Luis Vicente León (LVL), presidente de Datanálisis, afirma que al menos el 40% de la población venezolana utiliza divisas , y se prevé que a finales de año, la cifra aumente a más del 50%.
Durante entrevista televisada, explicó que el país tiene un ingreso de divisas mayor al ingreso petrolero, lo cual es inédito en nuestra historia. «Está entrando una parte importante que tiene que ver con las remesa, que en el 2019 llegaron a 2,5 millones, mas otros 1.000 millones por repatriación»
Otros dólares que entraron al mercado nacional fueron los provenientes de la venta legal de oro, que León estima entre 2 y 2,5 millones, pero también los de la venta ilegal de ese mineral, en tanto cualquiera lo explota, vende y recibe a cambio dólares.
«Pero también está el ron, el cacao, el chocolate, los cangrejos y camarones, (así como) las operaciones en frontera que, tanto las lícitas como las ilegales, aportan al sistema monetario local.
Reconoce que, en su momento, no creyó en que la dolarización de la economía fuera la mejor opción, «pero hoy, dadas las circunstancias, la dolarización ocurre de forma natural. Hay una masificación de facto del uso de divisas y la población ha conseguido en la divisas el mecanismo para de alguna manera superar la pérdida de valor de su moneda. La gente busca divisas porque el bolívar perdió todas sus funciones.
CONFIANZA
En cuanto al petro, sentenció que ninguna moneda o sistema será efectivo si no se controla la inflación y la devaluación, las cuales requieren de una confianza que el Gobierno no tiene, y de allí que no pueda resolverlas.
DISCURSOS
Ni el chavismo ni la oposición van a convencer a la población si ésta no sienten que alguno pueda generar un cambio, reflexionó León, acotando que los discursos políticos actuales están muy alejados de la realidad de la gente.
La población, explica, es pragmática: quiere resolver sus problemas de vida, sobre todo esta tan empobrecida, pero ambos bandos «le están hablando de unas cosas que no tienen que ver con sus problemas a diario».
El chavismo se equivoca al creer que los simbolismos de la izquierda radical son suficientes para enamorar a su gente, y la oposición ha hecho -y sigue haciendo- ofertas que hasta ahora no ha cumplido, mermando credibilidad.