Venezuela, con menos de 300 infectados y 10 fallecidos, apenas ha tenido que contener el aliento ante el paso del Covid-19. Pero los cuatro jinetes de su crisis -inflación, devaluación, bajos salarios y precio del petróleo- han arreciado su galope y ni la cuarentena podrá salvar a los ciudadanos de una embestida.
Así lo publica la agencia de noticias Efe, quien expone cómo los venezolanos ven perder aún más el poder de compra del bolívar, en un contexto en el que los precios suben, los salarios tocan suelo y el precio del petróleo caen a niveles históricos.
Plantea que, en el país caribeño la «pandemia es económica» y, en plena cuarentena, arrecia.
Desde que se decretó el estado de alarma, el 13 de marzo, hasta ahora el bolívar se ha depreciado en más de un 100% frente al dólar, cuya demanda en medio de la incertidumbre, presiona su precio al alza.
Si bien la inflación en marzo fue de 21,2 %, un promedio bajo dentro de los estándares de hiperinflación nacional, todo apunta a que abril cerrará con un índice por encima del 50%, con el respectivo impacto en los precios.
De hecho, el Cendas advierte que el poder adquisitivo del salario mínimo se redujo al 0,8 % en marzo y ha mermado más en lo que va de abril debido a un incremento promedio de 50% en el precio de los alimentos.
La situación del petróleo no augura buenos días para Venezuela. El margen de maniobra es muy bajo, analiza Efe, en virtud de que la industria petrolera no genera dinero.
El mundo se prepara para enfrentar la recesión pos coronavirus, pero en el país con las mayores reservas probadas de petróleo, donde fallan los servicios básicos y escasea la gasolina y el gas doméstico, amén de otros insumos, esa recesión toma otros matices.
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