Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López < El Informador Venezuela
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Reseña de la Añoranza/ Iván Brito López

                           El Día del Músico

 

 

Especial y polémica repercusión ha tenido en Venezuela el título que en 1969 se le dio a Barquisimeto de “Capital Musical de Venezuela” y es que ese rotulo se los daba la prensa nacional, con la inauguración del anfiteatro del extinto Complejo Ferial, ya que con este se inauguraba el Festival de la Voz de Oro, creado por el periodista José “Cheche” Cordero Valenzuela.

Aquella novedad, convirtió a Barquisimeto ciertamente en esos días, en La Capital Musical de Venezuela, dentro del marco de la 3era Feria Divina Pastora, siendo el certamen musical realizado del 10 al 19 de enero de 1969, donde jugó un papel fundamental el entonces presidente de la Feria Mayor Pedro Amaral Rodríguez, creándose un equipo realmente formidable visto a la distancia, que estuvo integrado por el Mayo Rodríguez, “Cheche” Cordero, el magnífico músico, arreglista y compositor Ernesto Torrealba y el periodista Ivan Torres.

Esta es la circunstancia, amigos lectores por el cual se nos rotuló como “Capital Musical de Venezuela”, que no en balde la cronología histórica de su evolución artística, así lo ratifica, por ser Barquisimeto una de las primeras ciudades fundadas en tierra firme por los españoles y que heredará de El Tocuyo en un principio grandes músicos y que a la postre fruto del proceso de mestizaje y sincretismo cultural, la capital del estado Lara ha dado y sigue danto un contingente humano de palpitar melódico altamente apreciado que se ha distinguido por méritos propios, dada esa aura descollante de su propia luminosidad artística que nos ha dado lustre y prestigio.

Por tal motivo en la ciudad de Barquisimeto, el Día del Músico siempre ha tenido importancia sobresaliente, en una tradición que se remonta a mediados de los años 20, cuando comienza a calar en Latinoamérica, la conmemoración de esta efeméride, surgida a propósito que un 22 de noviembre con un festejo realizado en la localidad francesa de Evreux (Normandía), tuvo lugar un torneo de compositores, lo que originó que desde 1695 se comenzara a celebrar en Edimburgo (Escocia) con cierta regularidad el Día del Músico.

Posteriormente, la celebración del Día del Músico también se efectuó en Alemania y Francia, llegando a ser muy popular en España y otros países como Italia. En América Latina, esta tradición de realizar una festividad del Dia del Músico empezó en Río de Janeiro (Brasil) entre 1919 y 1920, y se extendió paulatinamente otros países como: México, Argentina, Colombia, Chile y Venezuela.

En Barquisimeto, la imagen de Santa Cecilia, se debe su presencia entre nosotros, gracias a la devoción católica de don Virgilio Teodoro Valera y su pasión por la música, como profesional del pentagrama, sempiterna pieza clave entre los violines de la Orquesta Mavare, quien la encargó al maestro Plácido Casas, reputado constructor español, llegado a nuestro pais a raíz de la Guerra Civil Española en las postrimerías de los años 30.

Esta imagen de las postrimerías de los años 40, era solemnemente sacada de la casa de don Virgilio en la mediación de la acera norte de la carrera 16 entre calles 27 y 28, donde se colocaba sobre una mesita profusamente adornada y allí se esperaba la llegada de los músicos con sus instrumentos tocando en procesión por la calle, de allí la imagen se llevaba en hombros por toda la carrea 16 hasta la calle 29, donde el melódico cortejo cruzaba hacia el sur hasta la carrea 15 donde volvía a virar rumbo al templo Inmaculada Concepción donde se efectuaba el oficio religioso armoniosamente musicalizado, luego se pronunciaban una palabras en la Plaza Bolívar y luego los músicos en entusiasta romería retornaban la imagen a su punto de partida, el hogar de don Virgilio Valera, el mismo donde sigue esta imagen, custodiada hoy por su hija Fanny Graciela Valera Barradas.

