El 19 de diciembre de 1922
El 19 de diciembre, fue una fecha emblemática durante los 27 años de la dictadura del General Juan Vicente Gómez, por ser fecha genésica de la Rehabilitación Nacional, es decir, el día en que fue llevado a cabo el golpe de Estado dirigido por el vicepresidente Juan Vicente Gómez contra su compadre el General Cipriano Castro.
Fue así como en ausencia del Castro por un viaje por motivos médicos, el general Gómez tomó el poder y gobernó de manera dictatorial el país directa o indirectamente desde ese día hasta su muerte en diciembre de 1935. De allí, que el 19 de diciembre se tomó como la gloriosa fecha de la “Rehabilitación Nacional”, la cual era motivo de vistosas celebraciones a todo lo largo y ancho del territorio venezolano.
De esta forma, el 24 de julio de 1922 se concreta el Decreto del Ejecutivo del estado Lara que le da vida a la llamada “Plaza Rehabilitación”, que es la plazoleta que está en el ángulo suroeste de la hoy carrera 19 con la calle 23, que desde 1940 es la Plaza Pedro León Torres y que se conoce popularmente en la actualidad como de “los libreros” y en tiempos no tan lejanos como “La Moneda” por el edificio que esta adyacente a la misma por la carrera 19 y que luce en su fachada una enorme imitación de la clásica moneda con el rostro del Libertador. La “Plaza Rehabilitación” finalmente se inaugura en diciembre de 1922 por parte del Ejecutivo Regional, ya que por parte de la municipalidad se emite la Resolución que crea el cargo de Celador de dicha plaza, según lo relata el profesor Romel Escalona (1993) en su libro “Parques, Plazas y Monumentos de Barquisimeto”.
Por esa época, el General Rafael María Velazco se encontraba como Presidente del estado Lara, es decir, como Gobernador de acuerdo a la fórmula jurídica de entonces, cuando éramos “Estados Unidos de Venezuela”. Este mandatario, decidió demoler el antiguo caserón de dos plantas de la esquina noroeste de la actual carrera 19 con la calle 23, que servía de sede de la Gobernación, el Concejo Municipal y los Tribunales, que fuese levantado por la Administración del General Jacinto Fabricio Lara, trabajos que se hicieron para dar paso a una moderna edificación que fue diseño y construcción del hermano Juan del Colegio La Salle y que fue llamada “El Capitolio”. A tal efecto, tuvo lugar una fastuosa velada inaugural que se llevó a cabo precisamente el 19 de diciembre del año 1922, por ser ésta la fecha genésica de la Rehabilitación Nacional como hemos acotado. La imagen principal que domina la composición fotográfica de hoy, fue captad por el obturador del lente de Ernesto Balestrini, siendo la presente una reproducción hecha por don Luis Valera, la cual fue tomada en el patio central de la edificación objeto de esta entrega de Reseña de la Añoranza.
En la “Guía General de Venezuela” Primer Tomo de la autoría de F. Benet de 1929, aparece la reproducción de un artículo publicado por el diario El Impulso de Barquisimeto, escrito por el Dr. Eliodoro Pineda, con respecto al nuevo y suntuoso Palacio de Gobierno al que estamos haciendo referencia:
“…En el ángulo noroeste, que forman las calles “Catedral” y “Libertador” de esta ciudad en un solar en donde caben más de mil quinientos metros cuadrados, el Arte, siguiendo una feliz combinación de líneas trazadas con perfección geométrica, hizo profundos surcos, y como si hubiera depositado en ellos, la simiente del progreso, brotó en poco tiempo y creció rápidamente hasta su completo desarrollo, la nueva Casa de Gobierno, para alegría del barrios, orgullo de la Ciudad y renombre del Estado.
El General Rafael M. Velazco B., con la pericia que lo caracteriza como administrador público, multiplicó los fondos disponibles, hizo fecundo un tiempo improrrogable y seleccionó los elementos apropiados para la realización de esa obra de tanto empuje y de tal modo sorprende, que parece como si las columnas de polvo de la antigua casa demolida, se hubieran ido convirtiendo en los veintiséis artísticos pilares que sostienen la techumbre del palacio.
El Honorable Hermano Juan, que posee ciencia bastante y la prodiga de buena voluntad en el Colegio La Salle, y más allá del afamado Instituto, indicó la arquitectura que convenía al levado destino del nuevo edificio, y reputados alarifes y carpinteros, bajo la dirección de los maestros José de la Paz Morales y Hermógenes Palavicini, siguieron inteligentemente las reglas de la ciencia.
Una bella plazuela, como una cesta de flores arrojada a las plantas de su Alteza, prepara el ánimo para la contemplación del nuevo local de los poderes públicos.
