La conmoción reina en el suroeste colombiano tras los 19 asesinatos ocurridos en unas semanas entre los departamentos de Nariño y Valle del Cauca a manos de presuntos grupos armados.
Las cifras aumentaron luego de que este martes fueron asesinados al menos 3 indígenas en una zona rural de Ricaurte (Nariño), justo dos días después de la masacre de Samaniego que cobró la vida de 9 personas en el mismo departamento.
Los sucesos no resultan aislados, pues son episodios que se repiten, tal como ocurrió el pasado 9 de agosto en Cauca, donde a un adolescente de 15 y a un joven de 18, ambos estudiantes de Leiva, fueron atacados cuando acudían a su institución escolar. Un par de días después, a cinco adolescentes fueron encontrados sin vida en un cultivo de caña de azúcar en Cali.
La ONU, a través de su oficina de Derechos Humanos, pidió a las autoridades competentes hacer seguimientos de estos hechos. A través de un hilo en Twitter, el organismo recordó que “las autoridades tienen el deber de investigar estos crímenes, de sancionar a los responsables y de brindar garantías de no repetición y protección a la comunidad”.