Napoleón Lucena, Ante el 134
Aniversario de su Natalicio
La iconografía biográfica del estado Lara es amplísima, apenas conocemos un ápice de la misma, una pequeña fracción de este enorme universo de hombres y mujeres de insoslayable valor en los muchos méritos, de ese diverso abanico de oficios, quehaceres, profesiones y acciones de que está compuesta la actividad del ser humano a través del tiempo.
Una de esas fascinantes figuras, lo es sin duda alguna la de Napoleón Lucena Martínez, hijo de Egidio Lucena y Narcisa Martínez de Lucena, quien viera la luz primera en El Tocuyo el 26 de abril de 1890, es decir, hace 134 años. En aquella época, como lo refiere el Dr. Carlos Bujanda Yépez (1969) en su obra: “Crónicas de la Ciudad Madre”, destaca como muestra de la prosperidad no sólo económica, sino cultural de El Tocuyo, el hecho es que, en dos cuadras de la antigua Calle Real, había 14 pianos. A tal efecto el referido autor, cita una nota del Diario El Nacional (s/f) que a la letra dice: “…La música es, y el piano de modo fundamental, un índice para medir la cultura de una sociedad. Se ha dicho que el número de pianos por persona es un coeficiente que no falla para demostrar la participación de la colectividad en la vida cultural…”
Esta particularidad, nos da una idea del ambiente cultural que existía en El Tocuyo para cuando nace Napoleón Lucena, quien desde muy temprana edad mostró su talento artístico, dada las potencialidades connaturales del niño indudablemente. A este panorama, también debemos señalar, la presencia de figuras relevantes en el ámbito musical, como don Saturnino Rodríguez, unos de los músicos de aquellos tiempos más sobresalientes, a decir de Willinger Silva Falcón (1999) de alta creatividad y sobrada habilidad. Don Saturnino Rodríguez, según el citado autor, además tenía la circunstancia de una prematura ceguera, que no fue obstáculo, para el desarrollo de su notable erudición musical, la misma que desbordó como maestro en la cátedra de música del Colegio Nuestra Señora de Altagracia, en la población de Quibor y luego en El Tocuyo donde se dedica a impartir clases de música, pues era excelente ejecutante de guitarra, flauta y piano, además de impartir igualmente clases de gramática castellana y francés.
Este dato es importante, por cuanto es uno de los ángulos más representativos de la cultura musical que existió en El Tocuyo durante el Siglo XIX y que prolongará, el hijo de don saturnino, el maestro José Ángel Rodríguez López, también preceptor musical y magnífico compositor.
En medio de esta atmósfera, crecerá Napoleón Lucena y en su lar nativo recibirá las nociones de las primeras letras y de la música en consecuencia, bajo un ambiente de cultura de trato y comunicación, pese a los vaivenes políticos de guerra civil que vivó Venezuela hasta 1903. De esta manera, en 1906 llega a Barquisimeto el personaje que motiva la presente entrega de Reseña de la Añoranza, en busca de mejores condiciones económica y paralelamente y aquilatamiento de su talento musical.
Se inicia Napoleón Lucena, en la capital del estado Lara, tocando en modestas fiestas familiares con lo cual se comenzó a ganar la vida, mientras entra a trabajar en la sólida y renombrada firma “Calderón e Hijos”, cuya casa de comercio, estaba en el ángulo sureste de la actual Avenida 20 con la calle 31, donde se hará de un oficio como dependiente del citado establecimiento y luego como uno de sus representantes comerciales, pues la misma funcionaba como una especie de consorcio, que desde 1887 había logrado acaparar muchos fundos, haciendas y casas que cubrían considerables extensiones de terreno, que como lo refiere Gorgias R. Garriga (1979) “…llegando a poseer un total de cerca de cincuenta y pico de posesiones, además de casas y propiedades en Barquisimeto, Valencia y Puerto Cabello…”
Tres grandes casas comerciales, concentrarán el movimiento comercial y de negocios de “Calderón e Hijos”, que fueron las de Barquisimeto, Puerto Cabello y Valencia. Recordemos que el grueso de los ingresos, era por la exportación de café, cacao, semilla de oleaginosas, cueros de chivo y de res, siendo la casa de Valencia, la gran receptora de los productos de esa región que salían por Puerto Cabello, esta última de un dinamismo tremendo, sin contar la de Barquisimeto que dominaba la región Centroccidental y que desde 1891 con el Ferrocarril Bolívar, tendrá comunicación directa con el puerto de Tucacas. Todo esto es importante, pues “Calderón e Hijos” no sólo compraba los rubros que exportaba, sino que importaba y vendía: medicamentos, ferretería, mercancías secas y otros artículos, pero igualmente este tipo de establecimientos funcionaban como bancos, recibiendo dinero a interés y prestando para la inversión en siembras y cosechas, como también el establecimiento de pequeños comercios en dispersos puntos de la geografía interiorana, circundantes a sus tres grandes casas comerciales.