El Capitolio!…
El pórtico parece un arco del triunfo levantado en el mismo terreno en donde las administraciones precedentes brillaron por sus esfuerzos en corresponder a las imposiciones de la activa evolución del pueblo larense. – Modernas “Columnas de Hércules” que, en vez de la negación desconsoladora “non plus ultra”, pregonan un imperativo positivo: plus ultra – Sí; más allá, a conquistar en los campos de la lucha sin tregua de la humanidad, rico botín para abonar en las cuentas el valor siempre insoluto de la paz.
Arriba, en el frontón, como marca de fábrica de las obras magnas de la pulcritud administrativa, el simbólico Escudo del Estado; y, más abajo, la hábil mano del múltiple artista Virgilio Soteldo, autor también del Escudo, grabó en bronce un mandato de la Asamblea Legislativa del Estado, fiel interprete de la justicia en la voz del pueblo.
Ya en el umbral del Capitolio el observador recibe la grata impresión de un elegante minarete, que, como un broche, une las dos porciones simétricas que forman la parte principal del edificio, – Es como un centinela que se empina sobre la ciudad para velar por ella y para recordarle que allí está la fuerza que protege, entre otras garantías, la inviolabilidad del hogar.
El pavimento parece que está cubierto con vistosas alfombras, cuyos detalles armonizan con el destino que corresponde a cada lugar, tal es la perfección que ha alcanzado para los productos de su fábrica de piedras artificiales el Señor Don Agustín Alvarado, con una tenacidad digna de un Bernardo Palissy.
La luz del día entra por veinte ventanas y por treinta y dos puertas, y le da aquella mansión la transparencia de una casa de cristal, cónsona con la diafanidad a que aspira toda administración pulcra.
A izquierda y derecha se suceden dos series de espaciosos salones adecuados al perfecto funcionamiento de los poderes públicos, entre los cuales sobresale el asignado al Ejecutivo del Estado, de forma angular, como si quisiera dará a entender que esta rama del poder, es la piedra angular en que descansa el edificio social.
Cuando se ha recorrido todo el local se entra a la torre del fondo y desde sus balcones se contempla su interior, se descubre una correspondencia entre su estructura y la misión cívica de la Ley, pues la amplitud del primero cuadro a la Libertad que la segunda ampara; la simetría del primero, recuerda la igualdad que la segunda nivela y, la forma del primero, semejante a un paréntesis como brazos que quieres aprisionar, estrechan la fraternidad que la segunda vigoriza.
Hoy se abre solemnemente este Palacio de Gobierno. – Es una página en blanco ante la cual se experimenta lo que se siente ante toda página en blanco: algo así como un propósito íntimo de evitar que caiga sobre ella la más leve mancha.
Al alejarse el visitante de tan soberbio edificio lleva en el ánimo el perdurable recuerdo de que acaba de admirar un primoroso estuche con que la actual administración, dignamente presidida por el General Rafael M. Velazco B., obsequia a la Reina de Occidente, el día onomástico de la Rehabilitación Nacional, para que guarde en él la joya de su autonomía.
Eliodoro Pineda…”
Para la faustuosa inauguración, fue contratado especialmente para tal fin, don Rafael Romero Osío (Valencia, 1879 – Caracas, 1954), padre de Aldemaro Romero, quien trajo consigo a los dos arpistas, que según Florencio Sequera estos eran de apellido Alas, quienes aparecen en los extremos de la fotografía. La agrupación fue llamada “La Gran Orquesta”, que no fue otra cosa que la Mavare ampliada con músicos de Quibor, El Tocuyo y Duaca. Esta orquesta que impresionó tremendamente al conglomerado de la época realizó sus ensayos en el Teatro Juares.
Dos meses antes se habían iniciado los ensayos de cuadrillas y lanceros, para lo cual se prepararon las damas seleccionadas, quienes según F. Benet (1929) se ataviaron con las mejores telas para la confección de sus trajes.
La noche de la inauguración, la edificación fue iluminada profusamente y se abrieron las veinte ventanas entre internas y externas y las treinta y dos puertas erigidas en los corredores interiores, con lo cual el pueblo pudo admirar desde la calle aquella inolvidable festividad, mientras se deleitaban con las notas musicales que manaban de la Gran Orquesta como si fluyeran de mágico surtidor, en medio del silencio nocturnal de aquel Barquisimeto bucólico, pequeño y gentil. Los corredores atestados de “sillas de Viena” con sus elegantes formas redondeadas y su esterilla, sirvieron de siento a la selecta concurrencia, mientras trajeados de etiqueta los caballeros hicieron gala de amable galantería.
