Maríaelisa Sánchez fue a prisión luego que encontraron en su casa más de 100 kilos de droga.
Estos son los secretos de una mujer que cambió su vida después de que la muerte tocó su puerta.
Cuando creía tener el mundo en sus manos, Mariaelisa Sánchez andaba en moto, armada, consumía todo tipo de alcohol, drogas, se prostituía, era una mujer temida, una pandillera del peligroso barrio El Caribe, de Barquisimeto, al centroccidente de Venezuela.
-¿Cómo llegaste a eso?
-Siendo joven, quise independizarme, y eso debería ser graduarse, trabajar, formar una familia; para mí fue irme por el lado que no debía.
-¿Qué lado?
Me atraían mucho las cosas del mundo. Empecé a fumar, beber y bailar. Tomé todos los tipos de alcohol, me fumaba tres cajas de cigarros al día. Conocí mucha gente, empecé a consumir diferentes tipos de drogas, me volví una adicta. A los 16 años, tuve mi primera hija. Fui madre y padre a la vez.
-¿Traficaste?
-El consumo me llevó a unirme a una gente que ni siquiera conocía bien, sino que esos negocios feos te llevan a aceptar cosas y me quedé ahí, vendiendo… cantidades… así: del tamaño de la Biblia!
-¿A qué extremos llegaste?
-Me alié con una pandilla y empecé a robar, hundiendo mi vida cada día más en el bajo mundo sin importarme nada. Hice de todo, menos abortar y matar.
-¿Por qué la prostitución?
-Conocí a otro hombre con el que tuve dos hijos. Decidí apartarme de los delitos, pero seguía esclava de los vicios, hasta que me separé de él. Nuevamente sola, caí en la prostitución haciendo mi vida más miserable. Lo hice por negocio. Uno pierde la moral. A veces me cuesta hablar de eso.
-¿Cómo era tu actividad?
-En la calle. Llegó el momento en que ya no resistía acostarme con los hombres y empecé a dormirlos con sustancias en las bebidas.
-¿Alguna vez intentaste corregir?
-Tuve varias relaciones serias, pero no duraban por causa de mis vicios.
-¿Cómo caíste presa?
Conocí a otra pandilla a la que me uní, continué haciendo lo malo hasta que me agarraron.
-¿De qué manera?
-Fue como una película, era 4 de diciembre, día de las votaciones. Le estaba preparando un tetero a mi niña de 3 años cuando me allanaron la casa. Llegó uno por aquí, otro por allá y me apuntaron. Buscaron y consiguieron 51 kilos, que era una parte, porque yo tenía casi 100 kilos de todo, marihuana, bazuco, perico, crack, un componente llamado base.
-¿Cuál fue tu reacción?
-Agarré a mi niña y corrí como seis cuadras, entonces decidí dar la cara, regresé y con un valor que no sé de dónde lo saqué, les dije: ¡llévenme! Dios sí sabía porqué, ya tenía un propósito conmigo.
-¿Qué sucedió?
-Estuve varios días en la comandancia de la policía, en la 30, pasando necesidad, no me dejaban recibir ropa ni comida, dormía en el piso pelado, solo tomando agua de una tubería, hasta que me trasladaron a ese lugar que no quiero ni nombrar (la cárcel de Uribana).
-¿Cómo te sentías?
-Vacía, triste, sin fuerzas, creí que todo había acabado para mí, no tenia paz en mi alma. Trataba de calmar eso consumiendo drogas.
-¿Cómo cambiaste?
-A raíz de la masacre que hubo en 2007, vi la mano poderosa de Dios en ese momento.
-¿Viste a Dios en medio de la masacre?
-Se empezó a escuchar un tiroteo, los presos corríamos por todas partes, eso era horrible, se estaban descuartizando. Estaba aterrorizada, desesperada. Del lado de la pared donde yo estaba cayeron dos granadas… Agarré una Biblia y oré en voz alta por mi vida. Dios me respondió, las granadas no explotaron. Todo empezó a calmarse. Conocí al Señor en medio de la prueba.
Estaba arrepentida por todo el mal que había hecho. Dios me demostró su gran amor y misericordia, Él no rechaza un corazón humillado. Cuando hay propósito, Él nos salva.
“Del lado de la pared donde yo estaba cayeron dos granadas… Agarré una Biblia y oré en voz alta por mi vida. Dios me respondió, las granadas no explotaron. Todo empezó a calmarse. Conocí al Señor en medio de la prueba”.
¿Y después?
-Duré tres días que cerraba los ojos y veía todo otra vez como una película. Busqué en qué ocupar mi tiempo y empecé a hacer todos los cursos posibles: marroquinería, manualidades, peluquería.
-¿Cumpliste tu condena?
-Un día llegó el juez y me entregó una boleta de excarcelación. Rebajaron mi pena de 12 a cuatro años. Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. Hoy en día le sirvo, ya soy libre. Uno paga las consecuencias de la desobediencia.
-¿Cómo es tu vida ahora?
-Estoy pendiente de mis cinco hijos, que estudian, trabajan, me han dado nietos.
-¿Te juzgan?
–Ellos vieron tantas cosas… se dieron cuenta de que la droga hace daño. Para la gloria de Dios son sanos.
-¿Y tu esposo, qué te dice?
-Él es cristiano también, mi última hija es suya. Pensé que me abandonaría cuando estuve presa, pero me esperó. Siempre me decía que quería otra vida para mí y ahora la tenemos, para la gloria de Dios.
-¿Cómo ves ahora lo que hacías?
-Horrible, primero y principal uno está destruyendo su propia vida y la de otras personas, te haces esclavo de ese vicio, tienes puesta como una venda. Gracias al Señor que me la quitó, pude ver lo que estaba haciendo.
-¿A qué te dedicas?
-Trabajo en la mejor empresa del mundo, que es la de Dios, me congrego en la iglesia Peniel Nuevo Remanente a cargo de los pastores Juan Guédez y Coromoto de Guédez, le hablo a la juventud.
-¿No todo está perdido?
-Claro que no, les digo que si los rechazan, si están en las drogas, el alcohol, la delincuencia, la prostitución o en la cárcel pueden ser salvos. La palabra dice que el enemigo vino a destruir, en cambio, Cristo vino a dar vida en abundancia. Yo les digo que sí se puede salir de ese mundo, pero hace falta querer y tener fuerza de voluntad. Dios entró en mi corazón e hizo esa transformación. Somos nuevas criaturas en Cristo, todas las cosas feas pasaron.
ELLA FUE:
- Adicta
- Traficante
- Prostituta
- Pandillera
- Prisionera
ELLA ES:
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- Mujer de hogar
- Evangélica
- Esposa
- Predicadora
- Libre
Yamilet Herrera Dudamel (Colaboradora)