Un campanazo tomó por sorpresa el paseo Nacha Queralez, ubicado en la entrada principal a la parroquia Agua viva, donde una pared perimetral del club Apuco, viene siendo intervenida por la Alcaldía de Palavecino, desconociendo el lenguaje artístico establecido allí desde el año 2015, por la reconocida artista plástico, Stonia Martínez.
Ante tal eventualidad, José Luis Sotillo, cronista de la parroquia Agua Viva, de Palavecino, se pronunció en defensa del logro materializado con el mural de la reconocida artista y artesana de la zona.
“Lamento mucho que un mural que refleja abstractamente los colores y los aspectos identificativos de Agua Viva, se hayan ignorado en su esencia. No costaba nada preguntar y documentarse al respecto”, señalo el cronista.
“Yo puedo entender y así lo siento, que la actual regente municipal está preñada de intenciones, y quizás puedo ser yo el equivocado, pero es mi deber manifestarle a la alcaldesa que cuando se ejecutó la obra hace cinco años, la artista acudió a consultarnos sobre los elementos geo-históricos que envuelven la zona, su simbolismo”.
De allí que, en la diversidad de colores del mural, están expresados los valores de la parroquia, explica Sotillo. El azul representa el agua viva, el verde la naturaleza cautivadora del Terepaima, representado también en la mariposa azul rey, en la silueta del jabillo del “Caigo o no Caigo”.
El intenso fucsia con anaranjados amarillentos evocan el crepúsculo, y el color vivo de los llamativos vestidos de las bailadoras de los sones de negro. Todo ese concepto se manifiesta en un solo lenguaje visual, incluso en las paradas ubicadas en la redoma de Tarabana.
Por otro lado siendo la profesora Mirna Víes, autora e historiadora del trabajo investigativo “La Casa Blohm & Cía De Barquisimeto”, y especialista en ciencias sociales, veo con asombro que como parte del gremio educativo y cultural, no haya tomado en consideración las razones tanto culturales como artísticas y hasta técnicas, que tiene la obra.
Tal consideración es y necesaria, siendo un ejemplo la restauración del mural de El Garabatal, en Iribarren, la cual contó con la autorización y visto bueno de su autor, el maestro Esteban Castillo.
“Cuando digo razones técnicas, es porque según lo dicho personalmente por la propia artista, la obra fue ejecutada con pinturas acrílicas de primera clase, para exteriores, de una reconocida marca con años en el mercado nacional; garantizando durabilidad para cinco años».
Una sencilla lavada con hidrojet y un concienzudo retoque, no sólo le hubiesen ahorrado dinero al municipio, sino conservado un tesoro de la parroquia.
Con información y foto de @J.L.Sotillo
Cuando la pésima gestion