Influencia de la Escuela Bauhaus en Barquisimeto
En reiteradas ocasiones, nos hemos referido a la ciudad, como un gran libro, el libro donde aprendemos a conocer sus vivencias a través del tiempo, cuya lectura nos permite adentrarnos en su corazón y sentir su palpitar, ese que pretendemos de una ciudad siempre viva, porque su latir va en sintonía con nuestro propio sentir, el de nuestros afectos y querencia hacia ese terruño que llamamos patria chica, la de nuestro día a día.
En tal sentido, muchas veces pasamos inadvertidamente por importantes hitos constructivos presentes en la trama urbana, que por desconocimiento no apreciamos y en consecuencia, no valoramos y por lo tanto les restamos importa, desvaneciéndose ante nuestro ojos muchos de ellos, debido a nuestro analfabetismo cultural, pues vivimos en una ciudad que no conocemos, ya que saber de la ciudad va más allá de conocer las direcciones, la ubicación de tal o cual dependencia, comercio, servicio o cualquiera otra forma constructiva que satisfaga con su función nuestras necesidades.
Conocer una ciudad, es conocer su historia, su devenir, como conocemos nuestra casa, pues la casa grande donde habitamos todos, es la ciudad, con sus partes buenas y otras menos buenas, con sus bondades y sus necesidades, con sus alegrías y sus angustias. Ignorar esta verdad, equivale a interpretar erróneamente el sentido humano de la ciudad, es decir, equivale a someter al hombre al imperio aplastante de la ciencia, cuando él mismo ignora su auténtico significado como ser humano habitante de una urbe y por consiguiente a ignorar el carácter de su destino.
Barquisimeto, es como un gran crisol que amalgama disímiles culturas, que han encontrado suave asiento desde donde emanar sus arrullos a la vida y que sin embargo, nos empeñamos en desgajar o descartar su voz, que nos cuenta sus vivencias, sus anécdotas, su historia, a través de una casa, de una ventana, de unos postes de concreto, de un edificio o de un parque o una plaza, pues representan la muestra más fehaciente y palpable del sentido estético de cada tiempo y con ello cómo evolucionó el hombre y su cultura mediante la noble relación de éste con su medio, una relación que lo ha hecho parte grandiosa, integral y potente del conjunto de la vida humana que es la ciudad.
Lamentablemente, en este inmenso legado de nuestra cultura urbana, se ha venido descuidando o traicionando nuestro sentido de noble relación con nuestro medio, siendo sustituido por el gusto, un gusto que impera sobre las costumbres, sobre la tradición, imponiéndose el clisé tanto en arquitectura como en urbanismo.
Así, al caminar por la ciudad con la plena conciencia de quien hojea las aleccionadoras páginas de un inmenso e interesante libro, comenzamos a percibir sus formas, los rostros constructivos que nos narra su historia y nos enseñan la fatalidad y los triunfos de sus propiciadores, con su menudo mundo de vivencia s edificantes desde todo punto de vista.
Por la calle 26, en nuestros días, hay dos edificaciones de las postrimerías de los años 30, que han sobrevivido al gusto, que han sobrevivido al clisé, que han sobrevivido a la cultura de la incultura, cuyo aspecto fisonómico son elocuentes de los inicios de la vanguardia arquitectónica y constructiva en Barquisimeto. Una en el ángulo suroeste de la calle 26 con la carrera 18 y la otra en la misma calle 26, pero en la mediación de la acera oeste entre la Avenida 20 y la carrera 21. La primera, sede del Saime del centro y la segunda, sede actual de la Imprenta Oficial del estado Lara, ambas decretadas en 1936 por el Ejecutivo del estado Lara, la primera para sede del Mercado Central, la segunda para sede de la Biblioteca Pública del Estado, ambas inauguradas en 1939, diseñadas y construidas por el Dr. Omar Soteldo Daza, quien había nacido al norte de la ciudad de Barquisimeto, en Licua, el 31 de octubre de 1908.
l Dr. Omar Soteldo Daza, hizo los estudios de la primaria y secundaria en el Colegio La Salle, luego se traslada a Caracas, para ingresar a la Universidad Central de Venezuela, donde obtiene su título en 1931, cuando se gradúa como Dr. En Ciencias Físicas y Matemáticas, título para la época que lo facultaba legalmente para ejercer tanto la ingeniería civil como la arquitectura.
