Inés Elena Somaroo Luna, es el nombre de la doctora ejemplo de que, si se puede, de que puede existir una migración organizada, planificada y llena de bendiciones. Ella, es cardióloga y con su tricolor y Bandera de Venezuela bien en alto llegó a Chile hace cinco años y desde el día 20 de haber pisado la tierra del pebre, la sopaipilla, la empanada, los terremotos y el pastel de chocló, comenzó a ejercer como médico especialista en cardiología en el Hospital San José de Melipilla.
Esta historia de migrantes que inspira, que llena de gozo y que es ejemplo comenzó en Venezuela; desde su país ella comenzó a gestionar empleos en Chile con la ayuda de una amiga y colega.
Su plan inicial era viajar a México, sería una prima quien la iba a recibir con la propuesta de trabajar en restaurant y ya decidida a irse a México, su planificación le cambió al recibir un correo electrónico del Hospital San José de Melipilla donde le informaron querequerían de sus servicios.
“Mi amigan Dayire Sanoja que es anestesiólogo y ya estaba en Chile me ayudó. Ella, estaba ejerciendo y cuando me dice que hay oportunidad en Melipilla para cardiología y me envía el contacto del doctor Alejandro Sojo, cirujano en el hospital de Melipilla de inmediato me contacté y le mandé el currículum. Pasaron unos días y el doctor Vargas, actual director del hospital me respondió e indicó que estaban interesados en mis servicios y me envía a realizar el contacto con el gerente administrativo del hospital, ese día, fue una alegría muy grande…Celebramos”.
Tras recibir el e-mail y siguiendo las orientaciones de sus futuros jefes, le escribió a la embajada de Chile en Venezuela. La doctora Inés, fue afortunada en recibir una oferta laboral desde el Hospital de Melipilla aún estando en su tierra, en este caso, Maturín estado Monagas; por tanto, inició el trámite desde su visa antes de viajar a Chile y al llegar, a los 20 días comenzó a ejercer.
“Yo salí de Venezuela con visa y cargo, fue una bendición. Me vine sola y a los dos meses, viajó mi esposo. A este país, tengo mucho que agradecerle”.
Esta pisciana de 47años de edad aseguró que fue una sabia decisión la de viajar a Chile. Dejó a un lado los utensilios de cocina que pensaba usar en México trabajando en restaurant para continuar usando su estetoscopio, bata de médico y continuar entregando bienestar con sus atenciones de médico cardióloga.
¿Por qué decidiste migrar?
Ya lo había pensado varias veces, nos robaron el carro, comprar los equipos médicos todo era en dólares y cada vez era más difícil. Fueron muchos factores lo que, tanto a mí, como a mi esposo, nos hicieron decidir salir de Venezuela.
¿Como ha sido tu experiencia como cardióloga?
Al llegar me contrataron como cardióloga, siempre he estado en mi área. Actualmente sigo en el hospital San José de Melipilla y paso consultas en centros privados también.
Esta doctora oriental de pura cepa, durante la entrevista repitió en varias oportunidades que su experiencia no deja de ser una bendición. Extraña su tierra, aunque no sabe si regresaría.
En su amada Venezuela dejó a sus tesoros, su familia, su madre, tía, a personas que son parte de ella, que los ama y recuerda a diario.
Inés Elena Somaroo, no deja de llevar el cuatro en el corazón, a Venezuela le debe mucho y está orgullosa de ser venezolana. Tiene más de 20 años ejerciendo como médico.
¿Te dio miedo migrar?
Tenía 42 años para ese entonces, me dio mucho miedo, pero la situación país me obligó. Todo fluyó y fue maravilloso, pero, aun así, es difícil meter toda tu vida en dos maletas.
Inés hoy en día sigue radicada en Melipilla junto a su esposo José Juan también un profesional venezolano. Entre risas, para finalizar dice que se siente melipillana sin dejar de ser oriental venezolana.
Colaboración de Karina Pérez/ (Diario El Labrador de Chile)/Anderson Piña Pereira