Todo este mundo de los negocios, lo vivirá y aprenderá Napoleón Lucena, dominando la contabilidad, la teneduría de los libros, los inventarios, los créditos, las ventas y las cobranzas, entre otras de las responsabilidades que conformaban la dinámica de aquella firma comercial.
Mientras esto acontece en la vida del biografiado de hoy, paralelamente se va ir desarrollando su vida artística, es decir, su acontecer melódico, el mismo con que se inició al llegar a Barquisimeto, tocando en modestas fiestas familiares, pasando luego a las filas de la banda del estado Lara fundada en 1884, por el maestro José Eligio Torrealba a solicitud del General Aquilino Juáres el Gobernador de aquellos días. En esta organización musical, entrará bajo la batuta del maestro Pedro Iztúriz Meneses, con quien se afina en el aquilatamiento de sus conocimientos musicales de altos vuelos, pues así mismo tocaba guitarra clarinete y contrabajo, desarrollando sus nociones de composición y armonía dentro de la Banda del Estado, como también lo hicieron bajo la ductora pedagogía de Iztúris Meneses, figuras de la talla de Miguel Antonio Guerra y Antonio Carrillo. De estos dos, el primero será el fundador de la Orquesta Mavare el 31 de diciembre de 1897 y el segundo, será a la postre el director y arreglista de la Banda del Estado desde 1924 hasta 1954 con dos breves interrupciones.
Sin duda alguna, Napoleón Lucena a través de un sistemático y esforzado estudio de la música, logró una indudable elevación como artista del pentagrama, de manera paralela a su labor de agente comercial de “Calderón e Hijo” donde hizo carrera y escaló importantes posiciones.
En la banda del Estado Lara, conocerá a don Miguel Antonio Guerra Ravelo, quien al poco tiempo se separa para dedicarse de lleno a su Orquesta Mavare, que mantiene paralelamente también, a su actividad como empleado de “Blohm y Cia”, de donde hará una profesión al independizarse y fundar su primera firma “Kleim y Guerra”, que más tarde se convertirá en la Ferretería Guerra.
Con base a esa amistad prolongada en el tiempo, Miguel Antonio Guerra, le da ingreso a Napoleón Lucena en las filas de la Orquesta Mavare, donde asimismo Napoleón hará gala de su extraordinaria destreza como ejecutante del clarinete, como lo señala el maestro Rafael Miguel López (1964), de una gran riqueza total.
Napoleón Lucena, irá creciendo y madurando tanto como músico, como agente comercial, en la primera de sus facetas, es acobijado por Miguel Antonio Guerra, quien estrecha con él una amistad artística enorme, siendo constante la presencia de Lucena en la casa de Guerra y en 1915, cuando acontece el fallecimiento del padre de Miguel Antonio Guerra, de nombre Miguel Guerra Campo Elías, el director de la Mavare, afectado por la partida de su progenitor, decidió en luto por tan irreparable pérdida, enmudecer su clarinete y entregarle la batuta a el pupilo en que se había convertido Napoleón Lucena.
