La adicción de los niños a los videojuegos aumenta progresivamente, y la pandemia le dio un incremento exponencial derivado de la la falta de vida familiar, aunado al déficit de estabilidad emocional en la familia.
“Siento de manera empírica que ha subido la frecuencia de estos casos por efecto de la pandemia, e insisto, no es porque la culpa sea de la pandemia, sino porque si en una familia no hay una vida familiar, sino una vida en la que cada quien va su lado, eso es más propenso”, explicó el psicólogo clínico infantil, Carlos Viscuña.
En entrevista para El Informador Venezuela, el especialista explicó que la adicción a los videojuegos es una alteración caracterizada por una necesidad incontrolable del niño y del adolescente, e incluso a veces del adulto, de jugar de manera compulsiva.

“Eso genera una suerte de incapacidad de control sobre el deseo y las ganas de jugar y por eso lo asumen con un tiempo totalmente indefinido, pasan horas interminables”, dijo.
Características que permiten detectarla
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno del juego se define en la undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) “como un patrón de comportamiento de juego («juegos digitales» o «videojuegos») caracterizado por un control deficiente sobre los juegos”, lo que aumenta la prioridad dada sobre otras actividades.
Viscuña señala algunas características comunes, según los reportes de los padres en su consulta:
● No salen del cuarto.
● Pasan todo el día jugando.
● Descuidan los estudios.
● El juego se convierte en una prioridad.
¿Cuáles son las edades más vulnerables para sufrir este trastorno?
Desde su experiencia, Viscuña explica que las edades más frecuente en niños es entre los nueve y 12 años de edad, “y coincide entre el cierre de la segunda infancia y la transición hacia la preadolescencia”.
Indicó que a partir de los nueve años, se desarrolla el pensamiento crítico, donde hay una suerte de predisposición a ser más ellos, como cierta libertad. “Es una etapa donde los niños se confrontan mucho con los límites y las normas”.
¿Cuáles riesgos de trastornos psicológicos implica?
Explica que son muchos los riesgos de padecer trastornos psicológicos por causa de los videojuegos, pero destaca la ausencia de regulación emocional, es decir, que no hay control de la ira.
“He tenido situaciones en consultas así, y cuando a un niño o adolescente le retiran el dispositivo o juego, y no puede jugar, es una cosa totalmente incontrolable y ahí no hay límites, puede suceder cualquier cosa (…) cualquier alteración emocional dónde hay ausencia de respeto y de valores”, señala, al tiempo que explica que eso lo hace toda situación adictiva.

¿Cómo tratarla?
Explica que es necesario un trabajo en la dinámica familiar, “donde con mucha seguridad o frecuencia se encontrarán características disfuncionales en lo que ha sido la historia de establecimiento de límites, pautas y reglas”.
En ese sentido, dijo que debe reajustarse progresivamente esa dinámica para que el niño vaya respondiendo, pero que a veces esa respuesta no sucede de una forma asertiva y social, sino que hay mucha resistencia.
¿Cómo prevenirla?
El especialista explica que los padres la atribuyen mucho a la condición de la edad y no perciben las consecuencias sino cuando la situación ya está prácticamente declarada.
“Los padres tienen que hacer un alto a esta suerte de sobrevivencia que se lleva (…) La prevención tiene que ver con la dinámica familiar, la filosofía de vida de cada familia y el manejo de los afectos”.
¿Cuándo preocuparse, al ver cuáles síntomas?
“Cuándo hay alteraciones del sueño, de la alimentación, cuando hay un sedentarismo nocivo (…), cuando no sale, no juega con amigos”, son algunos de los síntomas de este tipo de adicción”, explica.
Aunque reconoce que en la actualidad muchas veces no salen porque los padres no quieren, por miedo a la Covid-19, pero deben enseñarles a ser responsables.
“Tengo muchos padres también que están reacios, por ejemplo, a mandar a los niños al colegio, y los tienen totalmente encerrados porque sufrieron pérdidas importante por el coronavirus. Hay todo un ambiente y alteración emocional que es proclive a que los niños hagan eso. El tiempo de ocio le hace daño a cualquiera”.
Finalmente, aunque no ofreció cifras generales sobre este tipo de trastorno, señaló que son de muy alta frecuencia. Incluso, dijo que entre los casos que ha recibido este año (2021), aún asiste a siete jóvenes entre nueve y 18 años de edad.