba para dicha empresa, ésta es hora en que los hijos del mismo, es decir, sus nietos, no han percibido ni un céntimo por concepto de indemnización.
Al narrar los hechos, Vásquez Abarca explicó que se refiere a su hijo, quien fuese el ingeniero Carlos Alberto Vásquez Lucena, el que, para el momento, contaba con 30 años de edad, y laboraba en la subestación y transmisión de mantenimiento de líneas de alta tensión.
Al preguntársele qué fue exactamente lo que pasó, contó el visitante que el suceso en cuestión tuvo lugar el día 11 de abril del año 2014, en la subestación El Manzano de la vía Barquisimeto-Río Claro, entre las 10:00 y las 10:30 de la mañana.
Siguió explicando que su hijo y otros dos trabajadores se dedicaban a efectuar labores de mantenimiento en un interruptor de alta tensión de 24.000 voltios de potencia.
Añadió que, en ese momento, sobrevino la poderosa descarga eléctrica que causó la muerte, ese mismo día, de uno de los otros trabajadores, de nombre Jesús Meléndez.
–Mi hijo –prosiguió— murió dos días después, por iguales lesiones, en el Hospital Central “Antonio María Pineda”, de Barquisimeto.
Del tercer trabajador, manifestó que, aun cuando también resultó con serias lesiones, pudo recibir tratamiento de rigor, y sobrevivió a tales lesiones.
Dos hijos huérfanos
Destacó que su hijo dejó, a su vez, dos –para ese momento– pequeños hijos, una hembra y un varón, que no han podido culminar sus estudios formales justamente por la falta de recursos económicos.
Quiso destacar Vásquez Abarca que él ha hecho cualquier cantidad de gestiones para tratar de lograr alguna indemnización para esos hijos que quedaron huérfanos estando bastante pequeños, pero ello no ha sido posible.
Incluso –señaló–, de la misma Corpoelec le hicieron procesar numerosos recaudos, que finalmente no sirvieron parta nada, porque nada le cumplieron.
–Pero es que –añadió– ni siquiera las prestaciones sociales se las han cancelado a sus hijos, es decir, a mis nietos; ni tampoco la pensión de sobrevivencia, dado que el informe del Inpsasel llegó a las oficinas del Seguro Social fue cinco años después de ocurrido el lamentable siniestro.
–Es más, hablé personalmente con el licenciado Alfredo Durán, jefe de Talento Humano de Corpoelec-Lara, para ver si era posible el ingreso de la nieta, que ahora cuenta con 20 años de edad, a dicha empresa en calidad de empleada, y simplemente me contestó que “no hay vacante”.
Del otro trabajador fallecido, manifestó desconocer qué ha pasado en relación a su indemnización, “pero no tiene nada de raro que haya pasado lo mismo”.
–Y por todo eso que he narrado, y por la dramática situación por la que están pasando mis nietos, es que acudo a este medio de comunicación social, para ver si alguien de algún despacho que tenga competencia me ofrece una respuesta positiva, por cuanto ya no hay diligencia que yo no haya hecho en busca de tal cometido, un cometido que no se ha podido lograr por la desidia de los funcionarios encargados de dar esa respuesta positiva a nuestros planteamientos.
Gráfica: Julio Colmenárez