De esos momentos estelares, traemos a colación las palabras del Maestro Rafael Miguel López, un Día de Santa Cecilia:

“…¡Apreciados amigos…! Apreciados Colegas…

Ante todo, las más sinceras gracias al sindicato de Músicos del Estado Lara, por invitarme a decirles, no un discurso, sino unas palabras con motivo del Día del Músico, del día de nosotros, del día de todos, y bajo la advocación de su excelsa patrona: Santa Cecilia…

¿De qué podría hablar hoy a ustedes.?, pues de música naturalmente. Veo que los invade esa sana alegría que trae al artista que se siente digno del estímulo colectivo, de ese artista siempre dispuesto a dar lo mejor de su arte.

Pues bien, amigos, seré breve…

El más antiguo Profesor de música de origen larense, se llamó Francisco Pérez Camacho, nacido en 1659 en el Valle del Totumo, cerca de El Tocuyo. Fue a Caracas, se hizo Sacerdote y por muchos años Director de Coros y Canto Llano de la Ilustre Catedral de Caracas… …y era larense.-

Más adelante, José María Pérez y sus hijos José María y Fernando Pérez, se dedicaron a la enseñanza musical, fundaron una Orquesta que titularon “Sociedad Filarmónica de Barquisimeto”, y algo increíble… registraron en el Registro Subalterno del Cantón Barquisimeto en 1825, los Estatutos de la Orquesta mencionada…

y eran larenses.

Nos encontramos después con dos famosos músicos, me refiero a José Eligio  -músico-  y José Antonio Torrealba, médico. Ambos eran Generales de la República y pelearon en Santa Inés. Fueron maestros de violín desde la edad de 4 años del gran Franco Medina quien viajó a Italia en 1900 a perfeccionar sus estudios musicales pensionado por el Gobierno venezolano, para regresar 25 años después a su Patria. Medina escribe un Poema Sinfónico dedicado al Libertador, escribe Operas, música de Cámara, e infinidad de melodías para violín y piano. Medina era genial, llevó  a las salas de concierto medías populares como “Dámele Betún” y otros, con dificultades violínisticas de altura, como lo hicieron Sarasate en Pamplona, Lizts en Hungría y Straus que llevó el Vals a los salones palaciegos de Francisco José en Viena. La música de Franco Medina fue traída de Italia por el Ilustre Concejo de Iribarren. Y yo me pregunto: ¿Dónde está la música de Franco Medina?… ¿Quién la tiene en la actualidad?… ¿Por qué no la tocan?…

Muchos músicos se destacaron después, y su música ha sido interpretada por la Orquesta Típica Municipal  – que me honro en dirigir. Como no es posible mencionarlos a todos, como debería hacerse, me referiré a tres de ellos: Miguel Guerra, Napoleón Lucena y Antonio Carrillo. Miguel Guerra fue fundador de la Orquesta Mavare antes del 900, Napoleón Lucena dirigió la Orquesta Mavare desde 1915, y el gran Maestro que fue Antonio Carrillo….  “El mejor bandolinista de América”, así lo llamó el Dr. Manuel Rodríguez Cárdenas, quien también dice en su efluvio poético: “Yo lo vi llegar a los parajes de la inmortalidad donde se reúnen los músicos y poetas fallecidos. Se me antoja que va con su instrumento, y que Santa Cecilia se asoma a una ventana luminosa, tiende la mano linda  -dice Rodríguez Cárdenas-  y con voz más clara, le hace un ruego: “…Maestro Carrillo, le dice: Présteme su bandolín”…

Apreciados amigos… apreciados colegas!… Me despido de ustedes, recordándoles continuar esa lucha quijotesca en pro de nuestro patrimonio musical, atacar los molinos de viento y esa avalancha de música extrajerizante, y no olviden jamás que Barquisimeto es y será siempre a través de la historia y el tiempo, “La Ciudad Musical de Venezuela”… Gracias…”

Estas incidencias de los vericuetos de la menuda historia de nuestra amada ciudad de Barquisimeto, son la esencia que determina el hecho vital de nuestra identidad, y es que como lo decía Manuel Felipe López el memorable 29 de octubre de 1992, a propósito del centenario del natalicio de Antonio Carrillo:

“…Para referirse a un artista hay que tener algo de artista, ser un poco poeta y mirar al mundo con ojos distintos que permitan cerrarse ante las sombras y sean más brillantes en la luz. Y es muy difícil esa simbiosis, sin embargo (…) el sentimiento hace milagros y abre el ánfora de la plenitud humana, para desgranar con fácil acento todo lo que sienta el corazón…”

