El Malecón: Origen de este nombre y sector barquisimetano
La ciudad de Barquisimeto como todas las ciudades del mundo, en su historia está llena de recovecos, de recodos subrepticios que, hasta hace poco en términos de tiempo, pasaban desapercibidos por los historiadores, urbanistas y sociólogos, pero que gracias a los cronistas, costumbristas e interesados por sus comunidades barriadas, ó simplemente por quienes, como testigos de excepción, ha querido dejar testimonio de sus vivencias con respecto a los orígenes o nacimientos de tal o cual barriada.
Así nos encontramos actualmente, con un vestigio de un antiguo muro dé ladrillo y mampostería, es decir, el método utilizado para la construcción usando para ello morteros, en este caso de calicanto.
Ese fragmento del antiguo que aún pervive, guarda curiosamente el nombre de una comunidad, ya que es la muestra sobreviviente de una extensa estructura constructiva que levantaron los ingleses de la
empresa londinense “The Bolivar Railway Company Limited”.
La Compañía Inglesa como se le llamaba, era la regente del célebre Ferrocarril Bolívar, que desde 1873 unía a las minas de cobre de Aroa con el puerto de Tucacas. Esta empresa jugó un papel fundamental en
la consolidación de Barquisimeto como una ciudad de comercio y servicios por excelencia y en consecuencia, de la misma manera consolidó su característica como encrucijada de caminos que ejerce
influencia en sus regiones circunvecinas, al inaugurar en 1891 el ramal de vías férreas “Barquisimeto – El hacha”, que unió a la Capital del estado Lara con el puerto de Tucacas.
La estación del Ferrocarril Bolívar en Barquisimeto, se ubicó en la sabana del norte de la ciudad donde actualmente se encuentra la Catedral de Metropolitana en la Av. Venezuela y de ahí los durmientes
con sus paralelas de acero se extendían por todo el trayecto de lo que hoy conocemos como Av. Carabobo.
De tal manera que, la histórica escases de agua en la árida altiplanicie donde se levanta nuestra urbe crepuscular, que sólo dejaba paso a los cujíes u otras especies resistentes a los largos periodos de sequía, motivó a los ingleses a levantar un robusto y extenso muro que represara las aguas aprovechando el declive que proporcionaba la
topografía de la zona norte detrás de la estación de Barquisimeto.
Debido a la formidable laguna que se logró con el muro de los ingleses, el mismo fue llamado “El Malecón”. Por su parte nos refiere Rafael Domingo Silva Uzcátegui (1942):
“…En la sabana del Norte de Barquisimeto detrás de la Estación del Ferrocarril había un muro, llamado “El Malecón”, el cual en época de lluvia, represaba gran cantidad de agua y se formaba
una laguna. Los muchachos de entonces iban a bañarse a ella.
El Malecón por la nombradía que tenía, debido a esos baños, fue una de las cosas típicas del Barquisimeto de ayer…”
De “El Malecón” se proveían los ingleses del agua para las calderas de las locomotoras del Ferrocarril Bolívar, y los humildes habitantes de esos aledaños se proveían del preciado líquido para uso doméstico,
así como se acercaban algunos animales de cría o de carga a abrevar en las aguas de aquella laguna.
Gracias a las pericias del lente de estimado amigo Vladimir Ugel, ofrecemos los vestigios del antiguo muro de “El Malecón” y que le dio nombre a la barriada que en torno al mismo se fue levantando con los años, el cual se encuentra en el lado oeste de la mediación de la actual Av. Simón Rodríguez (calle 29) entre la Av. Venezuela y la Av.Libertador.
Según Fulgencio Orellana (1977), “El Malecón” desapareció en 1933, siendo destruido por orden de don Eustoquio Gómez como Presidente del Estado Lara. La dinamitación del mismo estuvo a cargo del
ingeniero francés Roland Coultrox. En esa época de los años 30 torrenciales lluvias azotaron la región que trajeron inundaciones, pues en Barquisimeto llovió por espacio de 36 horas continuas,
rebosándose todas las lagunas barquisimetanas entre ellas “El Malecón”, lo que ocasionó un desbordamiento que llegó hasta el cementerio Bella Vista (el cementerio viejo), donde las aguas derribaron la pared perimetral de adobes y la hondonada de la carrera 22 con la calle 29 quedó totalmente inundada hasta la carrera 24, así
como los alrededores en varios kilómetros, por lo que hubo que dinamitar el viejo dique de los ingleses.
