“Me preocupan los comentarios del presidente (Trump) insinuando que la intervención militar sigue siendo una opción (…) la intervención militar de EEUU (En Venezuela) no es una opción”, sostuvo Eliot Engel, jefe de la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso de los EEUU.
En esa línea está una colega suya, miembro también de la referida comisión, Ilhan Omar, quien cuestionó el pasado jueves a Elliott Abrams por la estrategia de la Casa Blanca sobre la crisis en Venezuela.
De hecho le preguntó: “¿Apoyaría a una facción armada dentro de Venezuela que se involucre en crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o genocidio si creyera que estaban sirviendo los intereses de los Estados Unidos, como lo hizo en El Salvador, Nicaragua y Guatemala?”. “No voy a responder a esa pregunta”, dijo Abrams.
Por su parte la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, si bien dice que la bancada demócrata respalda a Juan Guaidó como presidente interino hasta que se realicen elecciones, dejó claro que Estados Unidos debe “respetar los procesos democráticos legítimos”.
No obstante, aunque la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes ha dicho que no apoya una intervención militar en Venezuela, en franca oposición a la tendencia republicana, durante su visita a Cúcuta (Colombia) el senador republicano Marco Rubio aseguró que en el tema Venezuela no hay divisiones entre los congresistas.
“Les digo de parte del pueblo norteamericano, que estamos divididos en muchos temas internos pero en el tema de Venezuela no hay división en Estados Unidos (…) estaremos junto a ustedes cada paso”, dijo Rubio este 17 de febrero dando por hecho que republicanos y demócratas se han unido en una voz.
Pero en EEUU un presidente tiene suficiente margen de maniobra para, alegando razones de emergencia, enviar fuerza militar mientras el tema es discutido en las cámaras. En otras palabras: Trump no necesita autorización para una intervención en un país.
En ese contexto, el periodista Tom Rogan, conocido por escribir sobre temas militares y geopolíticos, afirmó el pasado 13 de febrero en el diario Washington Examiner la voluntad de EEUU de atenazar militarmente la administración de Maduro a través de significativas movilizaciones.
Advierte que el país del norte “acumula silenciosamente su poder militar cerca de Venezuela”, de cara al próximo 23 de febrero, y apunta que Colombia sería el epicentro del despliegue militar.
La aseveración la hace poco después de la visita del almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur, a Colombia, Brasil y Curazao, territorios colindantes con Venezuela.
Sucede también a horas de que Cuba haya denunciado «movimientos de fuerzas de operaciones especiales de EEUU hacia aeropuertos de Puerto Rico, República Dominicana y otras islas del Caribe, sin conocimiento de sus gobiernos», lo cual fue negado por los dos primeros países.
Rogan, por su parte, afirma en su artículo que los portaaviones Theodore Roosevelt y el navío de desembarco anfibio USS Boxer, que lleva a bordo la 11° Unidad Expedicionaria de Marines (MEU), están a pocos días de navegación de aguas colombianas, lo cual interpreta como “un equilibrio apropiado entre disuadir al régimen de Nicolás Maduro y amenazar con la invasión”.
Los hechos y las declaraciones parecen coincidir, pero en política y diplomacia no todo es lo que parece. Para Panam Post, el periodista venezolano Orlando Avendaño se permite especular si todos estos movimientos son una verdadera intervención militar para deponer a Nicolás Maduro, o una estrategia disuasiva.