Elizabeth Rosemond Taylor, una de las figuras de mayor relevancia y trascendencia del séptimo arte, estrella emblemática en la historia de Hollywood desde fines de los años 40, no necesitó morir joven para convertirse en un mito.
La poderosa influencia en la cultura popular no solo de los Estados Unidos, sino del mundo entero radica en haber sido considerada una niña prodigio, cuando a los nueve años de edad la compañía cinematográfica Metro-Goldwyn-Mayer la contrató y luego se encargó de proyectar su carrera a lo largo de la edad de oro del cine.
Londres la vio nacer en 1932 y un infarto masivo ocurrido el 23 de marzo de 2011 decretó el fallecimiento de la actriz, hecho ocurrido en la ciudad de Los Ángeles. Ese día diría adiós la mujer de los ojos violeta, una de las actrices más bellas del cine.
Su salud comenzó a desgastarse al presentar algunas dolencias en su espalda tras caerse de un caballo en 1944, durante el rodaje de la película National Velvet con otro niño prodigio, Joseph Yule Jr “Mickey Rooney”. Años después, en 1960, la actriz recibió su primer Oscar por la película Butterfield 8, y se dice que, además de su talento actoral, la muerte de su esposo Michael Todd y una traqueotomía que casi le cuesta la vida a la actriz fueron factores que pesaron en la decisión de la Academia. Seis años después ganaría su segunda estatuilla y en 1993 recibiría una mención de honor gracias a sus labores humanitarias.
Liz Taylor con el pasar de los años y la fama que se iba acrecentando por su carrera, tuvo una gran afición a los diamantes y los perfumes. Su vida personal fue ampliamente divulgada y conocida por sus excentricidades, sus romances y las veces que contrajo matrimonio.
Taylor también fue conocida por sus participaciones en actos benéficos y fundaciones de investigación como The Foundation for AIDS Research, fundada por ella a raíz de la enfermedad y muerte del reconocido actor Rock Hudson, su amigo y coestrella en Gigante (1956).
Cleopatra un filme que fue realizado a su medida resultó un fracaso de taquilla, pero las mujeres de su época siguieron el encanto de su maquillaje simétrico en sus ojos y se convirtió en referente de la cultura pop de los años sesenta.
En sus últimos años de vida, la salud siempre estuvo inmersa en recaídas y los periodistas de farándula siempre seguían sus casos, donde hubo operaciones de cadera, un tumor cerebral, insuficiencia cardiaca, dolores de espalda e incluso se dijo que sufrió de Alzheimer.
Elizabeth Taylor sin lugar a dudas marcó una época en el cine y hoy a 10 años de su muerte sigue siendo recordada y admirada por diferentes generaciones. Su figura trascendió más allá de la gran pantalla.
Julio Urdaneta/@juliourdanetam
Foto: AP News