Hoy día, a pesar de haber tenido en los últimos veinte años la bonanza petrolera más grande de toda su historia, Venezuela ha decuplicado su deuda pública llevándola desde 28 mil millones de dólares a más de 300 mil millones de dólares (!) Ahora bien, frente al desastre socio-económico que hay en el país, quiero hacer con espíritu ciudadano un llamado a la “paciencia”, a esa paciencia que aparentemente, pero solo aparentemente parece ser sinónimo de resignación porque mucha gente utiliza ese término en forma distinta para indicar un estado de ánimo muy particular. Nada más equivocado.
En efecto, mientras la resignación es un pasivo abandono a seguir sufriendo, es como una tácita conformidad con lo que está sucediendo, como un sumiso abandono a seguir luchando, hasta diría como una renuncia incondicionada para defender nuestros derechos, la paciencia, en cambio es la capacidad de soporte sin alterarse, es la constancia constructiva con la cual se espera y se confía en que las cosas mejoren, es un valor potencial inmenso que ayuda a superar los problemas y los males que nos afligen. Giacomo Leopardi, famoso poeta italiano del siglo XVIII a la paciencia la llamaba “la más heroica de las virtudes”.
Pero, ¿porque hoy día estoy invitando a Venezuela entera a tener paciencia? Sencillamente porque frente al desastre que existe en el país, desde una economía totalmente quebrada con una inflación macroscópica que reduce drásticamente el poder adquisitivo de los sueldos, hasta una corrupción sin límites en todos los sectores de la vida cotidiana, con una carencia de producción que nos obliga a importar el 94% de lo que se consume, con una falta de seguridad simplemente dramática, frente a ese cuadro poco menos que deprimente, tengo la impresión de que exista una mayoría de personas dominadas por una sumisa resignación, como si lo que está ocurriendo en el país fuera irreversible y no tuviera remedio.
Y ese sentimiento pasivo y renunciatario desde luego es sumamente negativo. Tengan paciencia entonces para no dejarse llevar por ese estado de ánimo nocivo y perjudicial. Tengan paciencia para poder tomar conciencia de que todos, con nuestro comportamiento cotidiano, podemos contribuir a mejorar la situación del país. Tengan paciencia para enfrentar los abusos y los atropellos con una resistencia activa, con empeño, tratando de cambiar lo negativo en positivo. En fìn “tengan paciencia” porque yo estoy seguro que con determinación y con espíritu ciudadano es posible convertir esos propósitos positivos en realidad. Está en juego el futuro de Venezuela…y no es poco! Desde Italia.
Paolo Montanari Tigri