El enorme río de lava de la erupción volcánica en la isla canaria de La Palma, en España, llegó el 22-S a una llanura, y se frenó. Para este jueves 23 de septiembre se desplaza a cuatro metros por hora, mientras que el lunes, al día siguiente de que comenzara la erupción se movía a 700 metros por hora.
Esta pérdida de velocidad hizo dudar si finalmente se extenderá por tierra y destruirá más viviendas en lugar de fluir hacia el mar.
La colada de lava se volvió más gruesa al perder velocidad, y en algunos puntos alcanzaba los 15 metros de altura, según las autoridades. La lava cubría ya 166 hectáreas y había destruido unas 350 casas.
El cambio de ritmo dio más tiempo a los vecinos de localidades en su camino para llevarse sus pertenencias. La Guardia Civil escoltaba el jueves por la mañana a varias personas a recoger objetos personales en sus viviendas.
La actividad sísmica en la zona, que aumentó antes de la erupción y se ha mantenido alta, se había estabilizado, indicó la Guardia Civil.
El volcán sigue expulsando lava, cenizas y gases, que alcanzan hasta 4.200 metros de altura, según el Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN). Eso planteó temores a que la erupción afectara al tráfico aéreo sobre la isla.
No se han reportado víctimas de la erupción, aunque se espera que los daños a propiedades, infraestructuras y terrenos agrícolas sean considerables./SYGA
Foto: AP