Los índices de producción actuales son entre 65% y 70% inferiores a los de 1997 y la superficie cultivada ha bajado en alrededor de 60%, de acuerdo con informe de Fedeagro.
El sector agropecuario fue el primero en ser objeto de las políticas hiperestatistas que caracterizaron, desde 1999, la construcción del proyecto socialista bolivariano.
La debacle inició con polémica Ley de Tierras la cual tenía dos propósitos fundamentales: introducir un esquema de planificación centralizada en la producción de alimentos y uso de la tierra, así como regular el ejercicio del derecho a la propiedad privada en el campo, publica fedeagro.org
Dichos objetivos se han venido cumpliendo con efectos muy difíciles de superar como es la reducción de la producción primaria de alimentos.En las décadas entre 1997 y 2017 cayó 25,86% y el rendimiento promedio por hectárea se contrajo 2%, en términos generales.
A ello se suma, el desestimulo de la inversión consecuencia de la política “erosiva” de los derechos de propiedad. Como ejemplo exponen la expropiación de AgroIsleña, empresa que suministraba insumos y financiaba a los productores.
Antes de su expropiación, en 2010, había apoyado a 18.000 productores con fertilizantes, herbicidas, semillas, maquinarias y asesoramiento técnico. Además, desarrollaba un plan de financiamiento a 3.000 agricultores que estaban cosechando 800.000 toneladas de maíz”, según Cedice.
Actualmente los productores y procesadores de alimentos no cuentan con agroquímicos, fertilizantes, combustibles, maquinarias, equipos y servicios mínimos indispensables para realizar su labor, la cual es de muy alto riesgo económico-financiero.
Aura Rosa Castillo. Foto referencial. agropecuaria.org