Tras el arresto de de Ovidio Guzmán, uno de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, se generaron ráfagas de balas, incendios de vehículos y columnas de humo en la ciudad de Culiacán, en el noroccidental estado mexicano de Sinaloa.
Desde las 15.30 hora local, varias zonas céntricas de esta ciudad de unos 800.000 habitantes son un campo de batalla luego de que una patrulla integrada de 30 elementos de la nueva Guardia Nacional -un cuerpo policial-militar creado recientemente por el Ejecutivo- y el Ejército entraron al fraccionamiento de Tres Ríos.
Desde una vivienda, este comando recibió disparos y repelió la agresión, hallando dentro de la vivienda a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo, quien enfrenta cargos en Estados Unidos por tráfico de cocaína, metanfetamina y marihuana, reseñó Unión Radio.
En represalia por esta acción, pronto se extendió la violencia por muchas calles del centro de la ciudad, en uno de los sucesos más violentos e indiscriminados de la historia reciente de México.
Su propósito era «generar pánico», dijo en un breve mensaje de video el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Alfonso Durazo.
Por el momento se desconoce si hay víctimas mortales, aunque se habla de que civiles habrían perdido la vida en este fuego cruzado.
En tanto, el caos se dispersaba por la ciudad, con los llamados narcobloqueos, la quema de automóviles y mobiliario urbano por parte del narcotráfico para bloquear las vías.