El expresidente de El Salvador, Mauricio Funes, falleció a los 65 años de edad en Nicaragua, donde residía desde 2016 tras recibir asilo político después de huir de territorio salvadoreño por las acusaciones en su contra por supuestos delitos de corrupción, según confirmó este 22-Ene, el Gobierno nicaragüense.
El Ministerio de Salud de Nicaragua señalado a través de un comunicado publicado a través del medio oficialista 19digital que el exmandatario falleció a las 21.35 horas (hora local) «como resultado de su grave dolencia crónica», horas después de indicar que Funes estaba recibiendo tratamiento médico dado que su estado de salud era «de extrema gravedad».
«Nuestras sinceras condolencias, a sus hijos, a su compañera y a sus familiares, amigos y amigas y compañeros en Nicaragua y en El Salvador», dijo el Ministerio, antes de resaltar que «a solicitud de sus familiares», el expresidente Funes recibió la extremaunción de manos de Antonio Castro Granados.
La muerte de Funes fue confirmada también por su partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que mostró a través de un comunicado publicado en su cuenta en la red social Facebook, su «consternación» por la «lamentable noticia».
«Mauricio Funes, tanto en su faceta de periodista de investigación e incisivo generador de opinión pública, como en su trayecto como presidente de la República, gozó de una amplia aceptación y respaldo del pueblo salvadoreño y de la comunidad internacional», destacó.
Así, manifestó que Funes «deja un extenso legado de obras, derivadas de un estilo de gobierno que puso a la gente al centro de su atención, desarrollando un programa donde la prioridad fue lo social», al tiempo que ha argüido que, si bien el FMLN «cuestionó el actuar de algunos de sus aliados en el gabinete (…), siempre le reconocerá como el presidente del cambio».
Funes se convirtió en 2009 en el primer presidente izquierdista de El Salvador tras llegar al poder al frente de una coalición encabezada por el FMLN, logrando así poner fin a dos décadas de gobierno por parte de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Sin embargo, posteriormente fue acusado de malversar cerca de 350 millones de dólares (unos 336 millones de euros), entre otros cargos de corrupción, lo que le llevó a huir en 2016 a Nicaragua, donde el presidente del país, Daniel Ortega, le concedió asilo y nacionalidad.
El exmandatario salvadoreño acumulaba condenas dictadas en rebeldía por 28 años de prisión –catorce por la tregua pactada con pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha entre 2011 y 2013, ocho por blanqueo y seis por evasión de impuestos–, así como siete órdenes de captura para su traslado a El Salvador para que cumpliera estas penas. S
Con información de Europa Press