El Paraninfo de la Universidad de Alcalá, cuna del Premio Cervantes, se vistió de solemnidad y luto. Las banderas a media asta y la ausencia de honores militares recordaban el reciente fallecimiento del papa Francisco. Sin embargo, en medio de la gravedad, un Álvaro Pombo frágil, en silla de ruedas, con su característico gorro de lana, irrumpió con un discurso que, aunque leído por su amigo Mario Crespo, destiló el humor cervantino que lo ha definido como escritor. Con 85 años y una salud delicada, el santanderino recibió el máximo galardón de las letras hispánicas, dotado con 125.000 euros, de manos de los reyes Felipe VI y Letizia, y aprovechó para lanzar una pulla a la sociedad contemporánea: “Nos hemos convertido en un país de influencers y mercachifles”.
Crítica mordaz a los creadores de contenido
Bajo el título Una fenomenología de la fragilidad, Pombo tejió un discurso que homenajeó a Miguel de Cervantes y reflexionó sobre la vulnerabilidad humana, la suya propia y la de una España que, a su juicio, ha perdido el sentido del honor. “Ahora nadie se bate en duelo por su honor, ni por el honor de España, ni por el del tato”, lamentó, evocando un pasado donde los ideales parecían más firmes. Su alocución, escrita “hace muchos años por si caía del cielo este maravilloso premio”, conectó la fragilidad de Cervantes —quien a los 70 años padecía “achaques de todo tipo” y un “cansancio crónico”— con la suya y la de un país que, según él, se desvanece en la superficialidad de las redes sociales y el consumismo.
Pombo, licenciado en Filosofía y académico de la Real Academia Española desde 2004, centró su intervención en El licenciado Vidriera, una de las Novelas ejemplares de Cervantes. En ella, el protagonista, Tomás Rodaja, se cree de vidrio, símbolo de lo “rompible, lo frágil, lo opuesto al Escorial, lo opuesto a la victoria”. Con humor, Pombo comparó a la dama de Salamanca que seduce a Rodaja con una “influencer, una turulata”, una crítica mordaz a los creadores de contenido que, en su opinión, dominan el panorama cultural actual. “Cervantes es todo un modelo de literatura libertaria y genial”, había declarado días antes, y en su discurso reafirmó esa admiración por un autor que, pese a sus dolencias, llegó al final de su vida con “un relativo y admirable buen humor”.
Un país sin duelos, pero con memoria
El escritor, autor de obras como Donde las mujeres, El temblor del héroe o Santander, 1936, no se limitó a mirar al pasado literario. Anunció que trabaja en una novela sobre la liquidación del colonialismo español, un tema que conectó con la “fragilidad de España”. Citó el desastre de Annual de 1921, donde “levantamos una capilla a Santiago Matamoros y luego los moros matan a los españoles de Santiago Matamoros”. Esta metáfora de una nación que repite errores históricos resonó en el Paraninfo, donde el público, entre el que se encontraba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aplaudió con entusiasmo.
Pombo también evocó su linaje familiar, los “labriegos castellanos” Pombo García de los Ríos, que lograron crear “la primera explotación agraria ejemplar de España” en quince años de arduo trabajo, premiada por el Ministerio de Agricultura bajo el ministro Cavestany de Anduaga. Sin embargo, con un tono quijotesco, señaló que incluso esa hazaña “fuese y no hubo nada”, como el soneto de Cervantes al túmulo de Felipe II, que describió como “el mejor soneto de la literatura castellana” y un presagio de la caída del Imperio español.
La fortaleza de lo frágil
A pesar de su crítica a la modernidad, Pombo matizó que la fragilidad no implica debilidad. “Una narrativa de la fragilidad no tiene por qué ser una narrativa fragilizada o rompible. Puede ser tan inquebrantable como el propio texto de Don Quijote de la Mancha”, afirmó, citando pasajes donde la vulnerabilidad de los personajes —el Quijote, Sancho, Rocinante— se transforma en una fortaleza universal. Concluyó con una invocación poderosa: “Don Miguel de Cervantes fue un hombre profundo y pobre, al decir de Ortega y Gasset. Es muy posible que, para alcanzar la grandeza en España, para superar la fragilidad, tengamos todos que llegar a la profundidad y a la pobreza”.