Así, la memorable noche del 6 de febrero de 1915, en la recepción que ofreció el Gobernador del estado Lara, General Diógenes Torrellas Urquiola, para retribuirle a la sociedad barquisimetana, sus demostraciones de afectos y simpatías, estaba programado la presentación de la Orquesta Mavare. Aquella velada, que tuvo lugar en el ángulo suroeste de la hoy carrera 16 con la calle 26, frente al templo Inmaculada Concepción, estaba presente además de los más granado de la sociedad de la época, el destacado pianista y director de la Compañía Lírica Matilde Rueda, don Luis de Rueda, cuya presencia en Barquisimeto, se debía a la presentación en la ciudad de la Zarzuela Alma Llanera, luego de provenir de su exitosa presentación en Puerto Cabello, gira motivada por el triunfo del estreno de la misma en Caracas el año anterior de 1914.
Pues bien, esa noche Miguel Antonio Guerra Ravelo, le entrega la batuta a Napoleón Lucena Martínez, el emotivo instante, relata Walterio José Pérez en uno de sus artículos publicados por el Diario El Impulso en 1947:
“…El profesor Rueda le exigió a Guerra, le concediera la dirección de la orquesta en aquel sarao, a lo que guerra accedió de acuerdo con el General Torrellas, pues Rueda quería testimoniar así el homenaje de simpatía al digno magistrado. Esa noche fue estrenado y ejecutado como la introducción un vals de autor desconocido, intitulado “Entre Flores”, que la generalidad aseguraba que su autor era el Reverendo Hermano Luis Eduardo, del Instituto “La Salle” de esta ciudad…”
Esa noche, operaban dos circunstancias relevantes dentro de la historia de la Mavare; la primera la entrega de la batuta que hace Miguel Antonio Guerra Ravelo a Napoleón Lucena Martínez y la segunda la transformación de Banda Mavare a Orquesta Mavare, tanto por la selección de los músicos, como por la nueva conformación de sus filas de instrumentos.
Desde entonces Napoleón Lucena, fue el director de la Orquesta Mavare y su casa de la esquina suroeste de la actual carrera 16 con la calle 29, se convirtió igualmente desde entonces en la sede de la Orquesta Mavare. Desde allí, se organizaron las presentaciones para bailes públicos y privados, celebraciones de 15 años y matrimonios, celebraciones oficiales, inauguración de obras públicas y privadas. Efectuándose en los espacios de este historiado inmueble, los ensayos de la agrupación por espacio de casi 90 años. En dicho inmueble, se gestó en 1922 la celebración de sus 25 años y en 1947 la celebración de sus 50 años.
En 1952, cuando se perfilaba la realización de los actos programados con motivo del cuatricentenario de la fundación de Barquisimeto, la Orquesta Mavare, estaba prácticamente extinta, ante el peso de los años que hacia mella en la humanidad de don Napoleón Lucena. No obstante, don Raúl Azparren, ese admirable abandera de la ciudad y cuanta iniciativa conducente a su lustre y prestigio se consagró, tomó para sí, la reactivación de la Mavare y al efecto, se reunión con el Gobernador del estado Lara, Dr. Esteban Agudo Freytes, proponiéndole la participación de la Orquesta Mavare en dichos festejos, ante el símbolo que representaba la agrupación, a lo que el Dr. Agudo Freytes le brindo todo su respaldo y de inmediato se erogaron del erario del la teoría del estado Lara, los fondos necesarios para el pago de los uniformes, del personal artístico y de la logística para su presentación que tuvo lugar en la inauguración de la Plaza Juan de Villegas el 14 de septiembre de 1952, entre otras actuaciones. Resurgía de las cenizas, como un ave fénix, la Orquesta Mavare, mientras desde 1947 se hacia sentir la Pequeña Mavare, fundada por su hermano y alumno Juan Bautista “Juanchito” Lucena en Caracas.
Sería el Teatro – Cine Rialto, el centro de los ensayos bajo la batuta y arreglos de Napoleón Lucena, maestros de la vieja y la nueva guardia se congregaron atendiendo la convocatorio de don Napoleón, resurgieron las viejas melodías que hicieron vibrar a centroccidente, revivieron sus autores con las vibraciones sonoras de los instrumentos, el sentimiento de las interpretaciones y el orgullo de pertenecer al renacer de tan emblemática Orquesta estandarte de Barquisimeto y Lara.
