(AP) — El líder supremo de Irán presidió este miércoles el funeral por el presidente fallecido del país, el ministro de Exteriores y otros muertos en un choque de helicóptero. Decenas de miles de personas se sumaron después a un cortejo fúnebre de los ataúdes por la capital, Teherán.
El ayatolá Alí Jamenei inició la ceremonia en la Universidad de Teherán, donde los ataúdes de los fallecidos se veían cubiertos de banderas iraníes con sus fotografías encima. Sobre el féretro del presidente, Ebrahim Raisi, había un turbante negro, que le identificaba como descendiente directo del profeta islámico Mahoma.
“Oh, Alá, no vimos nada más que cosas buenas de él”, dijo Jamenei en la plegaria estándar para los muertos en árabe, el idioma del libro sagrado del islam, el Corán. Pronto se marchó y la multitud que había dentro avanzó en un intento de tocar los ataúdes. El presidente iraní en funciones, Mohammad Mokhber, estaba de pie cerca y lloró abiertamente durante el funeral.
Después la gente cargó a hombros los féretros mientras los que estaban fuera coreaban “¡Muerte a Estados Unidos!”. Los ataúdes se colocaron en un remolque para llevarlos en procesión por el centro de Teherán hacia la plaza de Azadi (“Libertad”), donde el presidente Raisi ofreció varios discursos en el pasado. Algunos arrojaban pañuelos y otros objetos para que los asistentes tocaran con ellos los féretros a modo de bendición.
Al acto acudieron los líderes de la Guardia Revolucionaria paramilitar de Irán, uno de los grandes centros de poder del país. También estaba Ismail Haniyeh, líder de Hamás, un grupo al que Irán ha armado y respaldado durante la guerra entre Israel y Hamás que continúa en la Franja de Gaza. Antes del funeral, un maestro de ceremonias lideró a la multitud para corear «¡Muerte a Israel»!».
“Vengo en nombre del pueblo palestino, en nombre de las facciones de resistencia de Gaza (…) para expresar nuestras condolencias”, dijo Haniyeh a los asistentes.
También recordó un encuentro con Raisi en Teherán durante el Ramadán, el mes sagrado del ayuno para los musulmanes, y dijo que el presidente le había dicho que la cuestión palestina seguía siendo el tema principal del mundo musulmán.
El mundo musulmán “debe cumplir sus obligaciones con los palestinos para liberar su tierra”, dijo Haniyeh, recordando las palabras de Raisi. También dijo que Raisi había descrito el ataque del 7 de octubre que desencadenó la guerra, en el que murieron 1.200 personas y 250 más fueron tomadas como rehenes, como “un terremoto en el corazón de la entidad sionista”. Desde entonces, la guerra ha matado a 35.000 palestinos en la Franja de Gaza y a cientos de personas más en Cisjordania en operaciones israelíes.
Se esperaba que a los actos en Teherán asistieran el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, y una delegación del Talibán afgano, incluido su ministro de Exteriores, Amir Khan Mutaqqi. El primer ministro de Irak, Mohammed Shia al-Sudani, viajó para asistir a la ceremonia, al igual que el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan.
Incluso el ministro egipcio de Exteriores, Sameh Shoukry, viajó a Teherán pese a que los dos países rompieron sus relaciones diplomáticas tras la revolución de 1979. Egipto e Irán han hablado recientemente sobre restablecer sus lazos.
Sin embargo, en una ausencia notable, ninguno de los expresidentes vivos de Irán —salvo Jamenei— aparecía en las imágenes de televisión de la ceremonia. No se veía al reformista Mohammad Khatami, al estricto Mahmoud Ahmadinejad ni al relativamente moderado Hassan Rouhani, tres hombres que conservan algo de influencia política en el controlado sistema político iraní.
Las autoridades no explicaron su ausencia del acto, celebrado unas semanas antes de las elecciones presidenciales previstas para el 28 de junio. Por el momento no había un favorito claro para el puesto entre la ética política iraní, especialmente ninguno que sea un clérigo chií como Raisi.
La teocracia iraní declaró cinco días de duelo por el choque del domingo e instó a la gente a asistir a las sesiones de luto públicas. Normalmente, empleados del gobierno y escolares asisten en masa a esos eventos, mientras que otros asisten por patriotismo, curiosidad o para presenciar sucesos históricos.
Las manifestaciones masivas han sido cruciales para la teocracia iraní como prueba de legitimidad de su liderazgo, después de que millones de personas abarrotaran las calles de Teherán para recibir al gran ayatolá Rujolá Jomeini en 1979 durante la Revolución Islámica, y también asistieran a su funeral 10 años más tarde.
Se calcula que un millón de personas asistieron en 2020 a las marchas por el fallecido general de la Guardia Revolucionaria Qassem Soleimani, asesinado por un ataque de dron estadounidense en Bagdad. En esa ceremonia, Jamenei lloró sobre el ataúd de Soleimani junto a Raisi. El miércoles Jamenei parecía sereno, aunque más tarde abrazó a familiares de los muertos a su salida.
Estaba por ver si Raisi, el ministro de Exteriores Hossein Amirabdollahian y los demás fallecidos en el helicóptero conseguirían movilizaciones tan grandes, especialmente dado que Raisi murió en un choque, llegó al cargo con la participación más baja en unas elecciones presidenciales en la historia del país y dirigió amplias campañas de represión de la disidencia.
La fiscalía ya había advertido a la gente que no hiciera ningún gesto de celebración de su muerte, y desde el choque se veía una intensa presencia policial en las calles de Teherán.
Raisi, de 63 años, estaba considerado como un posible sucesor del líder supremo de Irán, Jamenei, de 85 años. La única otra persona que se ha barajado es el hijo de 55 años de Jamenei, Mojtaba. Sin embargo, se han expresado reservas sobre que el puesto vaya a un familiar, especialmente dado que la revolución derrocó a la monarquía hereditaria del sha que dirigía la dinastía Pahlavi.
Entre tanto, un funcionario iraní dio más información sobre el choque del domingo, que reforzó la teoría de que se debía al mal tiempo. Gholamhossein Esmaili, que viajaba en uno de los otros dos helicópteros del séquito de Raisi, dijo a la televisora estatal que cuando despegaron hacía buen tiempo. Pero más tarde, el helicóptero de Raisi desapareció entre unas nubes densas y los otros dos no pudieron contactar con el vehículo por radio, lo que les obligó a aterrizar en una mina de cobre cercana.
Ni Amirabdollahian ni un guardaespaldas que iban a bordo respondieron a las llamadas, pero el líder religioso de Tabriz Mohammad Ali-AleHashem logró responder a dos llamadas de celular, dijo Esmaili. No estaba claro por qué Irán no pudo rastrear después la señal del dispositivo.
“Cuando encontramos el lugar del accidente, el estado de los cuerpos indicaba que el ayatolá Raisi y otros acompañantes habían muerto al instante, pero Ale-Hashem (murió) después de varias horas”, dijo.