El rey Felipe VI, en su discurso de cierre, destacó los valores de “claridad, bondad y verdad” en la obra de Pombo, comparándolo con el propio Cervantes. “Lo importante es comprender lo que pasa y lo que nos pasa”, dijo, subrayando que la novela, frente a la filosofía, ofrece una vía humilde para entender el mundo. El monarca también rindió homenaje al recientemente fallecido Mario Vargas Llosa, Premio Cervantes de 1995, cuya ausencia añadió un eco de melancolía a la ceremonia.
Un Quijote moderno en un mundo desencantado
La imagen de Pombo, acurrucado en su silla de ruedas, con gafas redondas y una sonrisa pícara, evocaba al Alonso Quijano que Felipe VI describió como dotado de “un noble aspecto quijotesco”. A pesar de su fragilidad física, el escritor demostró una lucidez intacta, capaz de reírse de sí mismo y de su tiempo. Cuando el poeta Luis Antonio de Villena le dijo que se le veía “estupendo”, Pombo respondió con un hilo de voz: “Genio y figura…”, esquivando el fatalismo con el mismo humor que impregnó su discurso.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, lo definió como un “verso único, suelto y excepcional” de las letras españolas, un “autor excéntrico” que, desde su exilio londinense y los paisajes de su infancia en Santander, Madrid o Valladolid, ha construido una obra que vibra con el espíritu de Don Quijote. El jurado del Cervantes, presidido por Luis Mateo Díez, reconoció en Pombo “su extraordinaria personalidad creadora, lírica singular y original narración”.
En un mundo que Pombo percibe “lleno hasta los topes y vaciándose de la nada”, su discurso fue un canto a la resistencia de la literatura. “Comience la fiesta de Cervantes con buen humor cervantino”, pidió, y así fue. Entre aplausos y sonrisas, el santanderino dejó claro que, aunque el honor ya no se defienda a duelo y los influencers dominen el escenario, la palabra escrita —profunda, pobre y libre— sigue siendo un refugio inquebrantable. Como él mismo sentenció, “ahí se desharán los encantamientos, ahí se romperá por fin el cristal, ahí se hará fuerte lo frágil”.
Acerca de Álvaro Pombo
Álvaro Pombo y García de los Ríos (Santander, 23 de junio de 1939) es un novelista, poeta, filósofo, académico y ex político español, considerado una de las voces más singulares de la literatura contemporánea en lengua española. Ganador del Premio Miguel de Cervantes en 2024, su obra combina una prosa lírica, introspección filosófica y un humor mordaz que evoca el espíritu cervantino. A lo largo de cinco décadas, Pombo ha explorado temas como la fragilidad humana, la homosexualidad, la religión y la culpa, dejando un legado literario traducido a múltiples idiomas y reconocido con galardones como el Premio Herralde, el Nacional de Narrativa, el Planeta y el Francisco Umbral.
Nacido en Santander en el seno de una familia aristocrática, hijo de Cayo Pombo e Ybarra y Pilar García de los Ríos y Caller, Álvaro Pombo creció en un entorno privilegiado pero marcado por contrastes. Su infancia estuvo atravesada por un desempeño académico irregular —repitió quinto curso y se describía como “un manta en matemáticas”—, aunque mostró una temprana inclinación por la escritura, publicando artículos en la revista de los Escolapios de su ciudad natal. Su curiosidad intelectual lo llevó a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció, y más tarde obtuvo un Bachelor of Arts en Filosofía por el Birkbeck College de Londres, ciudad donde residió entre 1966 y 1977. Este período en Inglaterra fue decisivo, exponiéndolo a la literatura anglosajona, a poetas como Rainer Maria Rilke y al pensamiento existencialista, influencias que impregnarían su obra.
Pombo inició su trayectoria como poeta. Su primer libro, Protocolos (1973), escrito durante su exilio londinense, marcó el comienzo de una producción poética que continuó con Variaciones (1977), galardonado con el Premio El Bardo, y títulos posteriores como Hacia una constitución poética del año (1980) y Protocolos para la rehabilitación del firmamento (1992). Aunque la poesía sigue siendo una constante en su vida, fue en la narrativa donde consolidó su prestigio.