Y es que la identidad, no es otra cosa que el vínculo afectivo que establecemos con todo aquello que no es familiar y que forma parte del ambiente o contexto donde nos desarrollamos, crecemos o vivimos, de allí que la UNESCO, señala que: “…a menudo las obras humanas más hermosas obtienen una parte de su belleza del lugar en que se encuentran instaladas…” y la música igualmente está íntimamente vinculada al ambiente donde se desarrolla la vida del creador, del compositor, del artista que inspirado, escribe una canción, compone una melodía o versiona una interpretación, pues para el artista nato no es difícil sacar un himno de una tempestad o hacer florecer el más adusto cardón cuando el arpegio aflora cándido y decidido a la vez, para expresar candores o arrullar corazones, surgiendo bellas melodías con toda la cadencia del alma donde se fraguan los más bellos amores.

El instrumento o la voz, vienen a constituir el vehículo para expresarse, para desbordar su inspiración, modelándose a través de ella sus sentimientos, la emotividad a manos llenas emana entonces como de un mágico surtidor, quedando plasmada en bellas melodías, en composiciones que a la postre se convierte en preciados legados  salidos de un estro inspirado y sincero, en una palabra en un valioso patrimonio espiritual de nuestra cultura.

Los músicos, amigos lectores, traen una misión concreta en la vida, diríamos que son  índices permanentes señaladores de la virtud, quienes conjugan entre su vida y su obra una óptima razón de ser que los hace inconfundibles. Los auténticos músicos, los conscientes de su fabuloso destino, son siempre verticales, sencillos de espíritu donde concentran su grandeza de artistas puros.

Nosotros que nos hemos levantado entre acordes, fusas y semifusas, para describir ese encuentro con la música y el entendimiento de arte musical, lo haremos a través de las palabras de un primo de mi madre, el Dr. Enrique Rodríguez Jiménez quien en 1974, señalaba ese mágico instante que ofrecía nuestro abuelo Rafael Miguel López familia, pues era su tío político:

“…el recuerdo sincero nos remonta a la primera noción auditiva de la música; creo el violín fue como el primer trinar de un ave, tras de aquella impresión auditiva, en inclinada consubstanciación con el instrumento, vimos al tío Rafael Miguel pasear su virtuosismo musical, como lírico coloquio entre el hombre y la musa inspiradora, ello contribuyó a afirmar la sensibilidad de todos cuanto lo oíamos con asombro y recogimiento…”

Indudablemente, que nuestra estancia al lado de nuestro abuelos Rafael Miguel López, fue una extraordinaria experiencia de continuidad de factores emotivos y estéticos, que se entrelazan casi imperceptiblemente en un feedback, que nos permitió entender la creación artística y la obra divulgativa, formativa y restauradora de lo que se considera es la expresión plena de la imagen eterna de la sensibilidad del hombre, la música, tanto más nuestra música típica, esa que desciende de la llamada “Edad de Oro de la Cultura Musical de Nuestra Región”, comprendida entre mediados del siglo XVIII y las postrimerías del siglo XIX.

