El Jueves Santo marca un momento crucial en la Semana Santa, la conmemoración de la Última Cena de Jesús con sus discípulos, un acto que no solo antecede su pasión y muerte, sino que también deja un poderoso legado de amor, humildad y servicio al prójimo.
De acuerdo con los relatos bíblicos, durante esta cena Jesús instituyó la Eucaristía al partir el pan y ofrecer el vino, símbolos de su cuerpo y sangre, invitando a sus seguidores a hacerlo en su memoria. Este gesto, que es el origen de la misa en la tradición cristiana, se convirtió en uno de los pilares fundamentales del catolicismo.
Otra de las acciones más significativas de esa noche fue el lavatorio de los pies. Jesús, se inclinó ante sus discípulos para lavarles los pies, un acto reservado en esa época para los sirvientes. Con ello, dejó claro que la verdadera grandeza está en el servicio, y que quienes deseen liderar, deben aprender a servir.
El Jueves Santo también marca el inicio del Triduo Pascual, los tres días más importantes de la liturgia cristiana que culminan con la resurrección de Jesús. Durante esta jornada, miles de fieles en todo el mundo acuden a misas, procesiones y rituales que reviven los momentos más íntimos y solemnes del Evangelio.
Más allá de los templos, el mensaje del Jueves Santo invita a reflexionar sobre la fraternidad, el perdón y el sacrificio. En tiempos marcados por la división, este día recuerda que el amor y la entrega desinteresada siguen siendo caminos poderosos para transformar la humanidad. S