Los disturbios en Francia le han restado lustre al primer viaje al extranjero del rey Carlos III como monarca, con trabajadores en huelga que se niegan a desdoblar alfombras rojas en medio de protestas por la reforma a las pensiones y críticos que piden que se cancele la visita real por completo.
Carlos tiene previsto emprender el viaje a partir del domingo a nombre del gobierno del primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak. Se esperaba que una glamorosa gira real subrayara los esfuerzos para reforzar los lazos anglo-franceses afectados por el Brexit.
Pero la furia por la determinación del presidente francés Emmanuel Macron de aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años ha empañado lo que se suponía sería una muestra de bonhomía y amistad. En cambio, la visita de Carlos se ve como un despliegue innecesario de privilegios hereditarios.
“Es muy mal momento. Normalmente, los franceses darían la bienvenida a un rey británico. Pero en este momento, las personas que protestan están en alerta máxima ante cualquier signo de privilegio y riqueza”, dijo el escritor parisino Stephen Clarke, autor de “Elizabeth II, Queen of Laughs”.
Con montones de basura sin recolectar a lo largo de los bulevares que alguna vez fueron prístinos de la capital francesa, los observadores dicen que el paisaje no podría ser peor, tanto para Carlos como para Macron.
El sindicato francés CGT anunció esta semana que sus miembros en Mobilier National, la institución encargada de proporcionar alfombras rojas, banderas y muebles para los edificios públicos, desairarían una recepción dominical para el rey a su llegada a París.
“Pedimos a nuestra administración que informe a los servicios correspondientes que no entregaremos mobiliario, alfombras rojas ni banderas”, se lee en un comunicado de la CGT.
El Palacio del Elíseo, la residencia oficial del presidente francés, dijo que los trabajadores que no están en huelga prepararían el equipo necesario para el viaje.