Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez < El Informador Venezuela
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Tertulias de Café/ Maximiliano Pérez

                    ¡La Cosecha!

Una vez más retorna la tonada…

 “Cuando la tarde languidece y renacen las sombras / y en la quietud de los cafetales se hace sentir / Una pena de amor, una tristeza, lleva el zambo Manuel en su amargura” (…)

¿Hasta cuándo a los caficultores, se les transforma la alegría en amargura, en rabia reprimida, en desesperanza?

El inicio de la cosecha, era el comienzo de un anhelo. Año, tras año, los caficultores esperaban con ansiedad que madurara el fruto de su trabajo, tesón, esfuerzo, valentía e inversión. El café amarillo o “colora’o”, incrustado en las ramas, significaba el final de meses de penuria en los cuales, generalmente, habían sobrevivido gracias a “los favores de los prestamistas” que les suministraban dinero, alimentos, y enseres, cobrándoles intereses leoninos, pero que es un medio de subsistencia. Con la nueva cosecha pagaban los préstamos y habría nuevas “cuentas” para cubrir sus necesidades sociales, materiales, e intelectuales y, que pagarían con la cosecha del próximo año.

Pero, para los caficultores, desde que llegó la nueva doctrina y les fue impuesta, al igual que un sistema político económico fracasado y desfasado basado en ella, que ha creado una hecatombe en todas las regiones donde se ha pretendido imponer, las sombras de una noche sin fin tejieron un lúgubre manto sobre sus esperanzas. “Presuntamente”, “algunos de sus representantes” se entregaron a la consecución de créditos que no pueden pagar, a través de un servilismo demostrado con la propuesta y/o aceptación de proyectos irrealizables, o de la aplicación de una ideologización que ha fracasado en los países donde se ha aplicado.

El café, cultivo ecológico y conservacionista; otrora, prueba irrefutable del logro de un desarrollo endógeno y auto sustentable; que alcanzó la cúspide de la productividad y de la producción a finales del siglo XIX, comienzos del siglo XX, sin tener financiamiento, apoyo técnico, fertilizantes, ni agroquímicos para el control de malezas y fitosanitario, sin vías de comunicación, energía eléctrica, ni combustibles, sin servicio social, ni atención a la salud pero, con precios que permitieron la rentabilidad de su producción ahora, es ejemplo de desesperación y desesperanza entre familias que, por generaciones, habían hecho de este cultivo el único medio del cual disponían para obtener los ingresos necesarios para poder vivir dignamente, y cubrir sus más imprescindibles necesidades.

Más allá del sistema de precios impuesto al productor, ha hecho que, además de sumirlo en la más inclemente de las pobrezas, lo aniquile en la delincuencia incontrolada. El sistema político económico impuesto desestabilizó al sistema productivo venezolano, creando una hiperestaflación (Depresión económica con inflación) incontrolable, que creó una brecha gigantesca e insalvable entre los costos de producción y los precios de los productos, sobre todo si, estos precios se comparan con la producción internacional de un mismo rubro.

Este errado sistema político-económico, comenzó haciendo que el caficultor emigrara a pueblos y ciudades, donde era víctima fácil de la delincuencia y de las drogas; ahora, el éxodo se expande y la necesaria mano de obra cafetera se integra a la diáspora que contribuye aceleradamente con la destrucción del sistema productivo del país, afectando significativamente a este producto nacional, que forma parte de la cultura venezolana… “El Café”.

Los caficultores honestos que luchan por la estabilización del valor de su producto deberían preguntarse:

¿Por qué los productores de café de otros países obtienen beneficios económicos con precios muy por debajo de los costos de producción nuestros, aun cuando, ellos, también han realizado protestas por los precios y hasta quemado millones de sacos de café?

Las violaciones a las leyes económicas no aceptan impunidad y, es heroico producir en condiciones adversas como lo son: la falta de combustibles (gasolina, gasoil, gas), energía eléctrica, escasez de agroquímicos (para el control fitosanitario y de malezas), con vías de comunicación intransitables que destruyen los vehículos más costosos en precio de adquisición y de mantenimiento, los vehículos doble tracción utilizados para llevar los insumos a las unidades de  producción y para sacar las cosechas, sin servicio social, etc., etc.

Presumo que, mientras no se cambie el sistema político-económico, se logre controlar la hiperestaflación para bajar los precios de los costos de producción, será muy difícil ser productivos y casi imposible ser competitivos con países que disfrutan plenamente de los factores de la producción…

“TIERRA (PROPIA)… TRABAJO (REMUNERADO DIGNO Y SUFICIENTE), CAPITAL (ASEQUIBLE) Y TECNOLOGÍA (MÁXIMA).”

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