Su debut en prosa, Relatos sobre la falta de substancia (1977), abordó la homosexualidad con una franqueza audaz para la España de la Transición, reflejando su propia identidad, que ha tratado con naturalidad pero también con posturas polémicas, como su oposición al término “matrimonio” para uniones del mismo sexo. Su primera novela, El héroe de las mansardas de Mansard (1983), ganó el Premio Herralde y estableció su “poética del Bien”, una exploración ética que recorre su obra. Le siguieron títulos como El metro de platino iridiado (1990, Premio de la Crítica), Donde las mujeres (1996, Premio Nacional de Narrativa), La fortuna de Matilda Turpin (2006, Premio Planeta) y El temblor del héroe (2012, Premio Nadal). Su novela más reciente, Santander, 1936 (2023), galardonada con el Premio Francisco Umbral, revisita la Guerra Civil a través de la figura de su tío falangista, entrelazando memoria personal e histórica.
El estilo de Pombo, descrito como “psicología-ficción”, se caracteriza por una prosa densa, lírica y reflexiva, que disecciona los dilemas morales de sus personajes. Su admiración por Miguel de Cervantes, especialmente por El licenciado Vidriera, es evidente en su enfoque sobre la fragilidad humana, un tema central en su discurso de aceptación del Premio Cervantes, titulado Una fenomenología de la fragilidad. Desde 2004, como miembro de la Real Academia Española, ha contribuido al debate cultural con ensayos y discursos, como Verosimilitud y verdad, pronunciado en su ingreso a la RAE.
Más allá de la literatura, Pombo incursionó en la política como miembro de Unión Progreso y Democracia (UPyD), siendo candidato al Senado por Madrid en las elecciones de 2008 y 2011, aunque no logró escaño. Su paso por la política estuvo marcado por declaraciones controvertidas, como sus comentarios sobre Franco y Pinochet o su crítica al matrimonio igualitario, que generaron rechazo en sectores progresistas y tensiones con UPyD. Estas posturas revelan una faceta provocadora, a menudo en desacuerdo con las corrientes dominantes, que ha polarizado su imagen pública.
Pombo también tuvo una breve presencia mediática como colaborador en el programa Espejo público de Antena 3 entre 2006 y 2008, donde su estilo erudito y excéntrico contrastaba con el formato televisivo. A pesar de estas incursiones, siempre ha afirmado que su verdadera vocación es la literatura, describiendo su vida como un “ministerio” al servicio de la escritura.
Pombo ha mantenido su vida privada en relativa discreción. Reside en Madrid, donde combina su labor literaria con aficiones como la filosofía, la poesía y el pensamiento zen. Soltero y sin hijos, ha hablado abiertamente de su homosexualidad, aunque con matices que reflejan su compleja relación con las etiquetas sociales. Su carácter introspectivo y su humor quijotesco, descrito por él mismo como “genio y figura”, lo han convertido en una figura carismática pero enigmática.
El Premio Cervantes 2024, recibido en una ceremonia marcada por su fragilidad física y un discurso leído por un amigo debido a su salud, consolidó su lugar en el panteón de las letras hispánicas. El jurado destacó “su extraordinaria personalidad creadora, su lírica singular y su original narración”, cualidades que han hecho de Pombo un autor universal, traducido a idiomas como el inglés, alemán, francés e italiano.
Principales obras y premios
- Poesía: Protocolos (1973), Variaciones (1977), Hacia una constitución poética del año (1980).
- Narrativa: Relatos sobre la falta de substancia (1977), El héroe de las mansardas de Mansard (1983), Donde las mujeres (1996), La fortuna de Matilda Turpin (2006), Santander, 1936 (2023).
- Premios: Premio Herralde (1983), Premio de la Crítica (1990), Premio Nacional de Narrativa (1996), Premio Planeta (2006), Premio Nadal (2012), Premio Francisco Umbral (2023), Premio Cervantes (2024).