Elizabeth Hernández, residente de la carrera 23 entre calles 13 y 14 del centro-este de Barquisimeto, denunció que unas 1.500 personas sufren las consecuencias del sistema de cloacas colapsadas, que ha obligado a los vecinos a tener que construir pozos sépticos en pleno centro de la ciudad, una situación, que para ellos, es regresar al pasado.
Hernández también agregó que la problemática se ha extendido a la Av. Vargas y a la Av. 20 de Barquisimeto, afectando a unas 500 familias, que sufren hundimientos, desborde de cloacas y deterioro de la capa asfáltica.
Explicó que tienen ocho callados y denunciando solo a Hidrolara, pero han decidido alzar su voz y se han cansado, hasta al punto de visitar a la Defensoría del Pueblo para denunciar a la hidrológica, que es la institución encargada de responder a estas problemáticas.
Por otro lado, dijo que también han denunciado por la VEN APP, pero lo único que han recibido de ellos, son puras llamadas, preguntando si ya los han atendido, “pero lo que queremos es que vengan”, subrayó.
Jesús González es otro de los afectados, en su vivienda habitan cuatro familias, y ante el colapso de las cloacas han construido tres pozos sépticos, cada uno de ellos, más profundo que el primero.
Relató que comenzaron construyendo pozos de 3 metros, pero ahora han tenido que elaborar de 5 metros de profundidad. Sin embargo, precisó que los mayores problemas es cuando llueve, debido a que los pozos colapsan, afectando a todos los que viven allí.
Eduardo Martínez, quien vive a dos casas del señor González también padece la misma situación, en su caso tuvo que construir un pozo de ocho metros, sin embargo, dijo que cuando llueve el patio de su casa se convierte en una laguna de desechos tóxicos.
Martínez, también agregó que su vivienda reside una su mamá, que es una adulta mayor de 80 años, así como también niños, quienes son los más perjudicados.
Otro aspecto que destacó es que el pozo séptico le constó en su momento 400 dólares, lo que, a su juicio, es algo que no se justifica, porque para eso pagan los servicios.
Fotos: Julio Colmenarez Texto: Anderson Piña Pereira