El presidente ruso Vladimir Putin se presentó el viernes en un mitin multitudinario en un estadio de Moscú y elogió a las tropas del país mientras éstas continuaban atacando ciudades ucranianas con artillería y misiles.
“Hombro con hombro, ellos se ayudan y se respaldan mutuamente”, dijo Putin en una rara presentación pública desde que comenzó la invasión hace tres semanas. “No hemos tenido una unidad así desde hace mucho tiempo”, añadió, ante vítores de la muchedumbre.
La policía en Moscú dijo que más de 200.000 personas estaban en el estadio Luzhniki y sus alrededores para la celebración del octavo aniversario de la anexión de la península de Crimea, arrebatada por Rusia a Ucrania.
El evento incluyó al conocido cantante Oleg Gazmanov, quien cantó “Hecho en la URSS”, con el verso inicial “Ucrania y Crimea, Bielorrusia y Moldavia, todo es mi país”.
Tratando de describir la situación como simplemente una guerra, Putin parafraseó la Biblia, diciendo: “No hay un amor más grande que dar nuestra vida por un amigo”. E insistió en que sus acciones eran necesarias para prevenir “genocidio”, una afirmación rechazada llanamente por mandatarios de otros países.
Putin habló por unos cinco minutos. Algunas personas, incluyendo presentadores del evento, lucieron camisetas con una “Z”, un símbolo visto en tanques y otros vehículos militares rusos en Ucrania y adoptado por los partidarios de la guerra.
Sus alusiones a la Biblia y a un almirante ruso del siglo XVIII reflejaron su enfoque en la historia y la religión como fuerzas unificadoras de la sociedad postsoviética en Rusia.
Mientras, las fuerzas rusas proseguían su asalto a varias ciudades ucranianas, con nuevos ataques con misiles y bombardeos sobre la capital, Kiev, y las afueras de la ciudad occidental de Leópolis, mientras los líderes mundiales pedían una investigación sobre los repetidos ataques del Kremlin contra objetivos civiles, incluyendo operaciones aéreas sobre escuelas, hospitales y zonas residenciales.
Los misiles que cayeron de madrugada sobre las afueras de Leópolis fueron el ataque que más se ha acercado, hasta la fecha, al centro de la ciudad, que se ha convertido en un cruce de caminos entre quienes huyen de otras partes del país y los que entran a suelo ucraniano para repartir ayuda o combatir.
En ciudad tras ciudad en Ucrania, hospitales, escuelas y edificios donde las personas se habían refugiado fueron atacados. Socorristas seguían buscando sobrevivientes entre los escombros de un teatro que servía de albergue cuando fue alcanzado el miércoles por un ataque aéreo ruso contra la ciudad asediada de Mariúpol, en el sur.
Ludmyla Denisova, comisionada de derechos humanos del parlamento ucraniano, dijo el viernes que 130 personas habían sobrevivido al bombardeo del teatro.
“Hasta ahora, sabemos que 130 personas han sido evacuadas, pero de acuerdo con nuestros datos, hay aún más de 1.300 personas en esos sótanos, en ese refugio antibombas”, le dijo Denisova a la televisión ucraniana. “Oramos por que estén vivos, pero hasta ahora no hay información sobre ellos”.
En Leópolis, el humo negro persistía horas después de las explosiones, que alcanzaron unas instalaciones de reparación de aviones militares cerca del aeropuerto internacional de la ciudad, a apenas 6 kilómetros (4 millas) del centro. Una persona resultó herida, dijo el jefe del gobierno de la región, Maksym Kozytskyy.
Según los testigos, una rápida sucesión de explosiones remeció los edificios próximos alrededor de las 06:00 horas. Los seis misiles se dispararon desde el mar Negro, pero dos de ellos fueron derribados, explicó el mando occidental de la fuerza aérea. El incidente causó daños en un centro de reparación de autobuses, apuntó el alcalde de la ciudad, Andriy Sadovyi.
Ubicada no muy lejos de la frontera con Polonia y muy por detrás de las líneas del frente, Leópolis y sus alrededores no han sido ajenos a los ataques de Rusia. El peor de ellos mató a cerca de tres docenas de personas en un centro de entrenamiento cerca de la ciudad. Mientras, su población ha aumentado en unas 200.000 personas debido a la llegada de gente de otras zonas en busca de refugio.
La ofensiva matinal rusa golpeó también un edificio residencial en el vecindario de Podil, en Kiev, matando a por lo menos una persona, de acuerdo con los servicios de emergencia, que apuntaron que otras 98 personas fueron evacuadas del inmueble. El alcalde de la capital, Vitali Klitschko, reportó que otras 19 personas resultaron heridas.
Dos personas más murieron en ataques a edificios residenciales y administrativos en Kramatorsk, una ciudad del este, según el gobernador de la región, Pavlo Kyrylenko.
En Járkiv, un enorme incendio arrasó un mercado local tras un bombardeo el jueves. Un bombero murió y otro resultó herido en otro ataque mientras el personal de emergencias combatía las llamas, contaron las autoridades.
La Organización Mundial de la Salud verificó 43 ataques a hospitales y centros de salud que causaron 12 fallecidos y 34 heridos.
Por su parte, la jefa de política de Naciones Unidas, la secretaria general adjunta Rosemary DiCarlo, pidió una investigación sobre las víctimas civiles y recordó al Consejo de Seguridad de la institución que la ley humanitaria internacional prohíbe los ataques directos a la población.
Muchos de los incidentes registrados a diario en las ciudades ucranianas “son supuestamente indiscriminados” y en ellos se emplean “armas explosivas con una gran zona de impacto”, afirmó DiCarlo, agregando que la devastación en Mariúpol y Járkiv “plantea grandes temores sobre el destino de los millones de residentes en Kiev y en otras ciudades que enfrentan ataques cada vez más intensos”.
Alrededor de 35.000 civiles abandonaron Mariúpol en los dos últimos días, dijo Kirilenko el viernes.
En declaraciones en la madrugada del viernes, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, dio las gracias a su homólogo estadounidense, Joe Biden, por la ayuda militar adicional pero dijo que no daría más detalles porque no quiere que Rusia sepa qué puede esperar. El mandatario afirmó que cuando comenzó la invasión, el 24 de febrero, Moscú esperaba una situación como la de 2014, cuando tomó Crimea sin combatir y respaldó a los separatistas que asumieron el control de la región oriental del Donbás.
Pero Ucrania tenía defensas mucho más sólidas de lo esperado, y Rusia “no sabía lo que teníamos ni cómo nos preparamos para afrontar el golpe».
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, habló el viernes por teléfono con el canciller alemán, Olaf Scholz, quien le pidió que acepte un alto el fuego inmediato y que se mejore la situación humanitaria en el país, dijo un vocero de Scholz.
En un comunicado sobre la llamada, el Kremlin señaló que Putin dijo al líder alemán que Ucrania tenía “propuestas poco realistas» y estaba alargando las negociaciones. Moscú apuntó también que se estaba evacuando a civiles y acusó a Kiev de cometer crímenes de guerra al bombardear ciudades en el este.
Los combates han hecho que más de 3 millones de personas huyan del país, según estimaciones de la ONU. La cifra de fallecidos aún se desconoce, pero Ucrania dijo que miles de civiles han muerto desde el inicio de la invasión. AP