En nuestros días, el urbanismo de Barquisimeto se expande a todo lo largo y ancho de la larga tira que conforma la ciudad que va por el Sur desde el margen del río Turbio y hacia el Norte, rebasa la Ruezga y la
Eligio Macias Mujica y aún más allá como El Trompillo para empalmarse con el Cují y Tamaca, hacia el Este, ya pasamos de Santa Rosa y al Oeste, estamos prácticamente unidos a las zonas industriales y casi al Rodeo, por lo que hoy lo que constituía “El Malecón”, quedó en la zona centro de Barquisimeto, entre las comunidades “La Estación”, “el Japón” y la entrada de “Barrio Unión”, nombres todos correspondientes en épocas pretéritas al área que
ocupaba la laguna que conformaban las aguas represadas por el viejo y robusto muro de los ingleses llamado “El Malecón”.
Era un Barquisimeto pequeño romántico y gentil, donde las serenatas marcaban el conticinio y los postigos de las ventanas sentían la música vibrando al compás del titilar de las estrellas, como arrullo de
remanso, del remanso de El Malecón, donde con el vaivén de sus olas surgió el frescor de aquel sector, donde enclavado en aquella sabana como una isla vecina a “El Malecón” estaba un “bolo” de un personaje
que le faltaba una pierna, que regentaba aquel sitio de esparcimiento, entre la algarabía del triunfo de una jugada de aquel bowling o boliche criollo, entre tragos de cocuy 56 o aquellas medias jarras de cerveza
en botellas color ámbar que venía en sacos con paja para su transportación.
Muchas veces en “El Malecón” paraban los campesinos con sus densos arreos de burro o mulas que venían desde Aguada Grande, Baragua y los otros de aquellos lados, inclusive el propio Churuguara y
cuyo camino real pasaba a un costado de Cerro Gordo, para entrar a Barquisimeto y entonces “El Malecón” era el descanso de esperado para peones y bestias, con los agrícolas bastimentos rumbo
al comercio de El Manteco o al viejo y enorme Mercado Público, que estaba donde se levanta el Edificio Nacional.
A “El Malecón” llegaban las aguateras con sus panzudas tinajas en la cabeza sostenidas por un rodete de trapo, para darle estabilidad a la vasija de barro contentiva de la preciada carga para consumo de aquellos humildes hogares de techos de paja, paredes de bahareque y el piso de tierra muy barrido y regado todas las mañanas con escobas
de “amargoso”, que por tradición oral, se tenía la convicción que la sabia de aquella planta mataba pulgas y piojos, y aquellas cuarteadas fachadas con sus tiestos de flores en la entrada, le daban un estampa pistoresca y costumbrista a las escasas viviendas del sector.
Así fue “El Malecón”, un nombre que evocarlo hoy he querido, como un recuerdo grato, de un nombre de vieja raigambre, que se ha perdido entre la dinámica de la ciudad, diluido entre el diario trajinar, que tanto ocupa nuestro pensar, sin embargo aún queda un testimonio de aquel muro, que le dio nombre a este sector de la ciudad, como
una voz silente del pretérito anunciando un tiempo que se fue, que gracias al obturador del artista del lente Vladimir Ugel, mostramos en esta entrega de Reseña de la Añoranza, junto a imágenes históricas
reproducidas de la Enciclopedia Larense de la autoría de Rafael Domingo Silva Uzcátegui.
Fotos Vladimir Ugel
Barquisimeto, 19 de febrero de 2023.
Fuentes Consultadas:
Silva, R. (1942). Enciclopedia Larense. Tomo I. Impresos
Unidos. Caracas. Venezuela.
Orellana, F. (1977). Vivencia Tradición Narración. Tipografía
Orellana. Barquisimeto. Venezuela.
Macias, E. (1952). Guía Económica y Social del Estado Lara.
Editorial Continente. Barquisimeto. Venezuela.
Silva, R. (1959). Barquisimeto. Historia Privada. Alma y
Fisonomía del Barquisimeto de Ayer. Caracas. Venezuela.
Noticiero Larense. (1966) Órgano de Prensa del Ejecutivo del
Estado Lara. No. 8. Mes de Abril. Barquisimeto. Venezuela.