Luego seguirá actuando La Orquesta Mavare, que hará sus primeras grabaciones discográficas organizadas por Juan bautista “Juanchito” Lucena, quien ya había grabado con la Pequeña Mavare en caracas bajo el sello discográfico “Endrina”.
Finalmente, Napoleón Lucena Martínez, atenderá el llamado del Todopoderoso de este mundo a su presencia el 1º de enero de 1970, a la edad de 79 años, faltándole tres meses para cumplir sus ochenta años.
Indiscutiblemente Napoleón Lucena, es uno de esos protagonistas fundamentales en el desarrollo cultural de la ciudad de Barquisimeto y el estado Lara, siendo Sub-Director de la Escuela de Música del Estado, hoy Conservatorio Vicente Emilio Sojo, cuando esta abrió sus puertas en 1939, cuando se contaba como Director a don Rafael Soteldo.
En 1953, cuando se intentó por la prensa vilipendiar la música larense, Napoleón Lucena junto a otros compositores, fundaron la Unión de Compositores, que tuvo su sede en la Academia Santa Cecilia, de la profesora Doralisa Giménez de Medina, siendo su presidente don Napoleón Lucena, una particular organización que de manera compacta le salió al paso a quienes en esa época buscaron denigrar de nuestro valioso patrimonio musical, ya que se había llegado ha decir de una manera vulgarizada que la música regional era melancólica y llorona.
La Unió de Compositores Larenses, bajo la Presidencia de Napoleón Lucena, acaparó la atención de la prensa tanto regional como nacional, motivando a que se pronunciaran importantes sectores de la vida cultural del país, con lo cual se declararon a los autores de aquellos lamentables comentarios, como los “No Gratos” de la cultura nacional y en consecuencia éstos en la búsqueda de la reivindicación de sus nombres, tuvieron que retractarse públicamente de sus expresiones.
Esto no da una idea de la dimensión de este artista del pentagrama, quien enseñó a su hermano Juan Bautista “Juanchito” Lucena, la ejecución del contrabajo, debutando dentro de la Orquesta Mavare a los 14 años y cuando Juanchito se marchó a Caracas, el maestro Vicente Emilio Sojo al hacerle la prueba para su ingreso a la Orquesta Sinfónica Venezuela como contrabajista, la paso sin objeción alguna, convirtiéndose en consecuencia e uno de los miembros fundadores de la Orquesta Sinfónica Venezuela en 1930.
En resumen, Napoleón Lucena Martínez fue un magnifico músico ejecutante del clarinete, un exquisito compositor, un genial arreglista, un equilibrado gerente que se formó con “Calderón e Hijos”, además de a ver sido un apreciado pedagogo musical de efectivas practicas docentes, como también un acérrimo defensor de nuestro valioso patrimonio musical.
Barquisimeto, domingo 21 de abril de 2024.
Fuentes Consultadas:
Azparren, R. (1972) Barquisimeto, paisaje sentimental de la ciudad y su gente. Talleres Tipográficos Mersifrica. Caracas. Venezuela.
Azparren, R. (1968) La Orquesta Mavare e la Historia Musical Larense. Tipografía Nieves. Barquisimeto. Venezuela.
Bujanda, C. (1969) Crónicas de la Ciudad Madre. Editorial Lucila S.R.L. Barquisimeto. Venezuela.
Garriga, G. (1979) Fichas, Señas y Ñapas de Venezuela. Cromotip. Caracas. Venezuela.
López. M. (1964) Apuntes de la Cultura Musical Larense desde Fines del Siglo Pasado. Barquisimeto. Venezuela.
Querales, R. (1996) Walterio José Pérez La Mavare, 1897 – 1922. Publicaciones de la Oficina del Cronista. Concejo Municipal de Iribarren. Barquisimeto. Venezuela.
Sequera, F. (2013) Apuntes para el Conocimiento de la Historia Musical del estado Lara. Lince Creativos C.A. Barquisimeto. Venezuela.
Silva, W. (1999) Anuario Biográfico del Estado Lara. Barquisimeto. Venezuela.