Floraciones de algas nocivas que se produjeron en las últimas semanas en el Golfo Nuevo, en el Atlántico sur, causaron la muerte de unas 30 ballenas francas australes, según investigadores argentinos.
Las algas tóxicas, también conocidas como marea roja, proliferaron entre fines de septiembre y principios de octubre en las aguas del Golfo Nuevo de la Península Valdés, en la provincia sureña de Chubut, cuando 26 cetáceos adultos y cuatro juveniles fueron descubiertos sin vida, indicó el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) en un comunicado.
Biólogos y veterinarios del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, que trabaja en Península Valdés desde 2003, realizaron necropsias de las seis ballenas que se hallaban en las mejores condiciones. Además, recolectaron muestras parciales, sin abrir cavidades, en otras tres halladas en áreas de uso público y no pudieron ser remolcadas hacia otro lugar.
Las seis ballenas analizadas tenían contenido en el aparato digestivo, lo que indicó que se habían alimentado recientemente antes de su muerte.
«Cada año registramos y estudiamos las ballenas que mueren en la zona. Si bien en años anteriores ha habido mortandades de crías en números mayores, esta es la primera vez que registramos 30 ballenas adultas y juveniles muertas en una temporada y en un período de pocos días», dijo a The Associated Press Mariano Sironi, Doctor en Zoología y director científico del ICB.
En 2021 se registraron 20, incluyendo 13 adultas y siete juveniles.
Los expertos del programa continuarán trabajando en el examen de ocho cetáceos encontrados en avanzado estado de descomposición y en playas aisladas y de difícil acceso en el Golfo Nuevo.
En cinco de las seis ballenas sometidas a necropsias se encontraron concentraciones de toxinas paralizantes de moluscos en diversos tejidos y fluidos.
Sironi explicó que esas últimas “incluyen varias biotoxinas producidas naturalmente por microorganismos del fitoplancton marino conocidos como dinoflagelados».
Según un comunicado publicado por ICB, existen registros en el mundo de intoxicación y muerte de fauna marina -muchas veces afectando un gran número de animales- por ingestión de las mismas biotoxinas paralizantes que fueron halladas en los cuerpos de las ballenas que murieron en Península Valdés.