La gráfica que domina la composición fotográfica, corresponde a la “Gran Orquesta” donde aparecen sentados de izquierda a derecha: Julio Alas(arpa), Rafael Franco (violín), Pablo Arnoldo Rivero (violín), José Ángel Rodríguez López (violín), Teodoro Liscano (violín), Miguel Vizcaya (violonchelo), Hermelindo Oberto (flauta), napoleón Lucena (clarinete), en medio de pie, Rafael Romero Osío (director), siguen en el mismo orden los que están sentados: Jesús María Peñuela (clarinete), Manuel Salvador González (clarinete), Rafael Salas (flauta), Virgilio Soteldo (violonchelo) el autor del Escudo tallado en piedra en el frontis de la edificación, quien además grabó en bronce un mandato de la Asamblea Legislativa del Estado debajo del mismo, Pompeyo Rivero (violín), personaje no identificado, Virgilio Soteldo Daza (violín), Virgilio Teodoro Valera (violín), personaje no identificado, Lucio Delgado (violín) y el otro arpista de apellido Alas, hermano de Julio Alas cuyo nombre no ha sido identificado. De izquierda a derecha de pie: Rafael López (cuatro), Antonio Carrillo (contrabajo), Marco Tulio Alvarado (bombardino), Ángel María Abarca (trombón), Gumercindo Sequera (cuatro), Pedro Rivero (trompeta), Ramón Díaz (trompeta), Juan Bautista “Juanchito” Lucena (contrabajo) y Eusebio López (cuatro).
Nos comenta Raúl Azparren (1978) en su obra “Barquisimetaneidad, Personajes y Lugares”, que el General Rafael María Velazco en conocimiento de la rivalidad entre los músicos, lo que generaba división entre ellos, al contratar a la Orquesta Mavare para animar musicalmente la inauguración de “El capitolio”, le manifestó al director de la prestigiosa agrupación, Napoleón Lucena: “…que aumentara el número de éstos, buen fuese con algunos de los pertenecientes a la Banda del Estado o de otras agrupaciones; manifestándole Lucena al Presidente del Estado que en algunas ocasiones de esa manera había procedido, cuando no pasaban de diez ejecutantes amigos pertenecientes a otros conjuntos, pero que al tratarse de un número considerable de artistas, la rivalidad imperante no le permitía pedirlos a los respectivos Directores…”
Prosigue Azparren en su relato que en tal sentido: “…El Presidente del Estado seguidamente solicitó en valencia los servicios del profesor Rafael Romero, padre del musicólogo Aldemaro Romero, quien luego de su llegada a Barquisimeto, no sólo agrupó a los artistas locales, sino que trajo algunos de El Tocuyo, Quibor y Duaca; y organizó la Gran Orquesta para amenizar el estupendo sarao con el que se estrenó la Casa de Gobierno el 19 de diciembre de 1922, fecha genésica de la rehabilitación Nacional, como laudatoriamente se llamó a la traición de Gómez a Castro…”
Tal relato, acota Raúl Azparren (1978), lo realizó con base a los detalles que sobre este baile le comentó el propio Napoleón Lucena en una de las visitas que le hiciera el referido autor al citado músico, director y compositor, a la tradicional casa de la esquina suroeste de la carrera 16 con la calle 29, sede de la Mavare desde 1915.
Por nuestra parte, escuchamos el relato de la inauguración de “El Capitolio” de la boca del maestro Ramón Díaz Lugo, quien a su vez lo escuchó de su padre Ramón Díaz, uno de los trompetistas que aparece en la grafica de la “Gran Orquesta”, como del propio Virgilio Soteldo Daza, quien aparece entre los violinistas, hijo de don Virgilio Soteldo quien talló el Escudo del Estado en piedra y grabó en bronce el lema de la inscripción que le encomendase la Asamblea Legislativa del Estado Lara, pues nuestro abuelo Rafael Miguel López narraba de su copiosa memoria como se abrió paso entre la multitud aglomerada en las ventanas en la calle, para admirar aquella orquesta y el repertorio musical que deleitó a los presentes.
Barquisimeto, domingo 22 de diciembre de 2024.
Fuentes Consultadas:
Azparren, R. (1978) Barquisimetaneidad, Personajes y Lugares. Publicación de la CANTV al servicio de la cultura. Talleres Escobar. Caracas. Venezuela.
Benet, F. (1929) Guía General de Venezuela. Primer Tomo. Casa Oscar Brandstetter. Leipzing. Alemania.
Escalona, R. (1993) Parques, Plazas y Monumentos de Barquisimeto. Publicación del Concejo Municipal de Iribarren. Tipografía Horizonte. Barquisimeto. Venezuela.
Fundación Aldemaro Romero (2020) Aldemaro Romero Zerpa [Artículo en Línea] Disponible en: https://aldemaroromero.org/biografia/
Fundación Wikimedia (2024) Aldemaro Romero [Artículo en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Aldemaro_Romero
Fundación Wikimedia (2024) Golpe de Estado en Venezuela de 1908 [Artículo en Línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Venezuela_de_1908#:~:text=El%2019%20de%20diciembre%20de,hacia%20el%20dictador%20Cipriano%20Castro.
LA