Ahora bien, ¿cómo logró este larense concebir estas dos edificaciones entre otras, como de la más acabada vanguardia de su momento? En cuyos rasgos está presente el Art Decó, heredero igualmente de la Escuela Bauhaus, del funcionalismo, el constructivismo y el diseño industrial, combinando arte, arquitectura, artesanía y diseño al mismo tiempo. Para dar respuesta a la interrogante, hay que referirse obligatoriamente a la Escuela Bauhaus, que fundó en 1919 el arquitecto alemán Walter Adolph Georg Gropius, quien nació en Berlín el 18 de mayo de 1883, hijo y nieto de arquitectos, estudiando arquitectura en Múnich y en Berlín. Como uno de los principales ideales de este precursor, estaba el concepto representado mediante la siguiente frase: «La forma sigue a la función», con la cual buscaba la comunión entre el uso y la estética.
La Escuela Bauhaus, tuvo su sede en tres ciudades alemanas; en Weimar de 1919 a 1925, en Dessau de 1925 a 1932 y en Berlín de 1932 a 1933, siendo la época de su funcionamiento en Dessau la más esplendorosa, en un edificio diseñado y construido para tal fin, que de por si era ya inspirador su sola arquitectura, sin contar sus espacios y mobiliario, talleres, teatro y aulas. Walter Adolph Georg Gropius, con su revolucionario ideario, se constituyó en el fundamento base que propició la filosofía actual del diseño industrial, que indica que la forma y la función no son opuestas, sino que son parte de un proceso creativo, que hace uso de varias prácticas y conocimientos.
De esta forma, nos encontramos con el Art Decó, un movimiento nacido en París en los años 20 que amalgama varios estilos y movimientos diversos de principios del Siglo XX, a diferencia del art nouveau, se inspira en las Primeras Vanguardias, cuyas influencias provienen del constructivismo, cubismo, futurismo, el propio art nouveau, del que evoluciona, y también del estilo racionalista de la Escuela Bauhaus.
El Art Decó, como estilo de la edad de las máquinas, utilizó las innovaciones de la época para sus formas: las líneas aerodinámicas, estas influencias del diseño se expresaron en formas fraccionadas, cristalinas, con presencia de bloques cubistas o rectángulos y el uso de la simetría. El color se nutrió de las experiencias del fovismo; trapezoides, vaivenes y una importante geometrización de las formas caracterizaron al Art Déco.
Todo ese acontecer, tuvo su convergencia en Barquisimeto en 1936, cuando se congregaron en la capital del estado Lara los doctores Gustavo Wallis Legórburu y Heriberto González Méndez, el primero de Caracas, egresó en 1922 de la Universidad Central de Venezuela y el segundo oriundo de Juan Griego (Edo. Nueva Esparta), se graduó en la Ecole Spéciale des Travaux Publics de París en 1934 y revalidó su título en la Universidad Central de Venezuela en 1940. El primero, con estudios realizados en 1923 en los Estados Unidos de Norteamérica, se nutrió del estilo Art Decó, adoptando la sobriedad de sus líneas, su limpia geometría en lo que se llamó líneas extremas, propias del estilo estadounidense. El segundo, traerá la influencia del Art Decó parisino, influenciado por el art Nouveau.
