LA LITERATURA
La literatura es como una antorcha qué alumbra la caverna del subconsciente humano. El deseo incontenible de escribir, se abre paso en un mundo donde lo trivial es la regla y la profundidad de pensamiento y sentimiento son excepciones.
Por esto, en mi opinión, la literatura es como un ancla que mantiene estable la identidad cultural de cada pueblo y que cambia a medida que también cambian estos. Siendo siempre discreta pero constante, su presencia a través de los siglos, porque va atada al espíritu, y al espíritu van atadas las emociones como eslabones interminables, que son el motivo por el que se plasman novelas, poesías, cuentos, ensayos, entre muchas otras manifestaciones, qué sacan a relucir “los mejores ángeles de nuestra naturaleza” tal como lo expresó Abraham Lincoln en un hermoso discurso.
En tanto que, en este siglo signado por la dependencia tecnológica con su inmediatez y superficialidad, los escritores son una suerte de guerreros solitarios y de corazón de caballero medieval, que ponen en la pluma lo que les dicta el corazón, como sacándose un peso de encima al expresarlo. Debiendo tener belleza, subjetividad y estilo creativo, para ser considerado literatura.
Por otra parte, aparejado con la expresión, va la responsabilidad de lo escrito, porque parece ser que aquello que se escribe pasa a percibirse como cierto por la sociedad, de tal manera que la empatía y la solidaridad en mi criterio, deben ser una constante en quienes hacen de la palabra escrita un arte y ser una lámpara qué rompa la oscuridad.
De allí que de alguna manera quien escribe esta expandiéndose a si mismo y a los demás, está de alguna manera cocreando realidades sutiles del pensamiento, a través de ficciones y realidades, mitos y verdades, que al fin y al cabo son fieles reflejos de aquello que llamamos humanidad.
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