“No hay camino sencillo hacia la libertad en ninguna parte y muchos de nosotros tendremos que pasar por el valle de la muerte una y otra vez antes de alcanzar la cima de la montaña de nuestros deseos.”
Nelson Mandela (18-07-1.918 / 05-12-2.013)
Abogado, activista contra el apartheid, político y filántropo sudafricano que presidió su país de 1.994 a 1.999, Nelson Rolihlahla Mandela, fue el primer mandatario negro que encabezó el Poder Ejecutivo, y el primero en resultar elegido por sufragio universal en su país.
Su gobierno se dedicó a desmontar la estructura social y política heredada del apartheid a través del combate del racismo institucionalizado, la pobreza, la desigualdad social, y la promoción de la reconciliación social. Como nacionalista africano y marxista, presidió el Congreso Nacional Africano (CNA) entre 1991 y 1997, y a nivel internacional fue secretario general del Movimiento de Países No Alineados entre 1998 y 2002. Fuente Wikipedia.
Aunque no comparto ideológicas fracasadas y desfasadas; ratificando que sé muy poco de política, y que no acepto que se me tilde como político, aun considerando que es una de las profesiones más dignas del mundo, cuando se ejerce con devoción, altruismo y probidad, admiro a Mandela tan igual que a Gandhi, sus luchas por la libertad de sus países fue insignes, pulcra… impoluta.
Cada vez que los muchachos salen en la defensa de sus ideales utilizando cartones como escudos y piedras contra escopetas se me encabrita el pensamiento y un tropel de recuerdos invade mi mente. La impetuosa juventud conlleva a cometer los errores que serán sus experiencias en la madures, pero algunos pagan muy caro la defensa de nuestros derechos, ellos no salen a defender derechos individuales; las luchas estudiantiles siempre se han caracterizado por cobrar la sangre o el sufrimiento de inocentes. Por el dolor de la tortura, de la cárcel inmisericorde o con el tormentoso sufrimiento de sus seres queridos cuando le es conferida la paz de los sepulcros.
En verdad se tiene que ser un asesino psicópata, un execrado de la sociedad, un delincuente sin perdón, para disparar a sangre fría contra jóvenes desarmados, indefensos y ya entregados o en huida temeraria y temerosa.
Luce extraño que personas que otrora se definían como defensoras de los Derechos Humanos y justificaban la muerte de nuestros jóvenes en emboscadas arteramente cobardes, muchachos que con tan sólo 18 años de edad tenían que pagar el servicio militar y que aun cuando hablan de soberanía apoyaron las invasiones cubanas de Machurucuto, El Carupanazo y El Porteñazo; la matanza del tren del Encanto y la de Villanueva, en el estado Lara ahora ataquen sin piedad a quienes llevan en sus venas genética heredada de quienes murieron en La Batalla de La Victoria; de los integrantes de la generación del 28, muertos en la cárcel La Rotunda, en el Castillo Libertador de Puerto Cabello, Las Tres Torres aquí en Barquisimeto, o en las carreteras que les obligaban construir a pico y pala; bajo tortura y paludismo.
Así han ideologizado a otras naciones, utilizando dogmas con las cuales esclavizan a los pueblos en nombre de los pobres, mientras que se enriquecen asaltando el erario público que hubiese salvado muchas vidas, consolidando el sistema de salud, la infraestructura, fortaleciendo el bienestar de los ciudadanos, pero los venezolanos resistimos, la inoculación efectuada durante los periodos de libertad hasta ahora no tiene antídoto.
Maximiliano Pérez