“Como legislador regional y como secretario general de la Comisión de Derechos Humanos, Justicia y Paz del partido Acción Democrática en el Estado Lara, hago un llamado a los poderes del Estado, a las organizaciones no gubernamentales y a la sociedad en general, para colocar en la agenda pública el debate sincero sobre la grave crisis eléctrica que agobia a los larenses, y a venezolanos en general, y poder hallar una solución urgente y sostenible a tan grave problema social”.
El licenciado Franklin Peña, quien es, además, politólogo, fue el autor de la reflexión antes indicada.
–Tal parece –recalcó luego el dirigente adeísta— que la “permacrisis” del suministro de energía eléctrica únicamente le preocupa a la ciudadanía, que todos los días se ve sometida a racionamientos que van, desde las dos, hasta las seis horas, o más.
–Pero es que hay todavía algo más: No ha habido hasta ahora un pronunciamiento claro por parte de las autoridades encargadas de velar por que este importante servicio público sea eficiente y sostenible.
— Este año, la sociedad venezolana ha sido sometida a los impactos de eso que yo he llamado ya como “permacrisis”, que no es sino la contracción gramatical de las expresiones “permanente” y “crisis”, para expresar en una sola palabra los términos “crisis permanente”, que es el padecimiento sencillamente infernal que nos afecta, con estos continuos y algunas veces prolongados apagones.
–Y todo ello gracias a un gobierno que cada día empeora a más no poder las ya muy disminuidas condiciones de vida de los hogares venezolanos, por situaciones tales como la incontenible devaluación del bolívar, el encarecimiento de la salud privada, ya que no tenemos salud pública; la inflación galopante, los pírricos salarios, el mal servicie de agua por tuberías, que casi tampoco existe, y la escasez de combustible.
–En consecuencia, consideramos de mucha importancia el que se unifiquen esfuerzos para presionar al gobierno nacional, y también al regional, para que solucionen los graves problemas de los diferentes servicios públicos, una situación que, por cierto y muy lamentablemente, pareciera no tener fin.
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