Estos profesionales trabajarán, el primero en el diseño y construcción de los Mercados Manteco y Altagracia y el segundo en el diseño y construcción del Mercado Bella Vista, del Cine Ayacucho y el Orfelinato Gualdrón, siendo colega y compañero de esas obras públicas el Dr. Omar Soteldo Daza, quien asimilará con mayor énfasis sus trabajos en este estilo altamente influenciado por la Escuela Bauhaus, erigiendo lo edificios señalados como lo son el Mercado Central (sede del Saime de la carrera 18 con la calle 26) y la Biblioteca Pública del Estado (sede actual de la Imprenta Oficial del estado Lara) en la calle 26 entre la Av. 20 y la carrera 21, pero además, también del diseño y construcción del Matadero Municipal (actual sede del Mercado San Juan en la carrera 13 con la calle 36) y la célebre piscina del Bosque Macuto. Su casa de habitación, es fiel reflejo del Art Decó, como una quinta en la carrera 14 con la calle 43 de las hermanas salesianas y otras residencias de particulares, que aun lucen flamantes, al contrario del Cine Florida cuyo edificio fue mutilado con la ampliación de la carrera 19 y el Cine Altagracia demolido para dar paso a un comercio.
Tanto el edificio del Mercado Central, actual sede del Saime en la carrera 18 con la calle 26, como el de la Biblioteca Pública, sede hoy de la Imprenta Oficial del estado Lara, están concebidos aprovechando el área espacial al máximo, a través del tratamiento de sus volumetrías en función del uso para los cuales iban a ser destinados, diseñados con base al “Arte de Proyectar en Arquitectura” de Ernst Neufer, quien fuera uno de los profesores de la Escuela Bauhaus, que logró con este libro congeniar la cartografía humana con el diseño y la arquitectura, al consignar todas las medidas que un arquitecto precisa para un proyecto, desde la altura de un picaporte, hasta la inclinación del cuerpo para poner la mesa. Para lograr tal fin, Ernst Neufer, observó y midió exactamente todas las acciones cotidianas de los seres humanos y trasladó sus datos a un marco espacial.
Lógicamente, la cartografía del ser humano, no era un invento de la escuela Bauhaus, pues la innovación introducida por Ernst Neufer, fue la de establecer una relación radical entre la función de los objetos y el espacio arquitectónico, desarrollando en consecuencia una tipología, una asignación específica de los espacios. Esa fue la esencia de la Escuela Bauhaus, que se prolonga hasta la actualidad, pues esta especie de manual se reproducido desde 1936 en casi cincuenta ediciones, dado su carácter de reconocido valor universal, que lo ha convertido en un manual indispensable para arquitectos, técnicos, ingenieros, constructores, profesores y estudiantes, pues este libro constituye la máxima racionalización, para optimizar los procesos y aprovechar el espacio, erigiéndose como un pilar básico Bauhaus que pervive hasta nuestros días.
De tal manera, que como fue apegado el Dr. Omar Soteldo a la técnica, fue estricto en el cumplimiento de las especificaciones científicas y al producir el Ministerio de Obras Públicas las Normas de la Dirección de Edificios, fue cumplidor de ellas, como lo fue del manual “Arte de Proyectar en Arquitectura” de Ernst Neufer.
En resumen, apenas estas referencias, son una somera pincelada de lo mucho que nos narra la ciudad de Barquisimeto, a través de sus edificaciones, de su patrimonio cultural y palpitar que, en sincronía con nuestra sensibilidad, de seres humanos que interactuamos con nuestro medio físico, somo capaces de aprender a leer en su calles, aceras y rincones un fascinante mundo cultural enriquecedor, que nos permite comprender nuestro presente y proyectar nuestro futuro.
Domingo, 19 de mayo de 2024.
Fuentes Consultadas:
Wright, F. (1961) La Ciudad Viviente. Compañía General Fabril Editora, S.A. Buenos Aires. Argentina.
Wikimedia, (2024) Art Déco [Artículo en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Art_d%C3%A9co
Wikimedia, (2024) Escuela de la Bauhaus [Artículo en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_la_Bauhaus