Reinaldo Gómez.- La verdad es que, aunque pareciera que ya los venezolanos hemos perdido la capacidad de asombro ante el cada vez más elevado -pero muy elevado- costo de la vida, de manera especial en el apartado de los alimentos, o sea de la comida, muy probablemente será difícil que alguien no suelte un grito de asombro -valga la repetición- cuando sepa que ya el ajo, por ejemplo, un condimento siempre muy preciado en la cada vez más modesta cocina del venezolano, ya alcanzó un precio comercial de: ¡70.000 bolívares el kilogramo…!
No. No es equivocación: Son 70.000 bolívares que un venezolano de a pie tiene que ‘descorchar’ ahora para poder llevarse un kilito de ajos para su casa. Es decir, casi dos salarios mínimos al contado, porque, de repente, es probable que, con el llamado punto, el precio sea mucho mayor.
Y entonces, ¿A dónde vamos a llegar? ¡Por favor…! Porque, ¿Qué es lo que pasa…? Resulta que mencionamos el ajo por únicamente citar un producto, pero es que ocurre que, durante esta última semana, los precios de la comida, concretamente de los productos vegetales, es decir, de los que se denominan perecederos, se dispararon ‘sin aviso y sin protesto’ -como sucede siempre- por lo menos en un 40 por ciento, y en muchos casos en un 50 y hasta en un 60 por ciento.
¿Quién, entonces, le pone el cascabel al gato? Es decir, ¿Quién responde…? Vaya usted a saberlo, porque resulta que, desde hace un tiempo para acá, en este país, en el sector oficial, que es el llamado a hacerlo, nadie da respuestas de nada, y más bien, desde allí, se evade cualquier respuesta, ya que, en muchas oficinas públicas, los jefes o responsables, o no están ‘autorizados’ para declarar, o simplemente se niegan a hacerlo, o, incluso, yendo más allá, en algunas de tales oficinas, los periodistas hasta tienen negado el acceso a las mismas.
En el Bella Vista
Rafael Pérez es un veterano comerciante que, desde hace ya varias décadas, tiene su pequeño puesto de verduras en el mercado Bella Vista de Barquisimeto, quizás el más céntrico de la ciudad.
Y fue él, precisamente, quien nos aportó los precios a los que él estaba expendiendo allí los productos vegetales de consumo masivo, que, por cierto, son casi todos.
Por supuesto, y como es lógico suponer, arrancó con el ajo, del que ya se indicó cuesta ahora, no uno, sino dos ojos de la cara.
-Pero es que tampoco -aseveró- el cilantro está muy barato que se diga, porque su precio en este momento es de Bs. 30.000 el kilogramo.
Y, luego, prosiguió: Tomates, a Bs. 10.000 el kilogramo; papas y pimentón, a Bs. 8.000 el kilogramo; cebolla de cabeza, a Bs. 9.000; lechuga, a Bs. 12.000; cebolla en rama, apioespaña y ajoporro, a Bs. 6.000; zanahoria y remolacha, a Bs. 4.000; apio, a Bs. 8.000; del ñame y del ocumo, dijo que, en este momento, se hallan ‘perdidos’, es decir, no hay producción; plátano, a Bs. 6.000; cambures, a Bs. 1.800; yuca, a Bs. 2.000; chayota, a Bs. 4.000; aguacate, a Bs. 4.000; melón y guayaba, a Bs. 4.000; guanábana, a Bs. 4.000, y el ají, a Bs. 10.000.
Cambiantes
Destacó Pérez que los anteriormente señalados ‘son precios cambiantes’, porque, dijo, son muchos los factores que, desde hace unos años para acá, intervienen para que ello ocurra así.
Así, respondiendo a una pregunta, manifestó que, aparte de la acelerada inflación que también padece desde hace varios años el país, los productores agrícolas incrementan frecuentemente los precios de venta al mayor debido a factores tales como el costo operativo de sus vehículos -vale decir camiones o camionetas- para trasladar sus productos hasta los sitios de venta; el drama que ahora se vive en Venezuela para obtener gasolina en sus diferentes renglones o modalidades, el costo de los repuestos, los cada vez más caros insumos agrícolas, etc., y de remate, por si todo lo anteriormente citado no fuese suficiente, los constantes apagones de los últimos meses, les han venido ocasionando disímiles trastornos en sus procesos de cultivo y de cosecha.
-Claro, y cada vez que eso ocurre, que sucede por cierto con mucha frecuencia, pues a nosotros no nos queda otra alternativa que incrementarles los precios a nuestros clientes. Y créame que eso no es lo que nosotros deseamos, por la simple y sencilla razón de que, desde hace unos diez años para acá, nuestras ventas son cada vez más bajas, lo cual nos ha venido perjudicando bastante en nuestra calidad de vida.
¿En qué porcentaje pudiera usted estimar que han bajado las ventas de productos perecederos, no solamente en el caso suyo, sino el de todos los vendedores de vegetales en este mercado?
-Bueno, yo no pudiera darle un estimado exacto, pero le aseguro que del 30 por ciento no baja.
Valga también señalar que, pese a todo, algunos vegetales han mantenido su precio, con relación a la semana pasada, y algunos hasta -increíble- han bajado de precio.
Así, por ejemplo, la auyama se mantiene a Bs. 4.000 el kilogramo, mientras que el pimentón, que llegó a costar hasta Bs. 18.000 en algún momento, ahora se cotiza a Bs. 8.000, al menos en el establecimiento de Rafael Pérez.
Por su parte, los aliños verdes mantuvieron su precio estimado de Bs. 8.000 el kilogramo.