Además, a través de su figura nos relacionamos con figuras como Félix Morón, Armando Cordero, Mauro Bravo, Juan Pablo Ceballos, Ángel Ramón “El Negro” Arraíz, Napoleón “Pololo” Arraíz, Rodrigo Riera, Alirio Díaz, Omar Vásquez Sánchez, Gilberto Mejías Palazzi, Manuel Ramos Barrios, Miguel Ángel Barrios, Ariel Barrios, Jorge Albahaca, Omar y Virgilio Soteldo Daza, Elisa Soteldo Fernández, Doralisa Jiménez de Medina, Gilberto Negrini, Aurelio Ciani, Efraín Patiño, Héctor Abreu, Félix Morón hijo, Elías Rivero, Juan Bautista “Juanchito” Lucena, Américo Azuaje, José Tomas “Chichito” Rosales, Teodoro Hernández, Carlos y Felipe Torres, Humberto José Meléndez, Rafa Pérez, Hugo Morales, Carlos Bereciartu, Críspulo Cuicas, Rafael María Ponte, Carmen Castillo, Rosalina Aguilar, Cheita Quintana, Luis María “Billo” Frómeta, Hermógenes Gómez, Ceferino Romero, José Nemecio Godoy, Martín Díaz Peraza, Carlos Rivero Pulgar, Elías Marrufo, Fenelón Sánchez Duque, Vinicio Soto, Carlos Baute, Francisco Rodríguez Pargas, Carlos Carrillo, Carlos Silva, Edilio Pérez, Rafaelito Pérez, Lino Tovar, Pedro Hernández, Silvio Arocha, Circuncisión “Circo” Rodríguez, Amílcar Segura, José Segura, Miguel Díaz, Pastor Pérez Díaz, Marcial Perozo, Juancito Martínez, Pastor Jiménez, Berta Lucía “Bertica” Medina, Horacio Rivas Mijares, Adelis Fréitez, Jorge Lamas y tantos otros que escapan en este instante a nuestra memoria, pero cuyo recuerdo es imperioso por haber llenado un buen trecho del ámbito de nuestra musicalidad, por lo cual se les recuerda con sincero afecto y admiración al haber contribuido a enrumbarnos hacia la gloria, desde las aulas pedagógicas musicales, desde las instituciones musicales gubernamentales destinadas a enriquecer el acervo cultural del colectivo, desde las orquestas de baile para el festivo beneplácito de la gente, desde la íntima serenata que regocija en el ínterin hogareño o desde la sala de concierto donde se expande el virtuosismo de las grandes obras interpretadas con la majestad académica o bien en el acto sacro que bajo el inflijo devocional, también es propicio para las armonías melódicas como índices señaladores de cielos, de otros cielos que dejó Dios hecho cielos, para irse a otras alturas para seguir siendo Dios.

Con la entrega de la Reseña de la Añoranza de hoy, pletóricos de añoranzas hemos detenido el corazón para rendirle tributo a la memoria de toda una pléyade de músicos, que nacieron con la alcurnia en el corazón llenándolos de arte en un pequeño mundo que se le fue haciendo grande hasta tocarles el alma y desde ella emanar sus más bellos arrullos a la vida traducidos en un vals o una canción, quienes consustanciados con esta tierra de tuna y cardonal y alma musical, se tragaron la luz del crepúsculo para ponerle música y desgranarlo sobre hermosas creaciones en cuyos arpegios retoza el romance y la tristeza, la alegría y la esperanza que a veces prolonga su presencia para endulzar el espíritu colectivo que si vive de alegrías, también se alienta de nostalgias.

 

Despedimos la entrega de hoy, con la letra de una de las piezas del Maestro Rafael Miguel López:

“…Son las tardes larenses, arpegios de guitarra tocando en Mi menor, son las tardes larenses con miradas y risas de las mujeres bellas, son las tardes de mi tierra con ritmo de nación y que se llevan muy dentro, dentro del corazón… son las tardes larenses con perfumes de flores bañadas de arrebol, son las tardes larenses, donde escucha a Carrillo cantándole a una estrella, son las tardes de mi tierra con ritmo de nación y que se llevan muy dentro, dentro del corazón…”

 

Barquisimeto, domingo 24 de noviembre de 2024.

 

Fuentes Consultadas:

Castillo, J. (1994) Lara Musical y Folklórico. Tipografía y Litografía Horizonte. Barquisimeto. Venezuela.

López, M. (1992). Discurso Pronunciado por el Periodista Manuel Felipe López en la sesión Extraordinaria Celebrada en el Concejo Municipal de Iribarren para Conmemorar el Centenario del natalicio del Maestro Antonio Carrillo. No publicado. Barquisimeto. Venezuela.

López, R. (1983) Melodías Larense, Canto y Piano. Tipografía Falcón. Barquisimeto. Venezuela.

 

Rodríguez, E. (1974) Discurso Pronunciado por el Dr. Enrique Rodríguez Jiménez en honor al Acto del Reencuentro de los Descendientes del Matrimonio Rodríguez – Cuello. No publicado. Caracas. Venezuela.

Sequera, F. (2013) Apuntes para el conocimiento de la Historia Musical del estado Lara. Lince Creativo. Barquisimeto. Venezuela.

Torres. A. (s/f) Recordando los Festivales Musicales de Barquisimeto. La Voz de Oro. No publicado. Barquisimeto. Venezuela.

UNESCO (1991) El Patrimonio Mundial. Julio Soto. Madrid. España.

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